Enamorada del mal

Capítulo 8

Sé que no puedo ir a la playa como Andrea, sino no como Lina Castro, la flamante docente sexy del Elite Wey. Tome un taxi y pedí que me llevarán a la playa, necesito mucho sentir las olas del mar para pensar, reflexionar y maquinar mis próximos pasos que me lleven a descubrir que llevo a la muerte de mi padre.

¿Quién lo vendió?

Estoy segura que alguien entrego a mi padre.

Llegue al lugar que tanto anhelaba pisar. Hay poca gente algo que me agrado de sobremanera, no soy muy partidaria de estar con muchas personas, soy algo más antisocial.

El atardecer está en su máximo esplendor. El cielo se empieza a tornar de un color naranja vivo con un amarillo pálido mezclado con un color morado claro. Es mágico este momento. Tengo mis tacones en la mano dejando que el viento golpee mis mejillas y el agua moje mis pies.

— Lindo el atardecer, no te parece. Son una de las cosas más bellas que tiene la naturaleza, aunque tú también eres una belleza.  — Escupe un joven acercándose a mi lado — Hola.

Me quedo mirando fijo al dueño de esa voz. Es un chico alto, delgado, de pelo negro oscuro, de ojos negros profundos, se nota que hace ejercicio. Está vestido en ropa de playa sin camisa, dejando a la vista sus bíceps bien marcados.

— Si. Sí, es hermoso el atardecer. Hace mucho que no venía a playa, había olvidado que se sentía ver esa maravilla y sobre todo el sonar de las olas. — Arguyo mirando el espacio y al chico del cual no tengo idea como se llama — Es mágico.

— Perdón, no me he presentado. Ian Gutiérrez, un gusto señorita. — Dice dándome un beso en mi mano. — ¿Cómo te llamas?

— Un placer, Ian.  Me llamo, Lina Castro — Contesto

Ese hombre no me quita la vista de encima y yo igual. Estoy  perdida en esos ojos esmeraldas que se encuentran con mis perlas azuladas por mis lentes de contacto.

Estuvimos hablando un rato sobre nuestras vidas, trabajos y las expectativas que tenemos para un futuro.

Con él se me pasó el tiempo sintiendo alguien normal. Debía volver a casa, pero primero debía ir a mi apartamento a dejar mi fachada allá  y cambiarme para volver a hacer  la dulce Andrea,  la detective.

Antes de irme le di mi número para hablar con él, el personal del cual hablo con mi hermano. Al actor le di el número que manejo de la agencia para que Kalet empiece a confiar en mí, quiere que socialice con otras personas de mi edad y no solo me encierre en mi trabajo olvidándome de otras cosas como el amor o tener una familia.

Llegué a casa ambos estaban un poco angustiados por mí. Les conté sobre Ian y lo hice con una cara de emoción que creyeron todo. Les he inventado que tenemos una cita, pronto lo llevaría a casa. Tengo todo planeado. Pienso contratar a alguien para que se haga pasar por él para que no descubran mi fachada.

Algo que aprendí en mis estudios de Australia  es que a tu enemigo debes tenerlo cerca a tú lado para vigilar sus movimientos, que preparan en contra tuya, mientras tú debes ser silencioso y cuando tu ataques sea directo matando el problema sin dejar cabos sueltos.

Kalet está confiando más en mí, todos los días nos vamos juntos al trabajo. El poco se la pasaba en la oficina, al igual que Marcos. Yo la he pasado toda la mañana en la agencia, en las tardes en el colegio dando las clases como una tierna docente. Ya tengo una idea de cómo puedo rastrear la  ubicación de Leonardo hasta su casa.

Él chico es muy buen estudiante así que le daría un broche  por excelencia y que podría poner en su bolso. Ya lo había mandado hacer pidiendo que introdujeran un mini chip dentro. Le hice creer al joyero que era para mi novio para descubrir donde se la pasa y si me engaña. Me toco actuar muy bien para ser creíble. El señor se creyó lo que le dije. El broche no se podía destapar a menos que lo rompieran. Después de unos meses de persecución Kalet me quitó de encima al policía, nunca pudo comprobar nada raro en mí.

Quería ganarme su confianza más así que contraté a alguien para hacerlo pasar por Ian, le dije que tenía que decir dos semanas antes de la cena, le di un guion con todo lo que tenía que decir, sabía que le preguntarían como nos conocimos, que quiere conmigo, que hacía, todo esas cosas. La verdad, el actor es muy guapo. Todo tiene que salir a la perfección.

El día de la cena ha llegado. Luciano el actor que contraté le he indicado la dirección de la casa, le envié un mensaje que la cena sería a las 8 que lo esperaba en casa.

Yo subí a mi cuarto y me puse guapa para él tengo que hacer mi trabajo muy bien.

Me puse un vestido negro algo sexy con tacones altos, solté mi pelo y me maquille.

Luciano es un hombre alto, de ojos cafés oscuros, de pelo castaño claro, de piel blanca muy suave. Un hombre muy guapo, sexy y algo coqueto. Él llegó muy puntual a casa para empezar actuar conmigo. Llego con un ramo de flores para mí y otro para Carolina.  Es un gesto muy tierno de su parte.

Yo bajé de mi cuarto dándome mi tiempo. Al verlo en la sala me fui hacia él dándole un beso en la boca sorprendiendo a Luciano, sin embargo, me siguió la corriente. Está muy guapo. Lleva puesto una camisa manga larga negra con una chaqueta marrón, unos jeans ajustados y zapatos de vestir. Su sonrisa es encantadora. Parece todo un modelo sacado de portadas de revista.




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