Enamorado de un fantasma

Capítulo 9

"Celos"

 

Aún dormitando y con el cerebro más en el mundo de los sueños que en la realidad, siento que rozan mi rostro. Al estar un poco más consciente, me doy cuenta que son dedos. Podría ser cualquiera de mis dos hermanas más grandes, pero tanta suavidad solo significa una cosa.

Debo obligar a mi mente a despertar lo más pronto posible, pero la combinación de la cómoda cama, la colcha y la almohada me llevan por el camino contrario.

—¡Louis, levántate! —me grita la voz de Evy justo en frente de mi rostro, al mismo tiempo que dan fuertes golpes en la puerta.

Doy un brinco en reacción, lanzando parte de la cobija por los aires y alejándome lo más posible de esa mocosa que tanto quiero, los incesantes golpes retumbando peor que una tambora en mi cabeza.

—¡Deja de tumbar mi puerta! —le grito a Alissa, asegurándome que no suene de mala gana, mientras Evy ríe y Alissa se le une luego que el silencio es bien recibido por mis oídos, a excepción de las risas traviesas.

—¡Te asustamos, te asustamos! —canturrea la más pequeña, dando pequeños saltos en mi cama.

—Sí… —bufo, fulminándolas a ambas con la mirada—… muy divertido.

—El desayuno está listo —informa Alissa—. Será mejor que te apures —se retira sin decir más.

Miro a Evy con cara de pocos amigos, ella intenta contenerse, pero una sonrisa sin un diente está plasmada en su rostro.

—Olvídate de dormir conmigo cuando tengas otra pesadilla —digo secamente, haciéndome el ofendido.

Se acerca a la puerta sin dejar de mirarme con esa pícara mueca, tanteando el suelo mientras avanza para prevenir una caída.

—Me colaré aquí —deja escapar una risita maliciosa antes de huir.

Me tomo la libertad de bostezar y estirarme como es debido, frotándome los ojos para despertar por completo. Permanezco sentado un rato más en mi cama, a la espera de que mi cerebro termine de activarse.

—¡Louis! —gritan mi nombre a coro, estoy segurísimo que todos se pusieron de acuerdo para exclamar la misma palabra en un tono no muy afinado.

—Definitivamente, Millie y Eddy son mis hermanos favoritos… por ahora —aunque creo que ellos también aportaron su granito de arena para hacer ruido—. ¿Por qué tuve que nacer primero?

 

***

 

Estiro el brazo frente a Ally para detener su andar cuando vamos por uno de los pasillos del instituto. Amortiguo su velocidad y ella me mira sin entender nada.

Le indico con un movimiento de cabeza que mire hacia un lado en específico, a unos metros de nosotros, donde se encuentra Nathan a un lado de la puerta del aula de Matemáticas con Madison. Él le está hablando de algo que nuestros oídos no pueden captar, y ella lo mira de forma divertida.

Empujo a Ally silenciosamente, acercándonos a ellos sin ser percibidos, teniendo curiosidad de lo que hablan.

—Eres más averiguador que mi abuela —regaña Allison en susurros.

—¡Maddie! —una voz femenina la llama por su apodo, y la susodicha gira para ver el interior del salón.

Su amiga le dice algo que no logro entender, asiente y luego mira a Nathan, quien nos toma a todos por sorpresa cuando la besa, ni siquiera la mismísima Madison se lo esperaba. Puedo sentir a Ally contener el aliento debido a la impresión, mientras su mellizo rodea el rostro de la pelinegra con sus manos.

—¡Por fin! —exclama Allison en un hilo de voz y mueve sus brazos en un gesto victorioso—. Estoy tan feliz por él —me zarandea levemente, y la miro raro.

Por un momento pienso que Ally está desbordando toda la emoción que Nathan debe estar sintiendo en este preciso momento. ¿Los mellizos pueden transferir emociones entre ellos?

Madison hace un leve esfuerzo por alejarse, luciendo dubitativa.

—Debo irme —dice—. Tengo que entrar a clases.

Ally palmea mi brazo casi con desesperación, y luego señala hacia la puerta del aula.

La profesora de Matemáticas se asoma, encontrándose con la misma escena que nosotros, pero en primera fila.

—Señorita Armstrong… Señor Hobbes… —ambos se sobresaltan y se separan de inmediato, ella estampándose contra la pared debido al susto.

Madison suelta un quejido y se lleva la mano a la parte de atrás de la cabeza, pero en su rostro se ve que solo le causa gracia, pues está sonriendo ligeramente. La profesora los observa a ambos con una expresión seria y los brazos cruzados a la altura del pecho, dándole una apariencia severa.

—Es mi culpa —Nathan levanta la mano a la altura del pecho—. Yo la distraje.

—Lo sé —la profesora lo mira con ojos suspicaces antes de observar a Maddie—. Entra.

—Nos vemos cuando salga de clases —la pelinegra le sonríe a Nathan antes de desaparecer tras la puerta, seguida por la profesora.

Él se queda allí de pie como un tonto. Un montón de cosas deben estar pasando por su mente justo ahora, debe estar paralizado de los nervios y la emoción, además de la sensación de haber sido descubierto.



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En el texto hay: juvenil, romance, paranormal

Editado: 24.08.2024

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