Ian
Desde aquella tarde que la vi en la playa me dije a mismo que esa mujer tendría que ser mía, al principio la quería para llevarla a la cama nada más no soy de los que se enamora así como así, pero verla sonreír hizo que mis ganas solo de follarmela se fueran para el carajo. Se nota que ella no es una mujer de las que solo buscan sexo, ella es diferente, es una mujer para tener una relación con ella. Es de esas chicas la cual quieres presumirla a tus amigos y presentarla a tus padres.
Ahora estoy aquí en la cama con ella después de una maratón de sexo matutino, es que con ella yo no tengo sexo, con Lina hago el amor. Cuando vi su mirada posada ante ese chico me sentí muy celoso casi no lo demuestro, pero soy un celoso de mierda. No me gusta que miren lo que es mío aunque ella lo niegue es mi mujer y ningún idiota cari bonito me va a quitar la única mujer que he logrado amar. Primero la mato a ella antes de verla con otro hombre.
Tengo miedo de lo que pueda pasar en la cena con mis padres dentro de dos semanas donde la presentaré a mi padre, El General, como todos lo conocen. La última vez o bueno la primera vez que la llevaba para mí casa no fue una buena experiencia para ella, sin embargo, esta vez seré yo quien pone las reglas. Si no le gustan a mí padre que se vaya a la mierda él y sus putos negocios que se benefician conmigo.
Esta mujer que tengo entre mis brazos no se puede enterar que soy el hijo de uno de los hombres más peligrosos y sanguinarios del país. ¿Cómo ocultarlo en la cena? Lo bueno es que nadie conoce el rostro de mi padre por eso el FBI no lo ha podido capturar y bueno… por sus dos aliados vendidos de la agencia que hacen sus trabajos socios por él.
Recuerdo aquella vez que conducía la camioneta negra y los hombres de mi padre mataron a una pareja de esposos por mandato de mi padre sabía que el tipo era de la agencia y no quiso torcerse como Kalet y Marcos, según mi padre, quien no sigue las reglas se muere. Eso pasó con ese hombre. Lo que me pareció horrible fue esa niña abrazada a esos dos cuerpos sin vida, me sentí un poco mal por ella.
— Hijo, hoy acompañas a mis muchachos hacer un encargo muy especial. Un gusano no siguió mis órdenes y toca mandarlo al paraíso, aunque yo diría… que se va al mismo infierno por ser un perro adiestrado a las normas de su puta agencia. Su rectitud lo mando a la fregada.
— Padre ¿No puede ir otra persona? Llevo tan solo un par de horas del viaje y ya quieres sacarme de casa ¿A caso no te agrada mi presencia?
— Ian… solo haz lo que te ordenó. No me tientes las pelotas que no estoy de humor, luego puedes lloriquear por no dejarte descansar.
— Como digas, padre. Toca hacer lo que tú dices.
Me subo a la camioneta con tres de los hombres de mi padre que la verdad no sé sus nombres y no me importa saberlo, solo conduzco hasta donde me informan. Luego de unos minutos de trayecto en el carro llegamos al parecer festejan algo, lo supe por el bullicio, me asome por la parte delantera del auto subiéndome al capote para observar mejor viendo a una nena muy linda con un vestido azul marino, se ve muy bella, tiene una sonrisa hermosa y unos ojos muy lindos, aunque no los puedo observar muy bien.
Lo único que escucho es el sonar de los disparos y todos tirados en el piso, mientras espero a los hombres de papá. Veo que esa linda nena se acerca a los cuerpos inertes y llora con amargura, intuyo por su llanto que son sus padres y ella es la cumpleañera. Desde ese día odio esta vida de mierda, pero no hice nada para cambiar esto.
No sé por qué se me vienen aquellos recuerdos de aquella pequeña que esbozaba tanta ternura envuelta con dulzura causándome tanta pena verla así ¿Qué sería de la vida de esa pequeña? No puedo seguir con estos pensamientos siento que estoy engañando a Lina quien duerme plácidamente dejando descubierta esa espalda que en estos momentos estoy llenando a besos para despertarla y empezar de nuevo.
— Hola guapo, buenos días, ¿Te parece si nos bañamos y luego me voy a mí trabajo? Tengo muchas cosas pendientes, cariño.
— Encantado, cariño ¿Pero tú no das clases en la tarde? — Pregunto algo curioso — Dime, amor.
— Si. Si lo sé, cariño, pero no te he contado que estoy haciendo un reemplazo a la profesora de la mañana que está incapacitada.
— ¡Oh! Entiendo, amor. Estaré una semana fuera por unas pinturas que tengo que entregar en España, exactamente en Madrid, así que te dejare libre una semana, pero ahora te haré de nuevo el amor. Quiero dejarte sin alientos, cariño.
Me duele tanto mentirle a Lina por culpa de los negocios ilícitos que cometo. Si iré a España, sin embargo, no a dejar unas pinturas, sino un cargamento de mercancía encargo de mi querido padre que cada día se gana más mí odio. Quisiera irme a un lugar que no sepan nada de mí y empezar una vida nueva al lado de esta mujer, tener hijos y que sean buenas personas fuera del alcance de este mundo de mierda en el que estoy metido yo.
Lina me hace olvidar todo lo malo de mi vida. Cada beso, cada caricia suya, borra uno de mis pecados. Soy adicto a ella, estoy preso a su cuerpo, encadenado a sus caricias. Ella es mi escape de la oscuridad, esa que me consume cada vez que estoy lejos de ella. Recordar a esa niña llorando por sus padres me hace sentir un ser despreciable. Yo no hale del gatillo, pero fui quién los ayudo a escapar.