Enamorada del chico enamorado.

U N O

Desperté malhumorada cuando el sol, atravesó mi ventana pegándome en el rostro.

Fui a darme una ducha sin un ápice de felicidad y me puse mi uniforme que consiste en un jumper guinda con una camiseta y calcetas blancas, además del moño y zapatos negros.

Aproveché que era el primer día para hacerme unas ondas en mi cabello rubio «bendita sea mi mamá» y conociéndome, estaba segura que sería el único día del ciclo escolar que me peinaría.

Bajé a la cocina a desayunar y escuché que mamá estaba reclamándole el pago de la colegiatura mía y de mi hermano a papá vía telefónica… Sí, mis padres son divorciados y eso suele ser un verdadero martirio.

Papá decidió empezar una relación con una chica muchísimo menor que él y eso hasta cierto punto me daba asco.

Tomé un plato, lo llené con cereal de chocolate y le vertí leche, empecé a comer tranquilamente, usualmente los profesores no te regañan por llegar tarde el primer día, según ellos es normal.

Mamá decidió meternos a mi hermano y a mí a instituciones particulares «si fuésemos en públicas, no estaría llevando este estúpido jumper» porque pensó que era lo mejor y no, no es que tengamos mucho dinero, pero ella decidió darnos una mejor educación que la que ella tuvo.

El ir en una escuela privada y en una pública es una cosa subjetiva.

He conocido a personas de escuelas públicas más inteligentes que las de escuelas privadas y viceversa, siempre he creído que la escuela es lo de menos si tú eres quien quiere sobresalir, aprender y formar un buen futuro.

La razón por la que mamá tomó esa decisión fue porque hay más cursos, actividades recreativas y actividades extraescolares que en las escuelas públicas.

Al terminar de desayunar fui a lavarme los dientes, agité mi mano para despedirme de mamá y me alcanzó para besarme la mejilla.

—Éxito en tu primer día, amor.

—Gracias, mamá —colgué mi mochila nueva y salí de casa a esperar el autobús público.

Mamá fue la que se encargó de inscribirme, me dijo que había un autobús exclusivo de estudiantes, pero tenía que ser yo la que averiguara en donde hacía la parada oficial.

El autobús pasó, subí, pagué y fui a sentarme hasta atrás, mientras más paradas hacía, más se llenaba de estudiantes y trabajadores.

De repente, un chico de penetrantes ojos verdes que también iba a mi instituto «lo supe por el uniforme» le cedió el lugar a una ancianita y suspiré por inercia.

Me pareció un acto de caballerosidad, usualmente mis compañeros del colegio no eran así, sino unos verdaderos patanes.

Los chicos que conocía y eran unos verdaderos soles, eran mis tíos y eso porque mis abuelitos habían hecho un gran trabajo al criarlos.

Obviamente no iba a enamorarme por aquel y simple acto, pero estaba segura que siempre recordaría al amable chico de ojos verdes.

Al llegar a la escuela me dirigí de inmediato al periódico escolar para buscar mi salón y edificio, cuando lo encontré, subí las escaleras y entré al aula de clases que estaba llena a la mitad, los chicos que estaban ahí se encontraban usando su celular y me hirvió la sangre de coraje.

Últimamente las personas ya no suelen hablar cara a cara, viven a través del celular sin darse cuenta lo especial que puede ser salir al parque a pasear, leer un buen libro en Litnet (como «ENAMORADA POR CASUALIDAD») o simplemente disfrutar de lo bonitos que suelen ser los paisajes.

Saqué mi cuaderno de mandalas, mi bolsita llena de plumas de colores los dejé en el escritorio esperando que llegara el profesor, no pueden negar que lo mejor de los ciclos escolares son los nuevos útiles escolares.

Miré por la puerta cuando a unos metros de la salida de la misma, miré a una pareja besándose sin pudor alguno, parecía que se les había olvidado que estaban en la escuela, la chica soltaba gritos despavoridos mientras su novio la besaba «o se la comía».

Un joven profesor entró al aula de clases haciendo suspirar internamente a muchas y después de él, la parejita boba de novios entró dejándome completamente petrificada… Se trataba del mismo chico del autobús de ojos verdes, pasó a mi lado, impregnó mis fosas nasales de su varonil olor y así fue como comenzó mi patética historia de cómo fui enamorándome del chico enamorado.




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