Nos secamos las lágrimas, nos miramos los tres y soltamos una carcajada. Liam mi hermano de 4 años estaba en un sueño profundo, es bastante perezoso, pero es mi consentido, es mi vida al igual que mis padres.
Está todo listo. Los invitados empiezan a llegar a la casa. Los primeros fueron Luisa y Santiago, él traía consigo un peluche gigante sabe que me encantan esas cosas, casi me desmayo de la emoción cuando me lo entrego. Por mi parte le deposite un beso en sus mejillas, al igual cuando éramos niños su cara se sonrojo toda, vi que Luisa no le gustó mucho mi gesto, pero tampoco dijo nada.
La casa está llena con todos invitados. Mi madre ha dejado la puerta abierta para que entren las personas, el peor error que ella pudo cometer. Está todo listo para empezar. En esos momentos llegó Óscar, se ve muy guapo, jamás me había fijado en él ya que siempre me molestaba, nunca había visto esos ojos negros en todo su esplendor, su pelo azabache brilla como nunca. Se acerca a mí con una gran sonrisa que me deja sin alientos.
— Hola, estás muy hermosa, Andrea — Expresa mientras me mira fijo a los ojos. — está muy lindo todo.
— Gracias, Óscar. — Contesto con una sonrisa en los labios — Bienvenido a la fiesta. Pasa en el patio llevaremos a cabo la reunión, ya algunos invitados se encuentran ahí.
— Te traje algo— Menciona — espero te guste. Lo compre con mucho cariño para ti. — Dice con una sonrisa hermosa.
— No te hubieras molestado, no tenías que traerme nada. — Respondo recibiendo el detalle abriéndolo dejándome impactada con lo que me trajo. Es una cadena con un dije con mis iniciales. Sin pensarlo me abalancé a él y lo abrace. Todos los presentes se me quedan viendo con ojos.
¿Qué paso ahí?
Sabían que él y yo éramos con el agua y el aceite que no se toleran.
— Gracias, está muy hermoso el detalle. Perdón por el abrazo. — Le digo algo avergonzada.
— Tranquila. No me lo esperaba, pero me gustó — Me responde con una gran sonrisa. — Veo que tu cuello no tiene adorno… puedo ponértela.
— Si, por favor — Acentúo.
Siento un corrientazo cuando sus manos rodean mi cuello para ponerme mi cadena que él me ha dado.
Estoy encantada con el detalle.
Pasamos los dos a la fiesta. Todo es increíble. El dj, la decoración, todos bailan, pero lo que me hace más feliz es que mi padre está conmigo este día. Por cuestiones de su trabajo como detective se ha perdido muchos cumpleaños conmigo, yo entendía, pero también me ponía triste no tenerlo a mi lado, me asustaba que le pasara algo por su peligroso trabajo. Jamás imaginé que el día más feliz de mi vida, en cuestión de minutos, pasaría a ser el más triste de toda mi existencia.
Esta ya anocheciendo, el sol ya se ha escondido para darle paso a la luna. Todos estamos bailando y mi padre mando a parar la música. Quería decir algunas palabras para su pequeña princesa, como suele decirme.
— Hija, mi pequeña princesa. Jamás pensé que el tiempo pasará tan rápido y que hoy estaría aquí parado diciéndote todo esto. Sé que me he perdido muchos cumpleaños tuyos, pero sabes que estás en mi corazón como el tesoro más preciado que puedo tener. Andrea, tu mami y Liam son el mayor tesoro que tengo. Te amo mi princesa hermosa.
Mis lágrimas no se contuvieron salen como ríos por mis mejillas. Esas palabras de mi padre me han llegado a lo más profundo de mi corazón.
Ahora fue mi madre que tomo la palabra.
— Mi pequeña, sabes que no soy buena con las palabras, pero si tú papá te dijo algo, yo igual. Eres lo más hermoso que mi Dios me dio. Me has sacado canas, pero amo eso de ti, eres una gran chica y estoy orgullosa de ti amor.
Mi madre terminó de decir esas palabras y escuchamos ráfagas de disparos. Todos nos fuimos al piso del susto. Las ráfagas de las armas seguían sonando hasta quedarse sin balas. Yo no puedo pararme del susto. Nadie vio a los hombres solo tengo en mi mente las voces que dijeron:
“Quedaste como un perro, rata inmunda. Que descanses en paz te manda decir el patrón, Alan Gutiérrez”.
Todos gritan del pánico. Como pude me levanté del piso cuando los hombres se fueron, hubiera no verlo hecho. Mire a la parte de la tarima donde mis padres me dedicaron aquellas palabras y todo mi mundo se vino abajo cuando los vi tendidos a los dos en el piso. Mi madre quedó agarrada de la mano de mi padre.
Me acerque a ellos y los tocaba. Mis lágrimas no paraban de salir, les pedía que se despertarán que no me podían dejar sola que haría con Liam, solo los tenía a ellos. Mis abuelos por ambas partes habían fallecido y no tenía familiares cerca.
Me acerque a mi papa y le dije: recuerdas papito cuando llegabas con sangre a la casa por tus heridas y yo te decía que sería tu enfermera, por favor, despierta. No me dejes solita, te necesito a mi lado, me lo prometiste.
Miré a mi madre que yacía a su lado. Me quería volver loca estaban ahí los dos muertos.
Les sujete la mano a ambos y les dije: — Recuerdas papá cuando te dije que cuando fuera grande sería doctora, cambie de opinión, seré igual que tú, detective. Les juro que encontraré a los culpables que me dejaron huérfana y los meteré presos. Les haré pagar por los dos.