Enamorada del chico enamorado.

C I N C O

Ahí se encontraba el chico de ojos verdes con su nuevo corte de cabello, se había rebajado todo el cabello, excepto la parte de arriba y cuando lo miré en el auto supe que ese jodido corte comenzaría a ser parte de la absurda atracción que sentí por él y al mirarlo tan cerca de mí, supe que no me había equivocado.

Maxwell fulminó con la mirada a Zev y me extrañé, él no solía ser así, aunque en ese momento decidí no tomarle tanta importancia a eso, lo que debía hacer era huir de ahí cuanto antes.

—Deja ese celular y saluda a Connor y sus hijos —Caroline regañó a Zev.

—Mmm —bufó a su hermana —hola —sonrió hipócritamente al mirar a Connor.

—¿Cómo estás, muchacho?

—Bien, ¿y usted?

—Bien, gracias —un silencio se hizo presente hasta que decidió romperlo —te presento a mi hijo, él es Maxwell.

—Hola, niño —saludó sin una pizca de amabilidad, cosa que arremolinó mi estómago.

—Eres grosero —atacó mi hermanito, iba a meterme, pero Zev se encontraba indignado ante las palabras de Maxwell.

—¿Grosero? —espetó.

—Sí —gruñó el pequeño.

—Perdónalo, no sé porque dice eso.

—¡Increíble! —me gané la mirada de todos los presentes, incluyendo a Zev y cuando caí en cuenta de que había exclamado y no hablado para mis adentros mis mejillas ardieron cuán incendio en verano.

Avergonzada y con rabia en mi interior me alejé de ahí, dejando a los hermanos de ojos verdes con mi papá y Maxwell, en ese momento lo único que quería era alejarme.

Mi exclamación y molestia se debió a que Connor intentó disculparse con Zev porque Max le dijo grosero, ¿acaso eso era pecado? Sí, ese chico me llamaba la atención, pero no quitaba que fuera un jodido maleducado que se la pasaba enfrascado en su celular seguramente hablando con su suripanta novia llamada Bianca, ¡qué horrible nombre!

Mientras me alejaba de la alberca, los camastros y el lujoso patio trasero, sentí que una mano áspera y grande tomó mi antebrazo, volteé y ahí estaba él, dedicándome una simple mirada, una que para mí significaba la gloria, pese a su indiferencia.

—¿A dónde crees que vas? —¡A dónde no estén tú y tu jodida hermana!

—Dentro de casa —me limité a decir intentando sonar tranquila.

—Me dijo mi hermana que eres la hija de Connor —me quité de su agarre con furia y asentí.

—Sí, supuestamente soy su hija —pretendía avanzar y seguir con mi camino, hasta que se puso frente a mí, provocando que nuestros cuerpos estuvieran con pocos centímetros de distancia, mi corazón comenzó a latir frenéticamente al oler su varonil loción.

—¿No vas a presentarte? —levantó su ceja, onduló sus labios y la baba se me caería, juro que no podía con aquel gesto.

Luego de segundos que me parecieron infinitos, recuperé la consciencia, recuperé mis sentidos y me sorprendió su pregunta, no debería de presentarme porque íbamos en el mismo salón de clases y habíamos hecho la rutina de presentarnos en absolutamente todas las clases, ¿padecería de mala memoria y por eso no me recordaba? ¿No habría puesto atención en las presentaciones o realmente era invisible para él? —soy Zev —entrelazó su mano con la mía, un hueco se alojó en mi estómago al sentir su tacto con el mío, tomé una ahogada respiración.

—Karolina —hablé con escalofríos recorriendo mi cuerpo, quité su mano de la mía y por alguna extraña razón, sonrió, dejándome ver su blanca dentadura.

—Seguro esa es la razón por la que odias a Caroline.

—Vaya, me alegro que sepas mis sentimientos por tu hermana —intenté hablar fríamente y oculté todo el nerviosismo que había en mi ser —ahora si me permites —le hice un ademán para que me dejara pasar y sólo me gané una carcajada de su parte.

—¿Por qué no quieres hablar conmigo? ¿Piensas que soy un grosero igual que tu hermano?

—Lo eres —rodé los ojos.

—Me presenté contigo y… —lo interrumpí.

—Siempre te la pasas en el celular, hablando con tu novia o… —frené mi oración al darme cuenta de lo que había dicho, ¡jodeeeer!




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