Pasaron los días, y con cada amanecer, el vientre de Gaby iba creciendo. Era algo tan hermoso y emocionante, pero a la vez, lleno de pequeños miedos y dudas que, a veces, le cruzaban por la mente. Jungkook estaba a su lado, más que nunca, acompañándola en cada paso, en cada control médico, en cada visita al doctor. Él nunca había imaginado que ser padre fuera algo tan importante, pero ver cómo crecía el bebé dentro de Gaby le llenaba de una emoción profunda y un amor que no sabía cómo explicar.
Cada vez que iban al médico, Gaby se sentía nerviosa. Aunque todo parecía estar bien, el proceso de ver cómo crecía su bebé, sentir sus cambios físicos y los consejos del doctor, la hacían reflexionar sobre la responsabilidad que venía con la maternidad. Pero lo que más le tranquilizaba era tener a Jungkook a su lado, su apoyo incondicional. Cada vez que ella veía su rostro en el hospital, sentía que todo estaba bien.
Una tarde, después de uno de los controles, mientras caminaban de regreso a casa, Gaby no pudo evitar hablar sobre todo lo que sentía.
Gaby, tocándose suavemente el vientre y mirando a Jungkook, con una sonrisa llena de ternura: Es extraño... cada vez que voy al control y escucho el latido del corazón del bebé, siento como si todo se volviera más real. Al principio, me asustaba mucho, pero ahora... me siento tan feliz de estar viviendo esto contigo.
Jungkook, mirándola con una sonrisa suave, tomó su mano y la apretó con cariño.
Jungkook, con una mirada llena de amor y protección: Yo también me siento increíblemente afortunado, Gaby. Todos los días me sorprende ver cómo estás manejando todo esto con tanta fuerza y ternura. El bebé es afortunado de tenerte como madre, y yo soy afortunado de ser el padre.
Gaby se detuvo por un momento y lo miró, sintiendo una oleada de emoción. A pesar de los temores y los retos que vendrían, en ese momento sabía que no había nada que pudiera separarlos. Tenían el uno al otro, y eso era lo único que importaba.
Gaby, con la voz quebrada por la emoción, habló en voz baja: No sé qué haría sin ti, Jungkook. Gracias por estar aquí, por acompañarme en cada paso. A veces me siento tan asustada, pero tú me haces sentir que todo estará bien.
Jungkook, con una sonrisa llena de amor y comprensión, la abrazó suavemente, rodeándola con sus brazos.
Jungkook, con voz firme y segura: No tienes que tener miedo, Gaby. Yo voy a estar contigo siempre. Juntos vamos a darle todo lo mejor a nuestro hijo, y a ti, nunca te voy a dejar sola.
Gaby cerró los ojos por un momento, disfrutando del calor de su abrazo. Sentía que sus temores se desvanecían, reemplazados por una sensación de paz. Sabía que la vida no siempre sería fácil, pero si tenían el uno al otro, todo era posible.
Gaby, con una sonrisa tranquila, se apartó ligeramente para mirarlo: Vamos a ser una gran familia, Jungkook. Con todo lo que nos ha pasado, sé que podemos con esto. Nuestro bebé será muy feliz, y nosotros también.
Jungkook asintió, sintiendo cómo su corazón latía más rápido al imaginar su vida junto a Gaby, formando una familia llena de amor, respeto y apoyo mutuo.
Jungkook, con la mirada fija en ella y un brillo especial en sus ojos: Lo prometo, Gaby. Vamos a ser la mejor familia del mundo. Estoy emocionado de vivir cada momento junto a ti y a nuestro hijo.
El tiempo pasó rápidamente, y los días se convirtieron en semanas. Gaby continuaba asistiendo a sus controles médicos, y cada vez que el doctor confirmaba que el bebé estaba bien, ella y Jungkook compartían sonrisas y gestos de alivio. El crecimiento de su hijo se volvía cada vez más real para ellos, pero lo que más les emocionaba era ver cómo, día a día, su amor crecía y se transformaba en algo aún más grande, más hermoso y más fuerte.
Gaby miraba su vientre con ternura, sabiendo que dentro de poco, tendría en sus brazos a ese ser tan especial que ella y Jungkook habían esperado con tanto amor. Y mientras el bebé seguía creciendo, su conexión como pareja también lo hacía, cada vez más fuerte, más sólida. No había vuelta atrás; estaban juntos en esto, y nada podría separarlos.
Gaby se encontraba sola en la habitación, sentada frente al espejo, su mirada fija en su vientre, donde ya se notaba el ligero crecimiento del bebé. El reflejo le parecía tan extraño, casi surreal. Nunca había imaginado que este día llegaría, y la realidad de la maternidad comenzaba a instalarse en su vida de una manera que no podía ignorar. Las preguntas la invadían: ¿Sería suficiente? ¿Sería capaz de ser la madre que su hijo merecía?
Las dudas se arremolinaban en su mente como una tormenta inesperada. Pensó en la vida que había tenido hasta ahora, tan enfocada en sus estudios, sus sueños y sus propios miedos. ¿Cómo encajaría todo eso con la llegada de un bebé? ¿Cambiaría por completo su vida? ¿Podría seguir persiguiendo sus metas personales y al mismo tiempo ser una madre ejemplar?
Con cada pensamiento, su corazón se aceleraba un poco más, el miedo comenzando a ganar terreno. El miedo a lo desconocido, a lo que vendría, a las decisiones que tendría que tomar. Aunque había amado la idea de convertirse en madre, el peso de la responsabilidad comenzaba a sentirse más real. Sabía que la maternidad implicaba sacrificios, que ya no sería solo ella, sino su hijo, que cada paso que diera tendría un impacto en su vida y en la de la persona que crecería dentro de ella.
Pero justo cuando sus pensamientos comenzaban a tomar una dirección incierta, algo cálido y reconfortante la rodeó. Era el recuerdo de Jungkook, de cómo siempre había estado a su lado, cómo se había mostrado tan firme en su apoyo, tan seguro de ellos como pareja, tan dispuesto a ser el compañero que ella necesitaba. Recordó sus palabras: "Lo haremos juntos, Gaby." Y en ese instante, la calma reemplazó a la tormenta. Él había mostrado una capacidad infinita de amarla y cuidarla, y ella sabía que no estaba sola en este camino.