Enamorada por casualidad.

|Capítulo 17|

Puse la canción de "feliz cumpleaños”, me dirigí a la cocina a llevar el pastel que le hice a mamá.

—Gracias, pequeña Katy.

—¡Feliz cumpleaños, mamá! —Le di sus regalos y esperé a que soplara las velas.

Abrió lentamente el envoltorio y lo primero que sacó fue la carta.

Empezó a leerla, en cada párrafo que leía me besaba y abrazaba.

—¡Eres una chica perfectamente increíble, te amo, mi niña! —Secó sus lágrimas.

Le gustó la carta, gracias a mi nuevo “mejor amigo castaño".

Papá llegó a medio día y pasamos toda la tarde celebrando a mamá, a esa mujer que daba todo sin esperar nada a cambio, a esa mujer tan perfecta.

♡♡♡

A la mañana siguiente me despertó el timbre de mi celular.

—¿Hola?

—¡Katy!

—¡Perla! —La imité.

—¿Podemos vernos hoy?, sé qué ayer fue el cumpleaños de tu mamá, por eso no quise interrumpirte, por cierto felicítala de mi parte.

—¿En dónde nos vemos?

—¿En la cafetería?

—De acuerdo.

—Te quiero.

—También yo.

Colgué la llamada y mi celular volvió a sonar, pero por un mensaje.

Carlos.

Hola, amor. ¿Cómo estás? Los días me parecen infinitos sin poder mirar tu rostro y sentir tus labios. Te adoro, y espero que el día de hoy te vaya bien, pequeña .

Katherine.

Pronto nos veremos, cielo, lindo día y éxito en todo. Nunca olvides que te súper quiero .

Me marcó y hablamos un buen rato, hasta que colgué debido a que se acercaba la hora de ver a Perla.

Tomé una ducha, coloqué un overol negro con una blusa guinda y unos tenis, me hice un moño desenfadado y llegué con Perla.

—¡Por fin puedo verte! —Me abrazó.

—No es para tanto. —Le enseñé la lengua.

Pedimos nuestra orden, hablamos por horas y Perla debía irse.

—¿Puedes acompañarme a la casa de Rodrigo?

—Sabes qué me encantaría hacerlo y también sabes que me lo impide.

—Oh, vamos. Pudieron hablar bien hace un par de días, nada malo pasará.

—Espero que nada pase o sabré a quien culpar. —Levanté mi dedo acusador y la apunté.

—De acuerdo. —Habló con alegría.

Después de tomar el autobús y caminar un poco, llegamos a la casa de Rodrigo.

Mi amiga tocó ligeramente la puerta.

—Hola, lindas, ¿con cuál de mis chicos vienen? —Cuestionó un atractivo señor.

—¡Con Rodrigo! —Gritamos al unísono.

—Adelante.

—So-somos Perla y Katherine. —Me señaló ruborizada.

¡Ninguna de los dos conocíamos al papá de Rodrigo! y a pesar de que era mayor sabíamos que de joven era idéntico a sus chicos.

—Leonardo. —Nos saludó de mano. —Rodrigo está en su habitación, siéntanse en su casa y si necesitan algo, no duden en pedirlo.

—Gracias.

Subimos a la habitación y mi corazón se hizo pequeño al mirar a un Rodrigo lleno de heridas.

—Amor. —La pareja se fundió en un beso. —Hola.

—Hola, se que sonará fatal, pero ¿cómo estás?

—Bien, sé que mi cuerpo dice otra cosa, realmente estoy bien, gracias por la visita. —Me guiñó el ojo.

—¿Por qué no me dijiste qué estaba tu papá? —Preguntó Perla molesta.

—Si te lo hubiese dicho, no hubieran venido.

—¡Están idénticos a él!




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