Enamorada del heredero

Capítulo 11

Una vez que acabó la canción, Ofelia se acercó a la mesa de refrigerios, sabiendo que Karen y Nancy iban a seguirla.

Apenas le había dado el primer sorbo a su copa cuando ambas ya estaban sobre de ella.

—Te vi risa y risa con Jon Schubert. No tenía idea de que fueran cercanos —comentó Karen haciendo que Ofelia se girara para verlas.

—Es algo reciente —dijo ella en tono inocentón.

—¿Qué pudo contarte Jon que te hiciera reír? Es insípido como el pan seco —dijo Nancy con la frente arrugada.

—¿Jon? Seguramente no te refieres al mismo Jon que yo conozco. ¡Si él es un encanto! Inteligente y la mar de simpático. Es sin duda un hombre especial, tiene un sentido del humor único.

—¿Sentido del humor? ¿Estás segura? —cuestionó Nancy, incrédula—. Jamás he escuchado un comentario gracioso salir de sus labios.

—Eso es porque Jon es un hombre extremadamente culto, su humor es para mentes refinadas —señaló Ofelia—. No cualquiera puede apreciar la complejidad de Jon Schubert.

—Y que es rico también ayuda, ¿no? —mencionó Karen con una ceja enarcada.

—Esa solo es la cereza del pastel —contestó Ofelia como si fuese cualquier cosa—. Jon vale mucho más que el apellido Schubert. Aun sino perteneciera a esa familia, sería magnífico.

De forma nada discreta, Nancy y Karen intercambiaron una mirada escéptica.

—Siento que nos estás tomando el pelo —comentó Nancy con suspicacia.

—Piensa lo que quieras, me da lo mismo qué opinión tengas de Jon. Yo sé quién es él y lo que vale, eso es lo único que importa. De hecho, prefiero que otras mujeres pasen de largo de Jon, así mi camino se mantiene despejado. Les advierto, más les vale no decir ni una palabra de esto, no quiero que otras se interesen en él —dijo Ofelia haciendo alarde de sus mejores dotes de actriz—. Imaginen lo que sucederá si más chicas escuchan de lo encantador que es, de lo bien que besa…

—¿Te besó? —preguntaron ambas a un tiempo.

—Oh, qué indiscreta fui… era secreto —dijo Ofelia fingiendo un sonrojo.

—Espera, espera, Ofelia. No nos dejes así. Por favor, cuéntanos de ese beso —pidió Karen intrigada.

—Besos —la corrigió con falsa modestia—, y no, mis labios están sellados.

—Oh, vamos, por favor. ¡Tienes que contarnos! Prometemos no decir ni una palabra —le aseguró Nancy.

Estaban mintiendo, ellas lo sabían tan bien como Ofelia, por supuesto que iban a repetir por todos los rincones del reino cada detalle que escucharan, pero eso era justo lo que Ofelia quería.

—Pues si insisten, qué remedio… ¿Por dónde empezar? Solo de recordarlo se me suben los calores —dijo Ofelia haciéndose aire con la mano—. Fue algo tan sensual. Jon no es como los otros chicos, ¿saben? Él se toma su tiempo, besa sin prisa, saboreando cada roce. Es firme y sabe lo que quiere, pero a la vez es considerado… Es difícil de explicar, toma vivirlo en carne propia para entender lo que una experimenta al besar a Jon.

Ofelia tuvo que reprimir la sonrisa triunfal al ver las expresiones intrigadas de Karen y Nancy, casi podía leer sus mentes, sabía que ambas estaban reconsiderando la forma en la que percibían a Jon. Su tarea era mucho más sencilla de lo que había anticipado, pronto Jon se vería asediado por chicas interesadas en conocerlo.

El salón se quedó en silencio de forma repentina. Ofelia, Nancy y Karen se giraron hacia la entrada al mismo tiempo que el resto de los presentes para ver entrar al príncipe Connor y a su nueva esposa Rebecca.

—Ah, no puedo creer que hayan venido —comentó Nancy con una sonrisa amplia.

—Más les valía venir, yo solo estoy aquí porque se me aseguró que vendría la realeza. De otro modo, no habría asistido a un baile de los Austin —susurró Karen provocando que Nancy le diera un codazo.

Ofelia no pudo evitar poner los ojos en blanco, Karen siempre buscando ser como ella… como la antigua ella, más bien.

Junto con los Austin, la mayoría de los invitados se precipitaron a saludar a los recién llegados.

Ofelia se quedó junto a la mesa de los refrigerios sin saber cómo conducirse. Ella y Rebecca habían quedado bien tras el secuestro, pero tampoco se podía decir que eran amigas y no quería acercarse para recibir un desaire frente a todos.

—¿Cómo marcha nuestro plan? —preguntó Jon colocándose al lado de Ofelia.

—A pedir de boca, esas dos se tragaron todo el cuento —replicó ella mientras sus ojos quedaban fijos en el círculo que se había formado alrededor de Connor y Rebecca.

—Pareces molesta —observó él arrugando el ceño.

—Solo sorprendida, no sabía que ellos estarían aquí.

Mientras contestaba, los ojos de Ofelia se cruzaron con los de Rebecca un instante. Ofelia tragó saliva en tanto que inclinaba la cabeza a modo de saludo a la distancia. Para su sorpresa, Rebecca se abrió paso entre la gente para acercarse.

Jon fue el primero en saludarla, siendo aún más formal que de costumbre por tratarse de la esposa de un príncipe. Rebecca correspondió a Jon sin apartar sus ojos de Ofelia ni un momento.




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