Enamorado de un fantasma

Capítulo 2

“Sueños”

 

Camino tranquilamente hacia el patio escolar, por fin era hora del almuerzo, mi hora favorita del día. Han pasado siete meses desde la muerte de Kate, y la verdad es que nos hace mucha falta.

La obra para la que ella había estado ensayando fue suspendida por lo sucedido, y luego fue llevada a cabo semanas después, esta vez dedicada a ella. Esas primeras semanas de su ausencia habían sido extrañas y tristes. Había días en los que esperaba a Allison para ir a comer, y en mi mente aún estaba la idea de que Kate aparecería en cualquier momento, pero no era así.

Ally sabía que, durante esos días, necesitaba de su apoyo más que nunca, y estuvo para mí cada vez que recaía. Ella no demostró verse tan afectada como yo, y lo atribuyo al hecho de que no quería que yo la viera cabizbaja; siempre se mostró fuerte ante mí, a pesar de no sentirse tan fuerte.

Si bien nos conocemos y hemos sido amigos desde hace muchísimo tiempo, estos últimos meses he sentido que nos hemos unido aún más de lo que estábamos. No habíamos atravesado una pérdida que fuese tan cercana para ambos a la vez, y éramos el apoyo emocional el uno del otro.

—¡Adivina! —Ally prácticamente salta delante de mí, sacándome de mis pensamientos antes que siga indagando aún más en ellos, su amplia sonrisa iluminando su rostro.

Miro sus cargadas manos. —Déjame ayudarte —me acerco a ella para tomar algunas de las cosas que lleva, da unos pasos hacia atrás, esquivándome.

—No, gracias —entorna los ojos levemente—. La última vez que te dejé llevar mis cosas rompiste mi soporte para tubos de ensayo.

—Eso fue hace tiempo, supéralo —pongo los ojos en blanco.

—Fue el mes pasado, Luís —dice con firmeza, enfatizando la mala pronunciación de mi nombre. Normalmente lo hace a propósito para molestarme.

—Como sea. Dame algunas cosas —me mira suspicaz—. Prometo ser más cuidadoso —extiendo mi dedo meñique frente a sus ojos, ella lo mira y luego a mis ojos, soltando un suspiro.

—Bien —refunfuña, dándome la mitad de sus cosas, y ambos nos dirigimos hacia su casillero.

—¿Qué querías decirme? —le recuerdo.

—¡Ah, sí! ¡Superé a Madison en química! —sonríe de nuevo—. Por fin lo logré —da pequeños saltos mientras camina, conteniendo una mueca de emoción. Si estuviéramos solos, seguramente estaría dando brincos y zarandeándome entre sus brazos.

Allison es una de las mejores de su clase... de todas sus clases, en realidad. Pero Madison Armstrong es su principal competencia, por lo menos en química. No se llevan mal, pero tampoco son mejores amigas, simplemente llevan una buena y competitiva relación de compañeras de clases.

—Te felicito —le sonrío sin despegar los labios, mirándola con cierto orgullo.

Ella se detiene, fijando sus ojos en mí. También me detengo, girándome para que quedemos cara a cara.

—Creí que te emocionarías más por mí, sabes lo que me ha costado lograr esto —entorna ligeramente los ojos, analizándome—. Es por Kate, ¿cierto?

—¿Qué?

—Esta semana se cumplen siete meses desde que... bueno... tú sabes.

—Sueño mucho con ella —confieso—, eso no ha ayudado mucho últimamente. Además, son muy... vívidos.

—También he soñado con ella —habla en un tono de voz más bajo, más para sí misma que para los dos—. Pero no son sueños muy lindos que digamos... son extraños —sacude la cabeza, como alejando esos pensamientos de su mente—. Escucha, también me afecta que se haya ido, era mi amiga, y entiendo que estés más dolido que yo por haber sido su novio, pero creo que es hora de ir superándolo definitivamente. No te está haciendo bien seguir así.

—No estoy listo para otro noviazgo.

—No te estoy pidiendo que tengas otra novia o que la olvides a la de ya. Sólo haz el intento de superar poco a poco a Kate —suspira—. Sólo me preocupo por ti —me codea suavemente.

—Lo sé —le sonrío levemente, ahora con el ánimo más elevado—. Te quiero, pulguita —la abrazo por los hombros con mi brazo libre, tirando de ella suavemente para culminar el camino que nos resta hasta su casillero.

—No me digas así —finge estar molesta.

Ella inserta la llave para abrir la puertecita. Mete lo que ella llevaba en sus brazos y las acomoda para hacer espacio para las cosas que yo llevo en mis manos; todo con una expresión constipada en su rostro sólo por haberla llamado por ese apodo.

Cuando Ally era niña, era gordita y aún más enana. Con la pubertad y un poco de cuidado hacia lo que comía, logró tornearse como ella quiso, dándole un lindo cuerpo... Aunque he de admitir que últimamente parece estar comiendo más de lo normal, dándole un aspecto más tierno al verse con más mejillas.

—Como digas —tomo su mejilla entre mi índice y mi pulgar, sacudiendo mi mano.

—Déjame —me mira con advertencia—. No tienes derecho a decir algo sobre mí —entierra su dedo índice en mi barriga varias veces, recordándome que yo también he estado comiendo de más últimamente. Su expresión cambia a una de suficiencia—. Tú eres el deportista aquí, ¿qué sucede? Casi no puedo sentir tus órganos de tanta grasa.



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En el texto hay: juvenil, romance, paranormal

Editado: 30.07.2023

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