Enamorada por casualidad.

|Capítulo 4|

Me desperté muy temprano, así que decidí ir a una tienda de accesorios que estaba cerca de mi casa para conseguir el “accesorio ideal” para la boda.

No me tardé mucho, en cuanto entré al lugar miré un collar morado muy lindo, no lo pensé y lo compré, el negro queda con todo y ese collar era perfecto.

De regreso a mi casa, comencé a buscar que zapatos ponerme y decidí ponerme unos botines negros que me encantaban, eran perfectos y más para la ocasión.

Mi idea era arreglarme un poco pero con mi toque personal, ya que era algo que nunca hacía.

Después de todo lo que había hecho ya era hora de arreglarme para la universidad, me puse un pantalón y una blusa de hombros descubiertos, no me gustaba mostrar mis piernas, hombros y brazos, pero el calor estaba intenso para estar tapada de todos lados. Mi cabello lo dejé suelto.

Fui a tomar el autobús, al subirme noté que el asiento de atrás, donde la mayoría de las veces me sentaba estaba ocupad, tomé asiento atrás para cuando se desocupara “mi” lugar, sentarme ahí. Llegamos a la parada donde se subía Esteban, cuando miré que se subió morí de risa, no pude evitar recordar lo del día anterior.

—Mucha risa.

—Demasiada. —Respondí riéndome.

—Cuando el chofer llego a la central de camiones, gritó que me bajara. —Seguí carcajeándome —¿Por qué lo hiciste, Katherine? —Gruñó.

—Me pareció muy gracioso. —Me encogí de hombros desenfadada.

—Lo único bueno fue tu suéter.

—¿Me lo trajiste?

—No. ¿Por qué me lo pusiste?

—¿No me lo darás? Quería taparte la cara, había muchas luces y podías despertarte.

—Dije que no. Y, ¿por qué no querías que me despertara?

—Porque te darías cuenta que ya se había pasado tu parada. Por ahorita no me lo des, pero espero que cuando el invierno llegue, me lo des, es muy calientito ¿verdad? —Pregunte con risa aun.

—No puedo creer que aún sigas riéndote, fue buena la maldad. —Contestó con su sonrisa tan linda. —Quizás te lo dé.

El lugar que me gustaba se desocupó y me senté atrás, Esteban no perdió ni un segundo y fue tras de mí.

—Cada día que pasa me pareces más interesante.

Traía audífonos, no había entendido nada, me percaté de que habló por su movimiento de labios.

—¿Qué? —Me quité los audífonos para escuchar las posibles mentiras que iba a decirme.

—Que cada día me pareces más interesante.

—Supongo que está bien.

No, no estaba bien, si le parecía “más interesante” más me molestaría y más se aferraría a estar a mi lado.

—¿Hoy si aceptarás salir conmigo? —Indagó un tanto cansado, cosa que me fascinó.

—No.

Después de esto el camino fue silencioso, ni uno ni el otro siguió hablando.

Por la ventana miraba su guapo reflejo, su forma de vestir era muy casual, pero jamás se miraba desarreglado. Cada vez me convencía más de que sin su presencia el camino sería un tanto aburrido.

Llegó la hora de bajarme, Esteban me acompañó a la entrada de la universidad y se despidió tan calurosamente como siempre.

Cuando entré a la universidad, estaba Carlos esperándome.

—Buenas tardes. —Saludó.

—Buenas tardes.

—¿Cómo estás? —Estaba más serio de lo normal.

—Bien, ¿y tú?

—Bien. ¿Lista para mañana?

—Sí, ¿y tú?

—También, pero quería preguntarte algo… ¿Qué color de corbata me pongo?

—Morado. —Contesté sin decirle que yo llevaría un detalle morado.

—Perfecto, entonces nos vemos mañana.

Tomé mis clases, ese día era en el que salía temprano y no tuve filosofía así que no volví a mirar a Carlos. Perla me invitó al cine, a ver si ya podíamos ver la película que no vimos la vez anterior, pero para nuestra mala suerte, ya la habían quitado de la cartelera.




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