Enamorada del chico enamorado.

N U E V E

Hoy vendrá Noah a casa para que hagamos una tarea en equipo, gracias al cielo la profesora nos dejó armar nuestros propios equipos, pues de no ser así, no sé qué hubiese pasado.

La tarea es de filosofía y consiste en hacer una línea del tiempo creativa, tengo un mundo de ideas en mi cabeza y sólo estoy esperando a que llegue mi amigo para que hagamos una lluvia con las ideas de ambos.

—¡Mamá! —exclamé al salir de mi habitación.

—¿Qué sucede, hija? —bajé las escaleras corriendo y llegué a la cocina donde estaba preparando la comida, mis fosas nasales danzaron ante el olor y mi apetito se abrió de inmediato.

—¿Estás haciendo lo que estoy pensando? —froté mi estómago y asintió —¡gracias! —la abracé al comprobar que estaba haciendo una deliciosa pizza casera, además de pepperoni utilizaba salchichas y también hacía una con carne deshebrada y jalapeños, ¡mmmh!

—Todo sea para consentirte, amor —besó mi mejilla —¿qué ibas a decirme? ¿Por qué pegaste ese grito? —solté risitas.

—Recuerda que hoy vendrá Noah y no quiero que Max nos esté molestando.

—Maxwell es un angelito, cielo —se carcajeó y le lancé una mirada furiosa —me encargaré de que no los interrumpa, deja tu amargura a un lado, pequeña —frotó su nariz con la mía y sonreí con ternura porque mamá eso transpiraba por cada poro de su piel.

—Lo siento, mamá —abrí el refrigerador y saqué un yogurt bebible, podía tomar yogurt a todas horas del día, es adictivo para mí, ¿soy muy extraña? —lo único que quiero es que podamos terminar la tarea tranquilos sin tener a Maxwell haciendo obras de arte con nuestra tarea o fingiendo tocar la batería con nuestros útiles escolares —mamá se atacó de la risa.

—Pobre de mi angelito creativo.

—Ajá —gruñí entre risas y le di un trago a mi bebida —por cierto, ¿dónde está?

—Se quedó en su habitación bañándose, hija.

—¿Hablas en serio, mamá?

—Sí, amor, ¿por qué? —apunté la parte de arriba donde estaba escurriéndose agua jabonosa, estallé de risa y mamá pegó un salto de inmediato —y yo diciendo que era un angelito —gruñó —¡Maxwell!

—¡Mami, hice una piscina en toda la habitación! —exclamó ilusionado.

—Jamás te dejaré que te bañes solo, amor —gruñó mamá mientras subía las escaleras molesta sin dejar su dulzura a un lado —Karolita tenía razón —musitó y eso hizo que mi risa aumentara.

Fui al almacén que estaba fuera de casa y tomé la aspiradora, a penas así podríamos limpiar toda el agua con rapidez.

Subí las escaleras y morí de risa «aún más» al ver como mamá sacaba de la tina a Maxwell enredado en una toalla, su rostro era de felicidad por su "fabulosa" creación y la de mamá suplicaba paciencia, ¡ese niño estaba siendo nuestro karma!

—Karolita, ven, quiero darte un beso —pataleó y mamá soltó bufidos, me sentía la peor hija del universo burlándome, pero Maxwell abusaba de la nobleza y confianza que mamá le daba, razón por la cual no podía dejar de reírme.

—Cuando estés cambiado me das los besos que quieras, enano.

—Le queda mejor el apodo de torbellino —lo lanzó a la cama y empezó a hacerle cosquillas hasta que mi pequeño hermano se retorciera.

—¡Detente, mami! —se carcajeó cuán cerdito y mi estómago dolía de tanto reírme.

—Limpiaré sólo porque vendrá Noah, que si no, tú estarías limpiándolo, enano —bufé, le quité el tapón a la bañera para que el agua se fuera y aspiré todo hasta que tuve que vaciarla para poder rellenarla nuevamente.

—¿Noah? —pegó un salto y mamá lo sentó.

—Hijo, déjame cambiarte o te daré un golpe en tu nalguita —el pequeño abrió sus labios con impresión y cubrió su trasero con la toalla.

—¡No lo hagas, mami! —la abrazó y dejó besos en todo su rostro.

—Entonces pórtate bien, amor —terminó de cambiarlo y le dio el cepillo para que Max se peinara.




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