Mi corazón estaba acelerado como si se tratase del fin de mi vida, estaba a milímetros del rostro de Noah y todo por un enorme grupo de niños que pasó junto a nosotros y nos desbalanceó provocando que nos encontráramos en esa incómoda escena.
Era tanto el estado de shock que tenía al estar inhalando su aliento y su respiración que no tuve otra opción más que morderme el labio «el premio a la más boba es para mí, la mejor opción hubiese sido quitarme, ¡pero no pensé en ese momento!», él despejó el cabello de mi rostro quitándolo de ahí, se acercó un milímetro más a mi rostro y luego de tantos segundos finalmente mi cerebro reaccionó y me alejé de él antes de que otra cosa sucediera.
La única cosa que pudo suceder es que nos besáramos y eso no podía suceder, ¡no si se trataba de mi mejor amigo!
—¿Estás bien? —pregutó en cuanto me ayudó a levantarme y asentí con el corazón acelerado como al principio que todo eso sucediera —vaya que estaban pesados esos niños —agrandé una sonrisa nerviosa, no podía sacarme de la cabeza el ruido de nuestras respiraciones.
—Coincido contigo —aclaré mi garganta que seguía con un nudo luego de lo sucedido.
—¡Gané, Karolita!
—Genial, enano —besé su frente.
—¿Cuál fue el premio, campeón? —cuestionó con tranquilidad el chico al que estuve a punto de besar, ¡por todos los cielos!
—Dos tickets —nos reímos al unísono ante la ternura de mi hermanito.
—¿Quieres seguir jugando o estás listo para canjear la tickets?
—Mmm —se llevó su manita a la barbilla —estoy listo para cambiarlos.
Noah tomó la mano del pequeño y se lo llevó al área de premios, prefería mirarlos de lejos porque así ellos tenían sus momentos a solas, no dejaba de sorprenderme la manera en la que congeniaban juntos.
Me congelé cuando vi que una de la chicas le entregaba dulces a Max, entre los chicos juntaron demasiados tickets y pese a lo exageradas que suelen ser las cantidades para obtener un buen premio, sé que mínimo les alcanzaba para un rompecabezas o algo así, la sorpresa aumentó cuando vi que los chicos se dirigían hacia mí con un enorme panda de peluche, ¿¡qué?!
—Mira lo que elegimos para ti, Karolita —mi hermanito apuntó el peluche, dejó sus dulces en una mesa y me abrazó con fuerza —¿te gusta? —cuestionó con intriga.
—¿E-es mío? —indagué tartamudeando sin poder creerlo, ambos asintieron y chillé de felicidad —¿por qué lo canjearon por algo para mí? Ni siquiera aporté con muchos tickets —solté risitas.
—El campeón y yo decidimos premiarte por alegrar nuestros días —dijo con cierto grado de vergüenza y ni qué decir de mi rostro que ardió cuán incendio.
—¡Sí, eres muy buena y divertida, bonita! —jugó con mis mejillas —¿quieres un chocolate? —se bajó de mis brazos y sin que asintiera me regaló el chocolate más grande.
—Eres adorable, enano —me incliné un poco, lo cargué y lo abracé con toda a fuerza en mi interior —gracias —besé su mejilla.
—¿No hay un agradecimiento para mí? —el chico de hoyuelos me observó, bajé al enano de mis brazos y me acerqué al secuestra nubes, tuve que inclinarme demasiado para poder abrazarlo y dejar un beso en su mejilla.
—Gracias —acoté después de que mi corazón latiera desmedidamente al posar mis labios en su mejilla adornada con hoyuelos.
—Por esos besos haría todo eso y más, así que no agradezcas, enana —logró hacerme sonrojar y si seguía así terminaría pareciéndome a un demonio de tanto rojo en mi piel.
—Me pones nerviosa, secuestra nubes —le enseñé la lengua y giré en otra dirección para no mirarlo a sus penetrantes ojos color miel.
—Supongo que estoy haciendo las cosas bien, bonita.
—¡Copión! —lo acusó Max y reímos —pero no estoy enojado.
—Me quitaste un gran peso de encima, campeón —fingió limpiarse el sudor de la frente y tuve que apretar mis labios para no estallar de risa.
El chico tomó mi mano como al inicio de la travesía y yo tomé la de mi hermanito para salir del centro de entretenimiento donde pasamos un extraordinario día.