Desde aquel incidente, Gaby sintió una paz que nunca antes había experimentado. La noticia de lo sucedido se esparció rápidamente por la universidad, y pronto todos supieron que, cuando Jungkook estaba cerca, nadie se atrevería a tocar a Gaby. No se trataba solo de su estatus, sino de la firmeza con la que Jungkook defendía a las personas que quería. Para muchos, él era un líder en su propia manera, y su lealtad hacia Gaby era algo que no se podía cuestionar.
Las chicas que antes la miraban con desdén, como Kelly, se mantenían a una prudente distancia, temerosas de enfrentar la furia de Jungkook. Nadie quería ser el próximo blanco de su mirada decidida, especialmente después de ver cómo defendió a Gaby con tal intensidad. Gaby, por su parte, notó un cambio en la actitud de todos. Las miradas ya no eran de burla ni de desprecio, sino de respeto, aunque en algunos casos, un tanto receloso. Todos sabían que Jungkook era un joven de pocos pero contundentes principios, y que si alguien atentaba contra Gaby, tendría que enfrentarse no solo a él, sino también a la comunidad de amigos que él había reunido a lo largo de los años.
Pero lo más impactante fue el cambio en la propia Gaby. La protección de Jungkook le dio una nueva confianza. Ya no se sentía como la chica vulnerable que un día intentaron intimidar. Ahora caminaba por los pasillos con la frente en alto, sabiendo que no solo tenía el respaldo de su amor, sino también de una red de apoyo que había crecido a su alrededor gracias a él.
A medida que los días pasaban, el sentimiento de inseguridad que alguna vez la había acompañado desapareció, reemplazado por un sentimiento de fortaleza. Y aunque sabía que el amor de Jungkook había sido el catalizador de este cambio, también entendía que su relación había evolucionado más allá de un simple romance. Habían pasado por pruebas, malentendidos y momentos difíciles, pero al final, su vínculo era uno de esos raros y profundos que permanecen inquebrantables, sin importar los obstáculos.