Hola, Rollitos.
Hoy, al abrir los ojos al nuevo día, mi mente se llenó de planes sobre cómo hacerte llegar esta nota. Sin embargo, el destino, con su peculiar sentido del humor, decidió interrumpir mis intenciones con un golpe que resonó más fuerte que un trueno en un día despejado. Sí, puedo ser un poco despistado, y esta mañana fue una de esas en las que todo parece girar en la dirección equivocada.
Imagina mi sorpresa cuando, en lugar de subir a mi auto, me encontré cómodamente instalado en el vehículo de una anciana que había venido a visitar a su nieto en mi edificio. No puedes imaginar la vergüenza que sentí al ver su rostro de horror al descubrirme allí, como si hubiera invadido su santuario. La señora, con una energía que desafiaba su edad, gritó con tal fuerza que me hizo saltar del susto. Para tener setenta años, ¡vaya que gritó fuerte! Creyó que me burlaba de ella y, como respuesta, me obsequió un fuerte golpe con su bastón. Salí de su auto casi corriendo, como si estuviera huyendo de un dragón enfurecido, antes de que decidiera enviarme a ver estrellas desde la luna con sus golpes.
Así comenzó mi mañana, un verdadero espectáculo de torpeza. Pero, como si el universo quisiera compensar mi desventura, todo se arregló cuando una visión de belleza se cruzó en mi camino.
Ah, tu belleza, Rollitos, es un hechizo que me atrapa en su red. Hoy, no pude evitar admirarte como un tonto enamorado. Te ves deslumbrante; ese vestido que llevas puesto parece haber sido diseñado por los dioses mismos, realzando tu elegancia y profesionalismo. Y tu rostro, oh, tu rostro adorable, le da el toque perfecto. El color de labial que elegiste combina a la perfección con el marrón profundo de tus ojos, y a veces, me invaden los celos al ver cómo otros se atreven a mirarte. Pero luego, al recordar que no somos nada, esos celos se duplican. En resumen, estoy que muero de celos por no poder golpear a todos esos hombres que se atreven a contemplarte.
No sabes lo magnífico que se siente poder admirarte, poder contemplar a esa mujer tan espectacular y preciosa que eres. Cada sonrisa tuya es un hechizo que acelera mi corazón, atrapándome un poco más en tu encanto.
Y lo mejor de todo es el ser humano tan magnífico y especial que eres. No pude evitar sonreír de orgullo al verte regalarle una manzana al niño que subió a dejar la correspondencia, iluminando su rostro triste con tu gesto de bondad. Eres admirable en todos los sentidos; esa nobleza y ese corazón sincero, lleno de empatía hacia los demás, me tienen cada vez más atrapado. Y lo más hermoso de todo es que me gusta estar a los pies de una persona tan especial como tú.
PD: Me encanta verte sonreír cuando lees mis notas. Saber que puedo sacarte una sonrisa, me da una pequeña esperanza.
PD2: ¿Ya mencioné que te ves sexi? No, ¿verdad? Pues eres tan sexi que debería ser un delito, un delito que, al ser cometido por ti, se convierte en un tesoro.
Con cariño,
Tu celoso admirador.
Para: Rollitos de Azúcar.