Estaba comportándome de manera inmadura, pero sentía mucha rabia desde el día que vi a Noah con Valeria, ni siquiera era el hecho de que hubiese juntos o se hubiesen besado, era la decepción de haber creído en todo lo que mi mejor amigo me decía.
No respondí sus mensajes en todo el fin de semana, no salí cuando vino a buscarme y tampoco recibí el obsequio que me había traído.
Le conté a mamá lo que había sucedido porque estaba muy sorprendida ante mi actitud y cuando se enteró de lo que pasó, me dio la razón, quien estaba más triste era Max, quería jugar con Noah, pero eso significaba que entrase a casa y no lo quería cerca de mí.
No éramos novios, no estaba enamorada de él, pero estaba dispuesta a darle esa oportunidad que tanto me había pedido y me hirió hacerlo para que después se besuqueara con Valeria.
Por más que quería no podía culpar a ninguno de los dos en totalidad, ambos se habían besado sin rechistar y hasta cierto punto lo entendía, ella mostró interés hacia Noah desde el primer día en que lo vio, lo que no me cuadraba era la razón por la que él inició siendo tan indiferente con ella y terminó besándola a mis espaldas, éramos amigos, ¿¡por qué no me dijo que saldría con ella?!
Quería reclamarle muchas cosas y al mismo tiempo no quería decir nada, prefería que él encontrara una explicación a mi comportamiento.
Era lunes y el martirio aumentaría porque íbamos en el mismo instituto, tomábamos las mismas clases, íbamos juntos en el club de atletismo y no había manera de huir de él, ¡agh!
Como si las cosas no fuesen negativas, Connor me llevaría a la escuela para colmo de males, ¿qué afán tenía la vida de arruinarme la existencia?
—¿Es necesario que él nos lleve? —solté un bufido mientras preparaba mi básico desayuno que consistía en frutos secos, granola y yogurt.
—Dale una oportunidad a tu papá, por favor, hija.
—Estoy cansándome de dar oportunidades, cada que lo hago las cosas salen mal —gruñí haciendo referencia a lo que había sucedido con Noah.
—Fue su iniciativa llevarlos a la escuela, es buena señal, Karolita.
—Ajá —rodé los ojos pensando en lo incómodo que sería el camino.
—¿Lista para hoy?
—No tengo otra opción —solté un bufido —tendré que hablar con Noah quiera o no, justo hoy tenemos entrenamiento de atletismo.
—No seas tan dura con él, hija.
—Jugó conmigo, mamá —le recordé.
—Me parece que es un gran muchacho como para que haya hecho algo malo, hija, debe haber otra explicación.
—De lo que estoy segura es de que nadie le puso una pistola en la cabeza, la besó por mero gusto —seguí aspirando mi desayuno.
—¡Tengo hambre, mami! —exclamó Max con un gracioso peinado, estaba en la edad en que quería hacer las cosas solo, mamá y yo lo dejábamos experimentar, la vida era para eso.
—Lávate las manos, amor, los waffles ya casi están listos.
—¿Me preparas uno, mamá? Por favor —pelé los dientes y sonrió en manera de asentimiento —necesito mucha energía para el round de hoy —golpeé un saco inexistente de box y se carcajeó.
—Eres tan peleonera que me asustas, hija —se burló.
—¡Mami! —me quejé.
—¿Cuándo volverá a venir Noah, Karolita?
—Pronto, enano —le di un beso para tranquilizarlo y que no hiciera más preguntas de las debidas.
—Quiero jugar con él —curvó los labios.
—Puedes jugar conmigo.
—Pero él me lanza al techo y tú no —mencionó en voz baja debido a lo triste que estaba.
—Voy a entrenar mis músculos y te lanzaré al techo, ya verás, enano.
—¡Woho! —sentí un gran alivio al haberlo convencido y sobre todo al haberlo tranquilizarlo.
Mamá se sentó a desayunar con nosotros, comí el waffle, jugo de naranja y sentí que explotaría porque ya había desayunado, pero debía aprovechar que en ese momento mi metabolismo era bueno, alguna vez leí que conforme más años pasan, más fácil es retener la grasa.
Le agradecí a mamá por el desayuno y fui rápidamente a mi habitación para terminar de arreglarme para el instituto, sería un día ajetreado, estaba segura de eso.
Mi cabello estaba secándose, así que me hice una coleta, no me gustaba cómo me veía con el rostro despejado de cabellos, pero era lo mejor considerando que al terminar las clases entrenaría atletismo, luego de las competencias, el profesor vio nuestro potencial y estaba enseñándonos nuevas técnicas para correr más rápido y superar las pruebas sin ningún problema.
Me perfumé de nuevo, lavé mis dientes y ya estaba lista, pero debía esperar a que Max estuviese listo y a que Connor llegara por nosotros.
Revisé mi celular y tenía otro mensaje de Noah preguntándome si podía pasar por mí, tampoco respondí.
Un claxon se escuchó, rodé los ojos sabiendo de quien se trataba y me dirigí a la parte baja de casa, en donde me encontré con un Max muy guapo y presentable para el preescolar, lo amaba con locura y ver lo aseado que estaba me daba mucho orgullo, a veces sentía que también era mi hijo.