Enamorada del mal

Capítulo 2

Han pasado los días como ráfagas de viento. Luisa no sale del asombro por mis palabras, siento miedo de mi presencia. Cada vez que la veo se lo recuerdo como una puta loca, por que adoro a mi amigo con todo mi corazón. Esa chica no supo donde quedó con lo que le dije. Su cara se puso blanca como un papel. Santiago no para de reírse, pero sabe que es verdad lo que digo tratando de tranquilizar la chica que aún no salía de su transe. Este día  va a ser muy especial para mí, es mi cumpleaños número14. En la tarde voy a tener una gran fiesta. He invitado a todos los de salón para que asistan. No quiero que nadie se quede sin ir hasta mi peor pesadilla lo he invitado.

— También pues ir tú, Óscar. Me has hecho la vida imposible desde que tengo uso de razón, pero no te guardo ningún rencor.

— Gracias, Andrea. Eres muy amable. Quería pedirte disculpas por ser un idiota contigo, soy un idiota, siempre he querido ser amigo tuyo y no sabía cómo acercarme, por eso te molestaba, envidiaba tu amistad con Santiago.

— Me hubieras dicho antes… me hubieras ahorrado muchos disgustos y lágrimas. Por tu culpa en muchas ocasiones me sentí mal.

— Lo siento mucho — Dice Oscar con una cara de desconsuelo. — Si te sirve de consuelo, también me sentía mal al decirte todas esas cosas, solo dejaba hablar mi enojo y envidia por tu amistad con Santi.

Me acerque a él y le dije que no hay problema entre los dos que lo espero en mi fiesta. Salí del colegio con Santiago. Siempre nos vamos juntos a casa ya que vivíamos uno cerca del otro. Por no decir que somos vecinos.

— ¿Que quería Óscar contigo? No me gusta que estés cerca de él. — Me dice Santiago algo enojado. Laura y yo lo miramos fijo su cara hierve de la rabia. — Dime, Andrea.

— Nada. Solo quería disculparme por lo idiota que ha sido todo este tiempo conmigo — Contesto con calma — No te pongas celoso, eres mi chico número 1.

— Y me imagino que no lo disculpaste, ¡verdad! —  Pregunta deteniendo sus pasos  mirándome fijo a los ojos esperando mi respuesta. — Te escucho.

—  Sé que te enojaras, pero si lo disculpe y lo invite esta tarde a mi fiesta. — Suelto llevando mis manos a mi cara. — No quiero rencores con nadie.

Sabía que no le gustaría mucho la idea y me daría cantaleta durante todo el camino. Parece peor que mi mamá cuando se enoja. Tanto iba concentrada en la charla con mi amigo que no note la camioneta negra del otro día.

— ¿Qué hiciste? ¿Que? Estás loca, ese chico te odia. — Grito muy enojado — Desde que tienes uso de razón se ha metido contigo.

— No. No es así. Lo hacía para acercarse a mi nada más. Deja los celos, nunca te voy a cambiar por nadie. — Respondo tratando de calmarlo con mis palabras.

Laura nos mira y se  nota algo enojada. Ella no entiende nuestra amistad. A veces siente que Santiago me ama como mujer y no como amiga.

— Tú sí eres inocente, Andrea. Cuando te moleste de nuevo no te defenderé ¿Está claro? — grazna como un lobo feroz muy rabioso.

Lo miro a los ojos y se notan algo diferente a su color habitual.

 — Sé que no lo harás. Tú eres mi protector, así será para toda la vida, te quiero. —  Le digo depositando un beso en su mejilla y entre brincando a mi casa como una niña de 5 años.

Mi madre prepara los aperitivos para la fiesta. Hace unos pastelitos deliciosos de chocolate, la torta ya está hecha. Muero por darle un mordisco. Es una torta negra con chispas de chocolate, rellena de arequipe, mi favorita.

— Mamá, todo huele muy bien. Esta torta se ve deliciosa. — Quise embestir la torta y mi madre me lo impidió. — Mami.

— Toma un pastelito y deja en paz el pastel. Más tarde comerás un pedazo. — Masculla vigilando el pastel — Vete a cambiarte.

— Ok. Está bien. Liam ¿Dónde anda? Ese pequeño monstruo.

— Ya te he dicho que no le digas así — Me reprocha apuntándome con su dedo —  Está en su cuna. No lo levantes

— Esta bien, mamá.

Mi madre me conoce a la perfección, sabe que cosas me gustan.

La decoración de la casa esta hermosa. Hay globos rojos y blancos por todos lados, el patio esta grandioso donde se celebrara la fiesta. Hay flores hechas en puros globos, animales y un globo gigante con un peluche dentro. Ella se ha preparado mucho en decoración de fiestas. Es toda una experta y la contratan mucho para fiestas, compromisos, buffet, todo lo que necesite ser decorado.

Subo a mi cuarto  encontrado un lindo vestido que mi madre me ha comprado. Estoy feliz. Es un vestido azul con golas, englobado con extrapole cayendo hasta más arriba de mis rodillas con un pequeño adorno en la parte baja en color negro. Me ha comprado unas zapatillas no muy altas y me maquille poco. Baje por las escaleras y vi como mis padres se quedaban viéndome con una cara de nostalgia conteniendo las lágrimas, pero no eran de nostalgia, sino de felicidad. Mi padre me tomo en sus brazos.

— Amor, mi pequeña ya se me creció — suelta con algo de nostalgia —  Menos mal tenemos a Liam con nosotros. Mi princesa ya es toda una señorita. Me pongo muy nostálgico. Perdón mi pequeña.

— Papá, siempre voy a hacer tu pequeña. Voy a querer que me arrulles en tus brazos a si tenga 30 años o más. Nunca lo olvides.




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