Enamorada por casualidad.

|Capítulo 40|

Ya son 6 meses sin mi Carlos, justo hoy es su cumpleaños así que en cuanto desperté salí al panteón.

—Buenos días, cielo. ¡Feliz cumpleaños! Te amo muchísimo, aún te extraño más que nunca pero estos últimos meses he entendido que eres un ángel en mi vida, cada que las cosas van mal siento tu presencia y te agradezco todo lo que hiciste y sigues haciendo por mí, eres el más precioso de todos, cielo, jamás olvides que te amo.

El año pasado fue una navidad difícil pues mi amor estaba en coma, cuando despertó pensé que esta navidad sería diferente y que la pasaríamos juntos, pero no fue así.

Será una navidad ajetreada pues Pablo y Esteban me invitaron a pasarla en sus casas y mamá la pasará con sus compañeros de trabajo.

Llegué al centro comercial, en la primera tienda a la que entré, encontré unos botines similares a unos que tengo y me pareció cómico comprárselos a Esteban, compré unas camisas para su papá, y unos tenis para Rodrigo, también compré algunas cosas para la familia de Pablo.

En la última tienda de hombres a la que entré compré unos zapatos, un reloj para Pablo y una fragancia para Esteban.

Ahora faltaban los regalos de las chicas.

A Perla le compré dos pares de zapatillas, ella las domina muy bien, además le encantan, a mamá le compré una fragancia, una bolsa y unos lentes y a Margarita le compré una bolsa y mascadas pues le encantan al igual que a mí.

Compré todo para envolver los regalos y hacer los moños.

Subí al autobús, el camino fue muy incómodo ya que iba muy cargada, llegué a casa, preparé de comer y subí a mi habitación a envolver los regalos.

Encendí la bocina con mis canciones favoritas, mientras envolvía los regalos cantaba, al terminar de envolver hice las notas y los moños, coloqué todos los regalos en la esquina de mi habitación.

Mi habitación, mi casa, la escuela, mi cámara, mis manos, incluso mi cuerpo entero están llenos de recuerdos con Carlos, lo miraba en cada acción que hacía por mis anillos.

Nunca olvidaré cuando me dio el anillo de promesa, los dos llevábamos puestas sudaderas grises y fue en la universidad donde me lo dio, tampoco puedo olvidarme de las luces en invierno cuando me pidió ser su esposa.

Papá se molestó pues "éramos jóvenes para eso" pero no se trataba de edad, sabía que era él con quien quería pasar mi vida entera y estoy segura de que así hubiese sido si estuviese vivo.

[...]

¡Hoy es noche buena!

Cepillé y sequé mi cabello, me puse unos jeans, un suetercito, una chamarra, un gorro y una mascada pues hacía demasiado frío.

La noche anterior me encargué de hacer bizcochos para no llegar con las manos vacías, así que tomé el postre y el regalo de Margarita, mamá me prestó el auto así que llegué rápido a su casa.

Toqué el timbre y abrió de inmediato.

—¡Hola! —Me abrazó.

—Buenos días, ¿cómo está?

—Con un vacío en el corazón, pero con un ángel en el cielo. —Sonrió con nostalgia. —¿Cómo te encuentras?

—Bien dentro de lo que cabe. —Me dio un fuerte abrazo.

—Él nos quiere ver felices. —Asentí. —Mi esposo y yo pasaremos la navidad con mi mamá y quiere verte, ¿crees poder venir?

—Por supuesto.

—Iré por mi bolso.

La seguí en el auto y llegamos a la ciudad donde pasé días increíbles con mi chico, sentía algo en mi corazón, era un sentimiento lindo, sentía que él estaba ahí y no me aterrorizaba sino todo lo contrario, me daba una paz increíble cómo sólo él podía hacerlo.

—Hola, estás igual de linda, aunque más delgadita. —Apretó mis mejillas.

—Carlos fue el culpable de mis kilos extras. —Reímos al unísono.

—Fue el culpable de todo lo bueno que pasó en nuestras vidas, hija, lo extraño mucho pero me quedo con todos los buenos recuerdos, una vez escuché que no debemos llorar por su ausencia sino agradecer por su presencia.

—Tiene razón.

Estaban preparando la ensalada para la noche, decidí ayudarlas a hornear el pavo.




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