Enamorada del Villano

Capítulo 23

Lizzie

Me incorporo en mi cama y la luz del sol va directo a mis ojos. No pude dormir, solo me acosté enrollada en una manta como el traje de un esquimal. Pero pensé. Pensé mucho.

A lo largo de mi vida, ví todas esas películas románticas, todas las obras teatrales y leí artículos, pero ninguno dice qué hacer en estos casos. Ninguna habla sobre amar a un hombre que lucha contra sí mismo. He visto a hombres buenos y a hombres malos que se los quiere hacer pasar por los primeros justificando sus acciones, pero no he visto grises. Y él es un gris.

Sé que James tiene un pasado duro, pero nunca dejó que eso lo definiera. Siempre trato bien a todos, hasta a su hermano.

Pero las cosas que hace últimamente...es como si su esplendoroso lienzo en blanco tuviera una mancha negra. Tengo en mente que nadie es perfecto pero me gustaría que las cosas fueran claras. No sé qué debería hacer.

Amo a James, sé que lo amo. El problema es que lo veo aproximarse con una enorme avalancha siguiéndolo. Y me pregunto si quiero estar debajo de ella.

No lo sé.

Me pongo de pie y abro mi armario. Tomo las valijas, las mismas que usé cuando llegué. No lo pienso demasiado y comienzo a llenarlas de ropa.

Oigo el sonido del teléfono del hotel y atiendo, cansada.

—¿Sí?—digo.

—Buen día señorita, los novios han solicitado la presencia de todos los invitados en el buffet—me informa una voz femenina.

—De acuerdo, gracias por avisar.

Cuelgo.

¿Ir al buffet? ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué es lo que quieren decirnos? Una extraña sensación se instala en la boca de mi estomago. Tengo el presagio de que no será bueno.

No tengo demasiados ánimos de ver a nadie, así que envuelta en mi manta y con mi pijama, bajo las escaleras hacia el buffet.

Al llegar, encuentro a Celina y a Jake de pie en el centro del lugar. La primera se ve devastada, tiene los ojos rojos y la mirada pérdida en el momento que su prometido llama la atención de los invitados. Entonces, todos le prestan atención.

Me quedo observando la situación desde el umbral de la puerta.

—Tenemos un anuncio que hacer—avisa Jake con la voz firme. Él no se ve devastado, aunque encuentro un atisbo de tristeza en su mirada.

Ay, no.

Se queda observando a Celina, expectante. Cuando ella lo nota, da un respingo y se centra.

—Ah, sí—Asiente con la cabeza—. Queremos anunciar q—que...

En la última palabra trastabilla y se vuelve notorio que lleva un nudo en la garganta. Repasa con la mirada el sitio como si no lo reconociera.

—Que...—Traga con fuerza.

Jake comienza a menear con la cabeza.

—La fecha de la boda se retrasa—determina.

Y así, sin más, Jake se retira mientras detrás, en el buffet, se desata el caos. Pasa por mi lado con una rapidez digna de alguien que no quiere saber nada más del tema.

Mientras tanto, los invitados se levantan de sus asientos, comentan entre ellos y se ven desconcertados. Entre el revuelo, distingo a Mandy y a Russell acercarse a Celina con una expresión de confusión. Ella comienza a lagrimear, así que se toman de las manos y escuchan su descargo.

Y de pronto, mis mejillas se empapan porque siento su dolor como propio.

No puedo evitar pensar que los problemas se avecinan. Y sé que un «retraso» no es una cancelación pero por las expresiones de ambos pareciera que, en realidad, es que están dando un paso previo con la esperanza de que las cosas se solucionen.

—Liz—me llama una voz que conozco demasiado.

Entonces lo veo: James camina directo hacia mí y entro en pánico. No puedo estar con él, no quiero respirar el mismo aire. Demasiada angustia en mi cuerpo para enfrentarlo, demasiados pensamientos en mi cabeza para intentar comprenderlo.

—Solo quiero que hablemos—suplica.

Comienzo a caminar lejos, ignorandolo, y cuando oigo que intenta alcanzarme, apresuro el paso. Sé que no puedo ir por las escaleras porque me interceptaría al momento, así que me meto al ascensor y presiono el botón con rapidez.

Antes de que las puertas puedan cerrarse, veo su figura y decido despedirme;

—Adiós, James.

No se supone que deba huir como una desgraciada, desearía que las cosas fueran diferentes, que los problemas se desvanecieran y pudiéramos regresar al día uno.

Retrocedo hasta que mi espalda golpea la pared del ascensor y la tristeza me derriba al suelo. Me cubro con la manta, no puedo moverme así que simplemente permanezco hecha una bola en la esquina del ascensor.

Sé que Jake fue malo, que fue una mierda toda su vida. Pero, ¿Por qué Celina tiene que pagar por él? Ella merece su cuento de hadas. Todas las mujeres lo merecemos.

Las puertas se vuelven a abrir y me incorporo como un resorte porque la presencia de James me impacta como un puñetazo en el estomago.

Por el estado en el que está, parece que ha subido las escaleras a una velocidad impresionante.

—Liz—susurra en cuanto nota mi estado deplorable.

Se introduce al elevador y presiona un botón que nos sacude, las puertas se cierran.

Nos encerró.

Intenta acercarse pero coloco un brazo en medio, para aguardar mi distancia.

—¿Qué fue eso de adiós?—pregunta, su tono está plagado de dolor.

Me siento avergonzada, no creí que llegaría el punto en que tuviera que verlo a la cara y decirle que me iría. No planeé nada; ni las palabras ni el modo. Solo lo dejaría aquí y con el pasar de los días, lo sabría. Ahora, las consecuencias son que ni siquiera puedo verlo a los ojos.

Desvío la mirada, pero me toma del mentón y me obliga a mantenerla.

—¿Te vas?

Respiro profundo, intento verme fuerte y firme con mi decisión, aunque la misma es más flexible que otra cosa. Sé que en cualquier momento podría cambiar, porque tiene esa clase de poder sobre mí.

—Sí—susurro.

Frunce el ceño.

—Liz, por favor, yo...—comienza y suelta un suspiro—. No quiero que te alejes así.



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Editado: 29.04.2024

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