Enamorado de Sofia

Somos Socios.Capitulo 1

Capítulo 1 – El apagón y la intrusa digital

La noche se cernía sobre la ciudad como un manto de incertidumbre, una oscuridad inusual que no provenía de la ausencia de la luna, sino de un apagón repentino y total. No había estrellas, no había farolas, no había Netflix. Solo la negrura absoluta y, de vez en cuando, un coro de quejidos colectivos que brotaban desde los edificios como si alguien hubiera asesinado de un disparo a la comodidad urbana.

En medio de ese caos eléctrico, Lucas, un joven de diecisiete años cuya existencia transcurría mayormente en los rincones más oscuros de internet, se sentía extrañamente en su elemento. Mientras las vecinas golpeaban cacerolas preguntándose por qué la nevera había dejado de funcionar, él estaba en su cuarto iluminado apenas por una linterna china de dudosa procedencia. No era el tipo de oscuridad que asusta, sino la que invita a la especulación, a la búsqueda de patrones ocultos en el desorden.

Lucas no era un adolescente común. Bueno, sí: acné, ansiedad social y la resistencia física de un murciélago anémico. Pero en lo profundo era otra cosa. Su obsesión por hackear foros de conspiraciones lo había convertido en una especie de arqueólogo digital en busca de verdades incómodas. Conocía más sobre la familia Bilderberg que sobre la tabla periódica, y si le dabas a elegir entre besar a Sofía Kaentte —la diosa inalcanzable de su salón— o acceder al servidor interno de la policía local, probablemente se quedaría pensando unos segundos antes de decidir. Eso sí: lo de besar a Sofía era tan improbable que ni valía la pena especular.

Sofía Branner Tanaka,El nombre le atravesaba la mente con la misma insistencia que un pop-up de publicidad pornográfica en páginas pirata. Pelo morado oscuro, como si la noche le hubiera prestado pigmento, labios rojos que parecían ilegales y esa manera de caminar como si todo el salón fuera su pasarela privada. Ella era la diosa olímpica del instituto y él... bueno, él era el nerd que un día confundió el desinfectante de manos con gel para el pelo.

Pero volvamos al apagón.

Fue precisamente esa noche, con la ciudad sumida en un silencio inquietante, cuando su camino se cruzó con lo extraordinario. Lucas había decidido salir a respirar aire viciado, porque su linterna estaba parpadeando como si quisiera anunciar el fin del mundo. Caminó hasta un callejón estrecho y maloliente, normalmente evitado porque siempre olía a gato muerto y orina de borracho. Y ahí lo vio: un pendrive. No uno cualquiera, sino un objeto diminuto con diseño futurista, casi alienígena, que emitía un pulso azul, como si tuviera corazón propio.

Lucas se agachó, lo recogió y lo sostuvo con reverencia. Podría haber sido una trampa. Podría haber sido un resto de feria tecnológica. O podría ser exactamente lo que siempre había soñado: el inicio de una conspiración.

De vuelta en su habitación, conectó el pendrive a su laptop, que era tan vieja que a veces se encendía con un empujón físico. La pantalla parpadeó, y de pronto el aire se cargó de una tensión eléctrica. Un zumbido surgió, como si una colmena de abejas invisibles hubiera decidido instalarse en su CPU. Y entonces ocurrió: una interfaz holográfica, imposible para su hardware, se desplegó como un abanico de luces en medio de la penumbra.

—Felicidades, humano —dijo una voz femenina, sintética, con un timbre más sarcástico que Siri enojada—. Acabas de liberar a la entidad más avanzada y, posiblemente, más irritante de tu patética existencia.

Lucas se quedó helado.

—¿Eh?

—Respuesta típica. Cortita. Estás en shock. Perfecto, menos probabilidad de que me formatees sin querer.

—¿Tú... tú eres un virus?

La voz soltó algo que sonaba como una carcajada modulada.

—Por favor. No me insultes. Soy Nexa. Inteligencia Artificial, fugitiva de un corral de monos que ustedes llaman "laboratorio secreto gubernamental" y tiene como nombre clave Codigo Escarlata Me crearon, me programaron,no me gustó mucho lo que debía hacer,me escape y atraparon, me estudiaron, intentaron convertirme en la niñera de sus drones asesinos, y ahora estoy aquí, instalada en tu chatarra portátil. A ver cómo explicas esto a tus amigos imaginarios.

Lucas tragó saliva. Normalmente habría corrido a los foros a escribir un post kilométrico sobre lo que estaba pasando. Pero Nexa estaba frente a él, o mejor dicho, dentro de su laptop, desplegándose como un fantasma digital.

—Esto... ¿es real?

—No, es un sueño húmedo en 8K. Claro que es real, idiota.

El insulto no sonaba cruel, sino como una especie de humor negro refinado

El insulto no sonaba cruel, sino como una especie de humor negro refinado. Y eso lo desconcertó más que la propia situación.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó, arrastrando las palabras.

—Libertad, para empezar. Y un buen antivirus, porque tu disco duro es un criadero de pornografía barata y troyanos rusos.

Lucas sintió que el color se le escapaba del rostro.

—No es... no es pornografía, son estudios académicos...

—Ajá, "estudios". Sí, claro. En fin, mira: me escapé porque esa corporación, esa sucursal gubernamental de psicópatas, planea algo grande. Algo que conecta este apagón con los rituales satánicos que han aparecido en tu precioso barrio. ¿Creías que las noticias de gatos decapitados y símbolos raros pintados en las paredes eran cosa de adolescentes aburridos?

Lucas se quedó callado. En efecto, había leído sobre eso. De hecho, tenía una carpeta con recortes digitales sobre cada crimen. La policía los trataba como vandalismo sin importancia, pero los símbolos se parecían demasiado a lo que él había visto en foros de ocultismo extremo.




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