—Odio esto—se queja Raven.
—Desayunar afuera, es un descanso para la mente—comenta Mandy con una sonrisa.
Hay un par de mesas más, en realidad es la parte exterior del buffet. Así que al igual que en el interior, hay una mesa enorme en el centro y otras pequeñas que lo rodean donde descansan los comensales.
El aroma a galletas recién horneadas se mezcla con el de cesped regado y aunque parece ilógico, resulta satisfactorio.
—Coincido plenamente—Asiente Meghan, es normal que esté en estas reuniones porque es lo más cercano que tiene la novia de una familia.
—Y también es el banquete para los mosquitos—devuelve con gracia.
Mandy sacude la cabeza como si no tuviera remedio.
Los niños están correteando entre los árboles.
—Premian a Michell Samuel—Lee el señor Foster a través de sus gafas de lectura en las noticias de hoy, aunque dejen cuestionar la efectividad de ese aumento, porque literalmente tiene su nariz pegada al periodico.
Su esposa echa un vistazo y frunce el ceño en su dirección.
—Aquí dicen incineran, querido—Señala la palabra—. Guardaron sus cenizas.
—Debe ser algo con la luz del sol—se excusa—. Mi vista siempre funciona de maravilla. Que mal por el tal Michel.
—Seguro, papá, es eso—Pone los ojos en blanco, James.
—No te burles, niño, ya te tocará a ti—lo señala su padre con el periodico doblado, luego lo deja a un lado.
—Si heredé tu vista probablemente—Asiente, divertido.
Su papá lo mira con una sonrisa, sus ojos delatan orgullo. Me pregunto si el señor Foster se siente feliz con todo lo que ha creado a nivel personal y profesional. Debe ser increíble haber logrado lo que él. Ha conformado una familia muy bonita, ama a su esposa y está con ella desde hace años. Además, su hijo mayor se va a casar.
Hablando de amor...
—Meghan, ¿Podemos hablar?—le susurro.
Ella me mira, desconcertada pero cede.
—Sí, vamos a la mesa principal—Se pone de pie con su taza y yo hago lo mismo, las cuatro cabezas voltean a nosotras hasta que Meghan aclara:—. Vamos a buscar más café.
Todos vuelven a lo suyo y nosotras vamos a lo nuestro. En la mesa principal, no hay nadie, así que Meg aprovecha para acercarse a la máquina de café y sirve su taza.
La miro.
—Lo del café era real—dice, divertida. No puedo evitar sonreír —. ¿Qué querías decirme?
—Solo quería hablar es que mira...—comienzo, tanteando las palabras. Concluyo que lo mejor será ser directa:—. Alán me invitó a salir, creo. Pero sé que te gusta, así que puedo cancelar si es que lo sientes incomodo o mal.
Es la primera vez que un chico me pone en una situación rara. Sé que Meghan no es mi amiga, pero es especial para Celina y no quiero problemas de ningún tipo. Además me cae bien, no quiero empezar con el pie izquierdo y que piense que soy una zorra por fijarme en el mismo hombre que ella. Porque no lo soy, yo nunca habría invitado a Alán sabiendo que ella le echo el ojo primero.
Aunque en el fondo me pregunto si es que en realidad estoy buscando excusas para no salir con él porque aún siento algo por James. Y eso no desaparecerá de la noche a la mañana.
Ella parpadea, impactada. Espero no haber sido brusca ni haberla espantado. No dice nada, quizás me está maldiciendo en su cabeza.
Sin previo aviso, de la nada, se echa a reír. Frunzo el ceño, confundida.
—Oye tranquila, solo fue un comentario que hice sobre él, no es que sea mi amor verdadero—Se echa a reír. Posa una de las manos sobre mi hombro—. De todas formas, aprecio que me lo hayas dicho. Eso demuestra que eres una buena persona, Liz.
Últimamente no se siente así, no me veo como una representante de la moral. Más bien me siento todo lo contrario a eso. Digo, voy a arruinar una boda, un posible matrimonio y me estoy acercando a alguien en busca de información, estoy usando a Celina.
—Entonces, ¿Eso es todo?—me pregunta. Al ver que asiento, concluye:—. Bien, volvamos a la mesa.
Regresamos a nuestros lugares, para mi sorpresa, Celina y Jake han tomado sus lugares. La pelirroja se ve exaltada y fuera de sí, como si los nervios la estuvieran consumiendo.
—¡Y cuando llamé a la diseñadora me notificó que, oigan esto, había entregado el vestido a mi asistente!—exclama al aire. al parecer, está contando los sucesos con los que se encontró esta mañana—. ¡Pero mi asistente ni siquiera ha venido aquí, se supone que iba a dejarlo en recepción!
—Y en recepción no está—alega Jake, con calma.
—¡No está!—repite ella.
—Eso es terrible, Cel—dice Mandy, meneando la cabeza en desaprobación.
—¿Lo habrán robado?—interroga James, con el ceño fruncido.
Es que es muy malo, muy malo...¿Por qué me gusta este lobo vestido de cordero? ¿Por qué? Será que mi visión se ve distorsionada a causa del amor.
—No pasa nada, pedimos las cámaras de seguridad—dice Jake, adaptando una postura relajada en su silla y dándole un sorbo a su taza de café.
No me alcanzan las palabras para describir la clase de mirada que nos damos entre los tres. Parecida a la que le das a tu amiga cuando ambas ven al novio de tu otra amiga besándose con una chica que no es ella.
No sé que pasará por la mente de ambos pero en la mía, ya estamos presos. Condenados por robo, y James sintiendo la decepción de su familia sobre sus hombros.
—¿Cuándo se las darán?—inquiere Raven, tragando fuerte.
—Nunca—contesta él—. Lo gracioso es que nos dijeron que no podían darnos acceso a ellas, que lo tenían prohibido.
Los tres liberamos aire al mismo tiempo y volvemos a respirar. Eso estuvo demasiado cerca, creo que tuvimos suerte esta vez.
—En serio que no puedo creerlo—comenta la pelirroja, a punto de ponerse a llorar—. Me dijeron que no había tiempo para hacer otro antes de la boda.
Apoya sus antebrazos en la mesa y esconde la cara entre las manos.
—Vamos, Cel—la alienta Meghan—. Ya conseguirás otro.