Ana:
Dos semanas…
— ¿Te sacaron de tu equipo de fútbol? — pregunta Sebastián cuando nos sentamos en las gradas frente a la cancha de fútbol a punto de presenciar el enfrentamiento entre ambas universidades.
La semana ha sido un asco, pero a la vez nos han dejado respirar dejando de lado el accidente y las demás cosas.
En la semana que ya me sentía bien para volver a mis clases habituales menos la de inglés que hice que le dieran de baja ya que lo haría por medio de internet por mi seguridad no quería que ocurriera lo mismo.
Me mandaron a decir que había entrenamiento porque teníamos partido pronto, estaba claro que quería jugar es importante ya que define quien se llevara el trofeo para su respectiva universidad, no podía faltar.
Pero me llevé con la sorpresa que cuando fui a hablar con las chicas sobre que estaba dispuesta a jugar y ya no perderme otro juego — porque había faltado a dos —, me dijeron que no podía y que sabía todo lo que me había pasado y que era mejor hacerse a un lado.
¿Cómo creen que reaccione ante eso? Solo dije <<Ok, no juego este partido no se preocupen>>. Estaba claramente hirviendo de furia por dentro y las ganas de gritar de frustración no faltaron.
Quería jugar, pero por las ‘’noticias’’ y mi supuesto ‘’embarazo’’ que también supieron y corrió como agua por la universidad me costaron 3 juegos perdidos y la salida definitiva del equipo. Quede en nada.
— Sí — lleve un puñado de palomitas a mi boca, no quería que me preguntaran más cosas. Si lo hacían iba a explotar y saben quién golpee para quitarme todo de encima.
Maldigo a Owen, maldigo no habernos ido de aquí, maldigo a todos lo que apoyan a ese hijo de puta, daría todo lo que fuera para acabar todo esto de una buena vez.
— Tranquila — acaricio mi cabello al ver mi molestia.
¿Se puede acribillar a una persona mediante una mirada? Si así se puede, Sebastián estaría con 4 puñaladas en el estómago.
— No soy un perro — lo mire mal.
— ¿Segura? Porque lo único que falta es que te salga espuma de la boca por toda la ira que te cargas.
— ¿Quieres conservar tus dedos?
Deja de tocarme la cabeza y aleja su mano, suspiro; cansada viendo cómo las personas se sientan en diferentes lugares para observar. Llevó la botella de refresco a mi boca para darle un gran trago.
— Lo necesito para dar orgasmos — dice, haciendo que el líquido salga disparado por la nariz. Escucho como se ríe, limpio con el torso de mi mano la boca y la nariz porque hasta ahí se desparramado el líquido dulce. Doy gracias que no había nadie en frente, eso sería una completa humillación.
Si con las justas aguanto la burla de Sebastián ahora voy a aguantar la burla de todas las personas.
Comienzo a toser como una loca avivando más su risa, me doy palmaditas en mi pecho para tratar de tranquilizarme. Dejó a un lado la bebida para darle un manazo en el hombro, a medida que me voy calmando deja de reír.
— ¡No fue gracioso!
— Lo fue, no lo niegues — pasa la mano por su frente secándose el sudor — Ay, no te enfades, fue gracioso ver tu reacción.
— No, tranquilo. No estoy enfadada — ironizó.
— ¿No?
Pero este es idiota, claro que estoy enfadada.
— Sebas… ves lo que está allá — señaló un punto desconocido haciendo que mire. Achina los ojos para observar mejor y le doy una bofetada suave pero sonora — eres un idiota te estoy haciendo mirar el sol.
Ahora soy yo la que ríe ante lo que he hecho, bebe de su refresco y me saca el dedo corazón. Los altavoces comienzan a sonar dando inicio a la salida de los equipos de fútbol, se puede escuchar una voz muy varonil que habla por estos.
— Bienvenidos todos y todas. En este momento van a presenciar el juego de estos grandes equipos de universidades diferentes, el que les habla es su reportero Archí son las 6:30 de la tarde así que, daremos pase a anunciar quiénes son los capitanes de fútbol de los respectivos equipos, pero antes ¡Una bulla!
La gente comienza a gritar, aplaudir y zapatear en sus asientos, nosotros dos hacemos lo mismo y abrimos un pequeño cartel que Sebastián se esforzó en hacerlo, ya que dijo que su amor, o sea Mauricio, necesitaba mucho apoyo de nuestra parte.
Doy gracias que lo convencí de hacer un pequeño ya que él dijo que necesitábamos una pancarta para que lograse verlo y que todos lo envidiaran y prometió que gritaba ¡Ese es mi esposo, alábenlo!
Voy a cruzar los dedos para que no lo grite, al menos, no tan fuerte.
— En el equipo de la izquierda tenemos al capitán ¡Mauricio! y en el lado derecho tenemos al capitán ¡Saulo! un fuerte grito para ellos.
— ¡Vamos equipo! — alentamos.
Los chicos comienzan a salir con su respectivo uniforme que los representa y diferencia, por parte de nosotros el equipo corresponde de una camiseta roja y negra, en la parte de abajo el short deportivo color negro con una fina franja roja y sus zapatillas color blanco y medias largas que les llegan casi a la rodilla.
El otro equipo su uniforme corresponde de una camiseta celeste y toques azules, el short es de color blanco y las zapatillas de color celeste y medias blancas con dos franjas azules.
Cada uno toma su posición en la cancha, el árbitro aparece después de ellos con su respectivo uniforme color amarillo chillón.
Da señales con la mano y de su bolsillo saca una moneda creo, se dirige a los dos capitanes para ponerse en medio de esto para definir quiénes comenzarán el pase con la pelota, se dan la mano e intercambian algunas palabras para que la moneda sea tirada al aire y así se defina.
— Me dan las indicaciones que por el lado derecho tomara la pelota primero. Esperaremos la orden del árbitro para empezar.
— Espero que ganen, no he hecho esto por las puras — Sebastián me zarandea para llamar mi atención.