Enamorada del mal

Capítulo 5

Los años han pasado, algunos más lentos  que otros y otros muy rápidos. Terminé mi colegio, y ahora me encuentro en a la universidad estudiando lo que le prometí a mi padre. Seré igual a él, una detective muy reconocida que buscara justicia tarde o temprano para sus progenitores y así podre calmar un poco el dolor que me ha ahogado durante todos estos años desde su partida.

Ya he cumplido 23 años y estoy más que lista para regresar a casa, empezar en el FBI donde había trabajado mi padre durante tantos años. Contacte a mi tío Kalet, al principio se opuso a que regresara, pero sabía que era igual de terca que mi padre y no iba a desistir de mi promesa.

A los días de ver hablado con él me graduaba y regresaría a mi país natal con ayuda o sin ayuda de mi tío. Charlotte al igual que su esposo y Liam me acompañaron a la graduación, están muy felices por mi desempeño. Me recibí con honores en todo. Al igual que mis padres estarían orgullosos de mí.

Nos tomamos fotografías en familia, pero yo no sabía que era sonreír. Quisieron una sonrisa de mí, pero no consiguieron nada, solo una mueca.

La condición que me ha impuesto Kalet para que regrese al país de nuevo es que tengo que dejar a Liam. Sentí que algo del poco corazón que me queda se me quebranta por completo, sin embargo, acepte. Es lo único que tengo en mi vida, lo único que tengo de mis padres y no lo puedo arriesgar, no lo puedo perder a él también por mi insensatez.

— Vamos, Andrea. Sonríe para la foto, hermana, jamás he visto una sonrisa en tu rostro. — Suelta Liam haciendo un puchero inocente — Por mí.

— Está bien, hermanito. Sonreiré para tu foto. — Le digo fingiendo una sonrisa que no sé de dónde me salió. — Feliz, Liam.

Después de la ceremonia regresamos a casa e hice mi maleta. No hubo fiesta, no me gustan, las odio. En dos días parto de regreso a mi país y me voy dejando  mi otra mitad en Australia. Si fuera por mí jamás me separaría de Liam, pero si le quiero dar un futuro mejor sin guerras y venganzas debía limpiar primero las plagas para poder tenerlo conmigo. Jamás le he contado a Liam sobre la verdad de la muerte de nuestros padres, aún esta pequeño para entender todo y más para entender las razones que tengo para regresar a nuestro pueblo de origen.

Ya estaba todo listo.

 Kalet me espera para llevarme al FBI para hacer parte de ellos como una vez lo fue mi progenitor.

Por años han perseguido los asesinos de mis padres, pero sin ningún resultado siempre están un paso más delante de ellos.

Hablé con mi hermano sobre mi viaje y que tendría que dejarlo. Los dos lloramos como unas magdalenas por qué nos íbamos a separar. Le prometí que lo llevaría en sus vacaciones de estudio. Sabía que quedaba en buenas manos, pero mis padres no hubieran aprobado eso.

 

Estaba de regreso en casa, en aquel pueblo donde por 13 años fui feliz, hasta que llenaron mi vida gris volviéndome un tempano de hielo que solo quería venganza.

Kalet me llevo a su casa. Me instaló en el cuarto que por tanto tiempo use estaba intacto al igual cuando partí a Australia. Él estaba igual, un poco más viejo y con algunas canas que salían de su cabellera negra. Carolina también estaba igual de bella. Al verme me dio un abrazo muy fuerte rompe costillas.

— Andrea, cómo has crecido, princesa. Estás muy bella. Tus padres deben de estar felices en el lugar que se encuentren de verte ya echa una mujer.

— Gracias, Carolina. — Mis lágrimas salieron cuando mencionó esas palabras.

Le pedí prestado el carro a Kalet quería ir a ver a mis padres, hablarles, desahogar todas las penas que tenía. Mi padre siempre me escuchaba. Ese vacío seguía ahí en mi vida. Él no quería, pero Carolina me ayudó a convencerlo. Al fin fuimos los tres al cementerio. Le compré lirios a mi madre, sus flores favoritas y a mi padre azucenas. Ambos amaban esos ramos.

Les pedí que me dejaran un rato a solas con ellos. Quería hablar con ellos o tal vez le hablaría al vacío o Viento. La verdad no sabía a quién le hablaba solo sentí una sensación rara estando allí. Sentí que alguien me abrazaba y me susurra al oído que todo estaba bien, que volviera a florecer y fuera Feliz. No sabría cómo describir esa sensación que congelo todo mi cuerpo por completo, lo sentí tan real, que pensé que era mi padre aconsejándome mientras me arrullaba en sus brazos. No podía tener toda mi vida gris debía darle un poco de color.

Me levanté del suelo y me subí al carro pidiéndoles el favor que me llevarán donde Santiago, aún vivía al frente de la que un día fue mi casa. Nadie vivía ahí estaba todo allí como había quedado desde aquel suceso.

Llegué y vi un hombre algo musculoso, muy guapo con un bebé en brazo notando a una chica muy guapa que se acercaba a él. Está embarazada, tenía una gran panza como de unos 6 meses. Vi que Laura salía a dejar la basura en la calle y me bajé del auto corriendo, la abrace tan fuerte que ella quedó helada.

— ¿Quién eres tú? ¿Por qué me abrazas? No te conozco — Dice con una voz de pánico buscando ayuda con su hijo en su mirada — Suéltame.

— ¿Ya me olvidaste? Laura. Soy yo Andrea, la hija de Fernando y Amanda, tus amigos de toda la vida. — Le dije con mis ojos llenos de lágrimas.

— No me juegas una broma ¡Cierto! —Le acentúe con mi cabeza que no, que era yo esa niña. Me abrazó y sus lágrimas empezaron a salir. — Andrea.




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