"¿En verdad la amo?"
—Hola —murmura Ally suavemente, asomándose en la puerta de mi habitación.
Ya eran poco más de las tres de la tarde, por lo que la jornada escolar ya ha terminado y, lo más seguro es que se haya venido con Nathan mientras traían mi auto. Al llegar a casa, le conté a mamá que me sentí mal, que tuve un fuerte dolor de cabeza y la enfermera me obligó a venir.
He estado acostado todo este tiempo, inclusive me quedé dormido por unos minutos, porque no tenía nada con qué distraerme. Cualquier ápice de luz era molesto para mis ojos hasta hace unos minutos. Cuando sentí que mis ojos ya podían soportarla, encendí el televisor con el volumen tan bajo como podía escuchar y soportar, y mi tablet a un lado.
—¿Cómo estás? —continúa.
—Un poco mejor —le sonrío amablemente sin despegar los labios. Ella entra en la habitación, cerrando la puerta con sutileza.
Allison toma asiento en mi cama, a un lado de mí. Tengo la intención de sentarme también, pero, en el intento, un pinchazo me recuerda la razón de estar aquí, haciendo que me incorpore a una velocidad más lenta.
—Me duele más cuando hago movimientos bruscos o con ruidos altos —le informo.
Ella ríe levemente.
—Con razón hay tanto silencio.
Mamá dio la orden a Evy y a Alissa de no hacer tanto ruido por hoy, hasta que se me pasara el dolor… con los bebés es caso aparte, intenta que, si lloran, sea por la menor cantidad de tiempo posible.
—¿Cómo pasó? —pregunta.
Por un momento dudo en si decirle toda la verdad o no… Últimamente he notado que su humor cambia cuando, por alguna razón, Kate es mencionada, y no quiero estar de malas con ella hoy.
—No lo sé —decido darle la respuesta corta—. De repente, me dio un dolor de cabeza muy fuerte, me desmayé y me golpeé contra la mesa.
A su criterio queda si prefiere pensar en cosas sobrenaturales o no.
Ella mira la tablet, y hace una mueca divertida al ver el juego que está abierto. Es uno de esos juegos donde dan bolas de diferentes colores y debes lanzarlas hacia las demás del mismo color para ganar puntos o lograr un objetivo; una de las tantas variantes de Bubble Shooter.
—¿En serio? —me mira—. Pensé que eras un poco más... hombre.
La fulmino con la mirada.
—En mi defensa, Evy me convenció para descargarlo aquí y jugar cuando se la prestara —tomo la tablet—, pero me pidió que le pasara este nivel.
Tomo el artefacto y lo pongo en mi regazo mientras Ally se acomoda a mi lado, ambos con la espalda apoyada en el cabecero. Paso un brazo por sobre sus hombros para que esté más cerca y tenga un mejor ángulo mientras juego.
—Estos juegos siempre dan los colores que no necesitas… —me quejo cuando ya me quedan pocas bolas.
—Déjame intentar.
Espera hasta que pierdo para jugar ella la siguiente oportunidad.
Mientras respiro, el aroma que desprende su cabello llega a mi nariz debido a la corta distancia que tengo. Su cabello desprende un olor a champú de flores —o algo así— y, sinceramente, huele muy bien combinado al aroma natural de Ally ligeramente alterado por su perfume.
—Esto es fácil —habla ella, sacándome de mis pensamientos.
Miro la pantalla que está en frente de nosotros, ella ya casi logra despejar todo el extremo superior del nivel. Con una esfera amarilla, apunta hacia otras dos que está en la parte superior y automáticamente sale el anuncio que la felicita por el excelente trabajo que ha hecho.
—¿Ves lo fácil que... —gira su cabeza para mirarme, pero se interrumpe a sí misma, nuestros rostros quedando demasiado cerca uno del otro—... es? —susurra, casi inaudible.
Noto que su mirada se dirige a mi boca, pero luego la sube a mis ojos con urgencia, como si hubiese hecho algo indebido. Es primera vez que estamos tan cerca en los años que llevamos conociéndonos, y nunca había visto un azul tan intenso como el de sus ojos en este momento. No sé qué es, pero algo me incita a acercarme más a ella, su respiración es rápida y superficial, nuestras narices se rozan y noto como ella cierra sus ojos.
—¡Louis! —grita Evy cerca de la puerta de mi cuarto.
Arrugo la cara por el fuerte pinchazo de dolor en mi frente y apoyo mi cabeza en mi mano libre en un intento por apaciguar el dolor. Ally se sobresalta, alejándose de mí lo suficiente como para librarse de mi brazo.
«El infierno arderá más esta noche… si es que es posible»
—Tonta niña —gruño, moviendo mi cabeza en diferentes direcciones en busca de alivio. La castaña a mi lado ríe, seguramente por lo que hago, pero luego baja el volumen de su risa.
—¡Evy! —grita mamá a modo de regaño desde algún lugar del piso de abajo. Su voz me aturde menos por la distancia y, a la vez, me da cierta sensación de satisfacción por saber que llamará la atención a esa niña cuando la tenga de frente.
—Perdón —susurra la susodicha, entrando a mi habitación—. ¿Pasaste el nivel?