Enamorada del chico enamorado.

O N C E

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Hoy será un largo día.

Además del entrenamiento de tenis, tengo que ir a la biblioteca central para hacer la tarea de filosofía con el odioso de Zev, ¡la vida me odia!

Luego de arreglarme, guardé en mi mochila mi uniforme deportivo que consiste en una mini falda con una polo y agregué un atuendo casual para colocármelo luego del entrenamiento, le di una escaneada a mi mochila y cuando me aseguré de que todo estaba listo, bajé a desayunar en compañía de mi pequeña familia.

—¡Karolita! —el enano corrió a abrazarme y adoro mirarlo con su uniforme formal, se ve más guapísimo de lo normal.

—Buenos días, enano.

—Hijo, date prisa, se nos está haciendo tarde.

—¡Ya voy, mami! —besó mi mejilla y corrió a terminarse su desayuno.

—Buenos días, amor —besó mi frente y me dio un abrazo —preparé ensalada de frutas.

—¿Con yogurt? —mis tripas gruñeron.

—Con yogurt, hija —afirmó con ternura mientras colocaba el agua en la cafetera.

—No deberías tomar tanto café —me senté y empecé a deleitarme con la ensalada de frutas que había preparado mamá —a veces me preocupa toda la cafeína que consumes.

—Sin cafeína no tengo energía, sin embargo buscaré otra alternativa para dejar de tomar café, señorita preocupona.

—¡Mamá! —solté risitas.

—Amor, ayer estaba muy absorta en el trabajo y no entendí muy bien cuál es tu plan para hoy —tomé una servilleta para limpiar mi boca y responderle.

—Otra vez debo hacer un trabajo en equipo, mamá.

—¿Con Noah? —curvé los labios porque no era así y negué.

—Con Zev.

—¿Con ese grosero? —bufó Max y mamá no entendía nada.

—Hay algo que están omitiendo contarme, hijos —se cruzó de brazos y nos fulminó con la mirada después de vaciar el café a su taza.

—Resulta que Zev va en mi salón y es el cuñado de papá —sus labios se abrieron de impresión —ese odioso chico es hermano de Carolina, la flamante novia de papá —mencioné con asco las últimas palabras.

—Y, ¿por qué lo llamaste grosero, hijo?

—Porque él se la pasó en el celular y tú has dicho que eso no es bueno, mami —se comió sus últimas frutas y sin que mamá se lo dijera se marchó a lavarse los dientes.

—No vayas a ensuciarte.

—¡No, mami! —exclamó desde la parte alta de casa.

—No puede ser tan malo trabajar con él, es algo temporal —acarició mi rostro con dulzura —tal vez lo están juzgando muy rápido.

—Él es así, mamá —suspiré cansada —para él nada es más importante que su celular y su novia, hacer la tarea con él será un jodido martirio —sonrió burlona.

—¿Vendrá a casa?

—¡No! —me apresuré a decir —él no merece entrar aquí.

—¿Sólo Noah? —me lanzó una mirada juguetona.

—Sólo él, mamá —le enseñé la lengua y no lo hice por irrespetuosa, de hecho era un gesto al que no le tomábamos tanta atención, a veces ella hacía lo mismo con nosotros.

—Ese muchachito me cae bien.

—A mí también, má —me sonrojé.

—Debo irme porque ya es tarde y no quiero que vayan a cerrarle la puerta a Max —tronó un beso en mi cabeza —te amo y espero que te vaya bien en tu día.

—Te amo, mamá —le mandé un beso, en ese momento bajó Max con su mochila puesta y entrelazó su mano con la de mamá.

—¿A qué hora volverás?




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