Es un día lluvioso de esos que aquí no son raros casi todo los días cuando menos los piensas se oculta el sol brillante y cae la lluvia a cántaros. A mí me gusta ver como las gotas golpean en mi ventana, a veces venían acompañadas de granizos, pero me asusta un poco el ruido porque es muy fuerte.
Recuerdo una vez que estaba jugando en el patio de mi casa con mi perrito negro y empezó a llover fuerte y me quedé jugando con la lluvia. Me sentía tan feliz como las gotas caían en mis mejillas y se humedecían como si fueran lágrimas que salían de mis ojos, pero algo me hizo entrar a mi casa, un granizo me cayó en mi cabeza, fue tan fuerte el golpe que me hizo un chichón en mi cabeza y entre llorando.
Mi madre estaba algo asustada pensando que me había caído y me había hecho algún raspón, siendo todo lo contrario, un granizo impacto a mi cabeza, el dolor era infernal, no podía creer que pegará tan fuerte.
— ¿Qué le pasó a la princesa de papá? — Pregunta un poco alarmado mi padre al ver mis mejillas enrojecidas por el llanto — Dime, mi princesa.
— Papá, papi. Un hielito pego en mi cabeza cayeron del cielo y me dolió mucho. — Le digo a mi padre con lágrimas en los ojos — Duele, duele mucho.
— Pobre mi princesa, ¿Por qué te pego? ¿Te estabas mojando de nuevo? — Me miro con unos ojos llenos de ternura y picardía — Dime, pequeña.
— Shii papi, pero duele mucho mi cabecita — Le digo haciendo un puchero de dolor. — me golpeo fuerte.
— Mi princesa debes tener cuidado ya te he dicho que no te mojes con la lluvia te puede dar un resfriado.
— Pero… papá. A mí me hace feliz mojarme, papito.
El me toma en sus brazos y me alza en sus piernas sobando mi cabeza notando mi chichón en ella. Busca un pedazo de papa poniéndolo en mi cabeza con mucho cuidado para bajarme el chichón que me provoco el granizo.
Mi madre se encuentra en la cocina terminando de preparar la cena. Mi padre no deja de elogiar los sabores de mi madre se les nota el amor que sienten uno por el otro, y yo los miro con ojos de ternura. Cuando sea grande como mi mami tendré un amor así tan bonito como el de mis papás.
Tan solo con cuatro años de edad ya pensaba en tener alguien a mi lado tierno y cariñoso lo es mi padre con mi madre. Eso venía de familia, mis abuelos por ambas partes también eran personas muy enamoradas, sus hogares eran llenos de amor y mucho respeto.
Yo me encuentro en preescolar y tengo un amigo muy lindo todo el tiempo la pasa conmigo. Nuestras madres son muy amigas hasta tal punto que ellos viven en frente de mi casa.
Santiago, es un niño muy guapo de ojos gateados, algo poco usuales, de pelo castaño oscuro, de piel blanca y muy amable. Por su parte, Óscar es un niño algo fastidioso le gusta meterse mucho conmigo, pero Santiago siempre lo pone en su lugar. Es igual a mi padre, un detective conmigo, pero a diferencia de mi padre, él es mi guardián. Eso le digo a él y siempre le doy un besito en su mejilla de recompensa, por tal gesto siempre se pone todo rojito.
Mis madres hablaban entre sí que cuando creciéramos vamos a ser pareja, que nos casaremos y tendremos muchos bebés. Ellas tienen planeada la vida de los dos. Tan solo somos unos niños que juegan con pelotas, peluches y lo que encuentren.
¡La verdad! sí que somos algo inquietos los dos. Les sacábamos canas verdes a nuestros padres, pero ellos son felices con nuestra unión. Creo que ellos todavía viven en ese siglo donde te casaban con otra persona por conveniencia.
Jamás me había pasado por mi mente casarme con Santiago, bueno estábamos pequeños y era mi amigo de juegos y maldades. Nos gusta en la escuela comernos las loncheras de los compañeros. Mi padre no le gusta esa actitud mía, en muchas ocasiones me habló fuerte, pero no entiendo lo que él me dice, yo lo veo como una broma de niños.
A medida que iba pasando el tiempo iba creciendo y aprendiendo de la vida dejando de lado esas bromas que hacía de niña e iba madurando poco a poco.
Mi amistad con Santiago seguía en pie, él había encontrado novia, me la llevo muy bien con ella. Luisa es una chica muy agradable y tierna, se le nota que quiere mucho a Santiago y eso me hace feliz y me tranquiliza al saber que no le va a romper su corazón.
Le he dejado claro las cosas que si lo hace sufrir conocerá mi parte negativa, sacare mis garras y el demonio que llevo dentro. Por él haré cualquier cosa, lo veo como un hermanito al igual que el a mí.
Estoy en mi cuarto inquieta, es algo tarde, sin embargo, no podía conciliar el sueño. Bajo a la cocina por una vaso de agua, me ha causado mucha curiosidad ver el despacho de mi padre con la luz encendida. Me acerque un poco y escuche algo que me dejó con la boca abierta.
— Cariño, no sé qué hacer… estoy muy preocupado. Hay mucha corrupción en la agencia, tengo algunas sospechas de algunos colegas, pero no es nada concretó. He recibido amenazas de muerte. No temo por mí, si no, mi princesa, Liam y tu amor.
— ¿¡Qué dices amor!? Deja la agencia, por favor y nos vamos lejos de aquí. — Dice mi madre con la voz entrecortada — Te lo pido. Vámonos con los niños, empecemos de nuevo en otro lado.
— Está bien. — Contesta besando la frente de mi madre — Después del cumpleaños de Andrea nos vamos para donde tú quieras. No te preocupes organizaré todo, amor. No temas.