¡Hola villanos! No tuve tiempo (Otra vez) de editarlo pero es porque me siento un poco mal :(. De todas formas, terminé el capítulo para ustedes y quería decirles que los amo mucho, leer los comentarios que me dejan me pone muy feliz. Gracias por estar ahí apoyando, para mí es muy importante saber que la historia les gusta.
En fin, los dejo con lo que escribí, espero que sea de su agrado, no olviden dejarme su estrellita y seguirme en mi perfil <3.
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Matt toma una tela y comienza a tratar de apagarlo, pero la misma termina por incendiarse.
Doy un vistazo rápido a mi alrededor en busca de algo que pueda servir. Por suerte, hay un extintor cerca de la barbacoa.
Corro hasta él y lo acerco al fuego, apagandolo al instante.
Cuando volteo hacia los muchachos, noto que miran boquiabiertos.
—Ah, pues...es que mi papá es bombero—me encojo de hombros y señalo los restos del lugar donde se encontraba lo que parecía la fogata—. El agua solo lo iba a expandir.
—Ajá—es lo único que sale de la boca de Gulliver mientras parpadea.
—¡Gracias por salvarnos, nena!—exclama. Keyle, zarandeandome.
Cel me alienta desde su lugar cuando nota que no puede acercarse.
—¡Creía que iba a morir!—grita—. Eres nuestra heroína.
Jake se acerca a Matt y le arrebata la tela de las manos. Lo mira mal.
—Esta es mi camiseta, la que traje de respuesto—dice.
—Es la nueva moda, Jaki—le responde con una sonrisa mientras palmea su hombro.
Él no parece convencido de ver el resto de su ropa, pero Cel se ríe y los demás también. Solo le queda suspirar.
—¿Tú sabías que ese extintor estaba ahí?—le pregunta Meg a Alán.
Él rasca su nuca.
—¡Claro que sí!—exclama, aunque su tono de voz pareciera delatar su mentira—. Siempre hay uno cerca de las barbacoas del recinto.
El lugar permanece en silencio. Se aclara la garganta
—Bueno...¿Qué les parece si pedimos que nos traigan comida del buffet?—propone.
***
Puedo oír a los grillos mientras degusto mi plato del buffet. Alán no tuvo más remedio que llamar al hotel para que nos trajeran algunos platillos. La barbacoa se canceló pero no está tan mal.
Con James nos sentamos en dos reposeras, alejadas del grupo y aquí mismo, en la oscuridad de la noche en el medio del bosque con apenas unas luces colgantes alumbrando, pareciera como si fuera una cita.
Lo veo dejar su plato a un lado en cuanto lo termina. Se relaja en su asiento con los brazos detrás de la nuca y exhala con fuerza, mientras mira los alrededores.
—¿Esta es tu idea de una cita?—me burlo.
De pronto, voltea hacia mí con una sonrisa.
—¿Es una cita?—alza una ceja.
—No—suelto rápido, nerviosa.
Miro hacia otro lado, a cualquier parte menos a él porque no tengo el coraje para seguir la conversación. Sin embargo, toma mi mano y me veo obligada a volver a su burbuja.
—Tendremos una cita, una para recordar—me dice con tono de pena, sus ojos delatan que le preocupa que me conforme con este momento tan simple—. Te llevaré a comer a un restaurante caro o iremos a ver una película, te invitaré a mi casa, pondré musica, tomaremos un par de copas y haremos el amor. Pero lo de ahora no es más que nosotros pasando el tiempo.
Contraigo mis hombros porque no puedo sostener la vergüenza que me genera oír esas palabras salir de su boca. Sobre todo, las últimas.
Aunque diversas emociones explotan dentro de mí cuando deja un pequeño beso en el dorso de mi mano.
Aclaro mi garganta.
—No tiene que ser nada extravagante—intento desviar el foco—. Quizás podríamos tirar una manta en algún parque y ver las estrellas.
Sus labios se curvan en una sonrisa, sin enseñar los dientes.
—¿Una manta en el césped?—pregunta.
Me encojo de hombros.
—Sé que no estás acostumbrado pero es lo que me gustaría.
Él asiente mientras se pone de pie.
—Es un poco extraño que quieras hacerlo por primera vez en un lugar público, pero está bien—se mofa, lo cual me saca una sonrisa. Toma su plato y determina:— Será lo que tú quieras. ¿Terminaste?
Señala mi plato y no pienso dos veces antes de entregárselo.
—Iré a llevar esto con los demás cacharros—avisa.
—Te extrañaré—confieso mientras sonrío.
—Serán solo dos segundos—comenta, restándole importancia.
—Te extrañaré mucho—repito, sin pensar.
Se queda quieto, solo mirándome y sé que quizás cometí un error.
No digas esas cosas, vas a espantarlo.
—Liz, no me digas esas cosas—dice, serio.
Lo sabía.
Me vuelvo pequeña en mi asiento, creo que acabo de arruinarlo todo. Me hubiera gustado estar con otro antes que James, aunque sea tener un amorío adolescente para saber cómo actuar con un hombre.
Es decir, ¿Debo decirle todo lo que siento? ¿O mejor me lo guardo? ¿Puedo pedirle que me tome de la mano o debo esperar a que lo haga? ¿Puedo manifestar mis celos aunque sean tontos? Agh, necesito hablar con Greta.
—¿Por qué?—pregunto intimidada.
—Porque voy a tener que besarte y no puedo—responde con picardía.
Se va mientras me deja con el corazón revolucionado.
—¿Y? —la cabeza de Raven se asoma por un lado del respaldo.
Doy un respingo.
—¿Qué haces?
Coloca ambos brazos sobre la parte de arriba de la silla para tomar sol y apoya su cabeza con una sonrisa.
—Tranquila, no oí nada, acabo de escabullirme hace dos segundos.
Suspiro.
Esto de llevar un plan, me está volviendo loca.
—Tengo información y no te va a gustar—dice.
Volteo rápido.
—¿Qué sabes?—lo incito a que suelte toda la información.
—Estaba revisando las fotos del cuaderno, y por lo que pude notar entre tantas flechas complicadas que daban vueltas y giraban sin cesar...en fin, que ya sé cual es su próximo movimiento.