Enamorada por casualidad.

|Capítulo 12|

Ha pasado una semana sin ver a Carlos, ha estado ocupado, lo extraño un poquito pero me alegra no tener problema en distanciarnos puesto que la confianza no se ha roto.

Desperté y recibí un mensaje de mi novio, una pequeña acción que cambiaba mi día y me enloquecía saber al gran chico que tengo a mi lado, «¿qué hice para merecer tanto?».

Carlos.

Hola, amor, me encantas nunca lo olvides. Pasa lindo día y espero que hoy nos veamos.

Katherine.

Buenos días, cielo, cuídate.

Carlos.

¿Queeeeé, cómo me dijiste? ♡♡

Katherine.

Te dije cielo, bobo.

Carlos.

Te amo, pequeña.

No contesté después de ese mensaje, aún no sentía amarlo, me encanta y sé que estoy enamorada de él pero de eso a amarlo hay una gran diferencia.

No miento cuándo digo que me vuelve loca todo él, es simplemente perfecto para mí y seguramente para muchas más.

Me di una larga ducha y salí al centro, Perla y yo iremos a la estética, yo me cortaré un poco el cabello y Perla se lo pintará.

—Te ves hermosa. —Me abrazó.

—Y tú, estás bella. —Dije guiñándole el ojo.

—Katy, cada día te ves más feliz, ¿es por Carlos?

—No lo sé, pero tengo miedo.

—¡¿A qué!?

—A que todo esto termine.

—Anda, no seas negativa, Carlos te quiere, es más, podría apostar que te ama. Cuándo te mira sus ojos cambian a dulzura, te mira con ojos de amor y pasión además de que te presume a toda costa, él está loco por ti.

—¿Eso crees?

—Eso es.

—Gracias, tonta. —Me acerqué y le di un pequeño abrazo.

—De nada, boba.

Nuestra amistad era perfecta porque no teníamos filtros, ambas nos decíamos todo lo que sentíamos sin miedo a lo que pensase la otra.

Entramos al salón de belleza y ahí estaba Blanca, nuestra estilista favorita.

—¿Qué necesitan, preciosas?—Nos saludó amablemente.

Explicamos lo que queríamos y en menos de media hora ya estábamos listas, pagamos y salimos emocionadas.

—Katy, ¿qué te apetece comer?

—Me comería una vaca si hubiese, ¡muero de hambre!

—¿Vamos a "La bonita"?

—¡Vamos!

Es un restaurant de comida mexicana y cocinaban con amor, ya que todo sabía casero y delicioso.

Entramos y ordenamos, Perla ordenó pozole mientras que yo ordené enchiladas verdes.

Al paso de minutos nuestra orden estaba lista y nos dispusimos a comer. Iba a dar mi último bocado cuando me quedé petrificada mirando aquella escena, mi cuerpo empezó a sentir un calor inexplicable mientras que mis ojos amenazaban con salir.

—¡Perla, mira allá! —La guíe a la escena con mis ojos.

—¡Dios mío, ¿quién es esa?!

—¡Demonios, ¿qué hace con él?! —Maldije con rabia.

—Debemos calmarnos.

—Me parece bien.

«¿Así o más bipolares?».

Quedamos en silencio y ninguna de los dos le quitaba la vista a Carlos y a la chica con la que estaba, ¡sí con una chica!

La chica cada vez se le insinuaba más a Carlos y él no parecía molesto, cosa me hacía hervir de coraje.

Cada vez sentía que mis celos crecían más y más. Quería saber que iba a pasar, quería saber si de verdad le importaba o solo era un juego para él.

—¡No puedo creerlo, Perla!

—Katy, tranquila. Él no ha hecho nada. —Hizo una pausa. —Aún. —Murmuró.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.