Llegué al instituto y a la primera persona que miré fue a Noah, nuestras miradas se fundieron, ambos sonreímos y caminé de prisa a su dirección para saludarlo.
—¡Hey! —elevé la voz cuando estaba a su lado.
—Hola, Karo —besó mi mejilla como saludo —¿qué tal tu fin de semana? —expulsé todo el aire contenido en mi ser.
—Mal, súper mal —empezamos a caminar rumbo a nuestra aula.
—¿Fue por lo que me contaste? —asentí.
Después de que Rubí me diera la clave del internet, lo primero que hice fue revisar Instagram y hablar con él.
—No debió ser tan malo estar con tu papá, Karo.
—Estar con mi papá no es igual de genial que estar con tu hermano mayor y con tu ejemplo a seguir —me encogí de hombros.
—Hay algo que estás omitiendo contarme —frenó, se puso frente a mí, elevé mi mirada para toparme con la de él que es color miel y mis nervios se hicieron presentes.
—No pasó nada, ¿ok? —curvó sus labios.
—Cuéntame, por favor —me hizo un ademán para que nos sentáramos en una banca rústica, miré la hora en mi reloj analógico, aún era temprano, por esa razón cedí.
—La tonta e interesada novia de mi papá se llama Caroline —rodé los ojos y me miró extrañado —y su hermano es un patético —un patético con perfectos ojos verdes y con mucha amabilidad al cederle su asiento a una abuelita, ¡jamás me olvidaría de eso!
—¿Caroline? ¿De verdad se llama así?
—¡Sí! —exclamé ofendida —¡eso es muy enfermo!
—¿El chico te hizo algo malo? —apretó su quijada y en ese momento no entendí la razón.
—No... No lo sé —recordé cuando acarició mi mano incitándome a comer —no hizo nada malo, pero es tonto, como todos los hombres.
—¿Crees que todos los hombres somos malos?
—No me malinterpretes, ¿sí? Pareces ser distinto al resto, espero que seas distinto al resto —corregí —quiero presumir que tengo un buen amigo —despeiné su cabello castaño, sus hoyuelos se hicieron presentes y sus ojos se achicaron al sonreír.
—¿Ese chico es mayor que tú?
—Creo que es de nuestra edad.
—Dirás de tu edad —estallé de risa.
—Suelo olvidarme que eres mayor —le enseñé la lengua.
—Una última pregunta —escuché con atención —¿planeas ser amigo de aquel chico?
Quisiera ser más que su amiga y eso era jodidamente irónico después de conocerlo.
—¡Por supuesto que no!
—Eso me tranquiliza, no quiero perderte tan pronto.
—No lo harás —chillé.
El timbre sonó, caminamos de prisa al aula y cuando entramos, nos encontramos con una escena típica y asquerosa; Zev y Bianca estaban pasándose sus fluidos alcalinos frente a todos, ¡qué irrespetuosos y descarados!
Una chica carraspeó exageradamente y logró su cometido al lograr que los novios se separaran, Zev me miró de pies a cabeza, analizó de la misma manera a Noah y besó nuevamente a su novia.
Deseaba que me saludara, que al menos me dedicara una sonrisa, una mirada que denotara un saludo exprés, pero eso no sucedió y debí de habérmelo imaginado, ¿qué podía esperar de un chico que tenía una hermana interesada y que no tenía ojos para nadie que no fuera su novia?
Me sentía decepcionada, el chico de hoy no era el mismo de ayer que intentó ser amable y mi error estaba justo ahí, en desear que él por lo menos me dedicara una mirada.
Debía aceptar que era invisible para él mientras su novia estuviera presente, debía aceptar que su amabilidad solamente aparecería cuando su hermana, el dinero y el interés monetario estuvieran presentes.
El profesor llegó, nos dio las instrucciones para trabajar y fue él quien hizo los equipos. A Noah le tocó con Bianca «¡ewwwk!» y a mí me tocó con Valeria, una chica que a simple vista parecía agradable y estudiosa, deseaba que realmente fuera así.
—Hola —sonrió y se sentó a mi lado.