Enamorada de un zorro 2 | Saga: Kitsune

CHP 17

       

Más vale morir con honra que deshonrado vivir.

—Hernán Cortés

—¿Preparada para la guerra?                           

Lo miró fijamente, aprieto su mano y sonrió totalmente convencida.

—Siempre… —Digo.        

—¡Evan! –Escuchamos la voz del abuelo Juanjo y ambos volteamos al mismo tiempo.

—¿Qué pasa anciano?

—Necesitamos hablar –Evan asiente con la cabeza y tomado de la mano nos acercamos al abuelo –A solas –Dice mirándome y Evan se separa de mí, se van por el pasillo.

Eso me dejo confundida, ¿porque no pueden hablar delante de mí?

Me acerco cautelosa por el pasillo y me escondo en uno de los pilares para que no me vean. Estas susurrando y me es imposible escuchar con claridad.

—Debes hablar con Micaela antes de que sea tarde –Dice el abuelo.

—Lo sé, pero no es buen momento para eso, estamos a unos minutos de ir a la guerra –Dice Evan exasperado.

—El mejor momento es ahora necesitamos a Micaela y lo sabes, vas a hablar con ella y yo iré a buscar a Phoebe para que haga la desconexión –El abuelo se va y Evan se jala el cabello frustrado, enojada y confundida salgo de mi escondite y Evan me mira asombrado.

—Lorrein… ¿escuchaste todo? –Pregunta acercándose a mí y me cruzo de brazos.

—Evan… ¿Quién es Micaela? –Pregunto y el me mira asombrado.

—Nena no es lo que piensas…

—Y que estoy pensando ¿ah?

—Cariño solo cálmate y déjame explicarte sí? —Asiento y él me toma del brazo suavemente. —¿Recuerdas la historia que nos contó tu padre acerca de los ángeles que desobedecieron a Dios?

—¿Si pero que tiene que ver eso con esto?

—Micaela era la justicia de Dios, ella fue el Ángel que condenaron y que está dentro de mí esperando reencarnar.

—¡¿Qué?! Pensé que solo Samael estaba en tu cuerpo —Digo y lo miro asombrada.

—Lo sé, pero no es así, debemos sacar a Micaela de mi cuerpo para que pueda reencarnar y que nos ayude con la guerra santa

—¿Y en quién reencarnara?

—Eso no lo sabemos aún, solo nos queda esperar –Dice y asiento, lo abrazo por la cintura y el me corresponde enseguida.

—No quiero que pienses cosas fuera de lugar, tú siempre serás la única para mí, eres mi esposa y la madre de mis hijos —Me da un beso casto.

Le sonrió por el gesto, lo tomo por el cuello y lo atraigo hacia mí haciendo que nuestros labios choquen. Le jalo el cabello y el gruñe empotrándome en la pared.

—Demonios...no sabes cuánto me encantas —Me besa el cuello con frenesí y jala mi cabello hacia tras para tener más espacio.

—Creo que no es el momento —Me río tratando de contener mis jadeos y él se separa de mí molesto. —No refunfuñes.

—¿Está mal desear a mi mujer?

—No, está mal el momento y el lugar cariño —Le doy un beso en la barbilla y el solo me fulmina con la mirada.

De repente el abuelo aparece por el pasillo interrumpiendo nuestro momento romántico.

—Evan...ya está todo listo

—Vale —Asiente con la cabeza —¿Me acompañas?

—¿No quieres hacerlo solo?

—No, quiero tenerte a mi lado.

Literalmente me gané la lotería con este hombre…

Nos dirigimos a un salón completamente a oscuras, no hay ninguna ventana y no se ve nada, de repente unas antorchas se encienden y empiezan a iluminar el lugar.

En medio del salón se encuentra Phoebe con un frasco, Evan se separa de mí se acerca a Phoebe.

—¿Estás listo? –Pregunta Phoebe. Del otro lado del salón veo al abuelo, este recorre la mitad del salón y se acerca quedando a mi lado.

—listo, terminemos con esto de una vez por todas

—No dejes que la herida se sane –Dice Phoebe y Evan asiente.

Phoebe saca una daga y hace un corte en el brazo de Evan, luego se aleja del medio, se queda en el otro extremo y empieza a hacer sus conjuros.

Unas runas en el suelo empiezan brillar y la sangre de Evan que antes se veía roja tirando a negro empieza a tornarse dorada.

Siento a mi abuelo que me toma del brazo, lo miro confundida.

—Lo lamento mi niña —Saca una daga parecida a la que tenía Phoebe y me hace un corte en el brazo derecho haciéndome gritar del dolor.

—¡Viejo que haces! —Grita Evan en medio del dolor.

—¡Lo que se debía hacer! —Grita y se aparte de mí para ponerse al lado de Phoebe.

De repente la sangre dorada que escurre por el brazo de Evan que se supone debía ir directo al frasco está tomando un nuevo rumbo. Ese rumbo soy yo...

La sangre se detiene frente a mí y se junta toda hasta formar la silueta de una mujer, abre la boca y deja salir sonidos que se convierten en el canto de una sirena.

Para más locura puedo entender lo que dice y eso me preocupa, de repente se divide y se adentra por mi herida haciéndome jadear del dolor.

—¡Que está pasando! —Le gritó a Phoebe y ella me da una mirada que no logro descifrar.

La sangre dorada entra por completo en mí y la herida se cierra automáticamente dejándome sorprendida. Miro a Evan y la herida de él está emitiendo un humo blanco.

—¿Cómo te sientes? —Pregunta el abuelo Juanjo

—¡¿Que puta madre me hicieron?! —Grito enojada, pero ellos ni se inmutan.

—Introducimos a Micaela en tu interior, ahora tú también eres un Titán —Dice Phoebe y Evan y yo nos miramos asombrados.

—Por qué hicieron eso?

—Micaela es la clave para terminar con la guerra celestial, solo es cuestión de tiempo para que se manifieste

Estoy por decir algo cuando la puerta se abre y deja ver a unos de los centinelas.

—Encontramos la ubicación de Leiko, se encuentra en el centro de las montañas Jifu y se dirige hacia acá a gran velocidad.

—¡Maldición! –Susurra Evan –Este será el punto de culminación, desatará una másacre en este lugar




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.