“Reunión de hermanos”
Han pasado dos semanas desde la propuesta de Nathan, él presentó a Maddie ante todos —su familia y la mía— en un almuerzo que John organizó este fin de semana que pasó para pasar un día diferente, invitando a todos los Hobbes.
Al principio, pareció algo apresurado, pero él quiso aprovechar esa oportunidad para que todos pudieran conocerla. Madison se mostró un poco reservada al inicio —cosa que es comprensible—, pero, poco a poco, fue tomando confianza.
Me dirijo hacia la puerta cuando escucho que tocan el timbre, encontrándome a Ally y a Nathan, cada uno con la misma sonrisa inocente en sus rostros. Él carga a un dormido Noah en brazos, mientras que ella lleva en su hombro en enorme bolso de bebé.
—Necesitamos ayuda —ruega mi amiga, haciendo una expresión de súplica.
—La casa va a explotar —les digo, viendo sus intenciones—. Logan también está aquí.
El señor Cooper ha dejado a Logan, el hermano menor de Kate, pasar la tarde con mis hermanos para que jugara con otros niños.
Todo este tiempo ha tenido una niñera mientras sus padres trabajan, y la chica es dedicada a su trabajo, tratando al niño como si fuese su propio hermano, jugando con él y ayudándolo con sus tareas. Sin embargo, Logan no lo ha tomado de la misma forma, sabe que ella no es Kate.
—No sabemos cómo cuidarlo —prosigue Nathan—. Helen nos lo dejó a cargo, preparó una lista de cómo preparar su biberón y su comida —mira a Ally como pidiendo ayuda—. Pero el problema no es ese.
—Ninguno de los dos sabe cambiar un pañal —ella suelta una risita culposa—. Noah lloró todo el camino por eso, apenas logramos que se durmiera.
Me hago a un lado para dejarlos pasar.
—¡Mamá! —exclamo, elevando la cabeza un poco hacia arriba para que mi voz suene más fuerte y mi progenitora me escuche desde donde sea que se encuentre—. ¡Noah necesita de tu ayuda!
—¡Voy a empezar a cobrar por hora! —bromea, su voz escuchándose desde algún lugar del piso superior.
Segundos después, baja las escaleras con Eddy en brazos. Me lo da y se acerca a Nathan para estar cara a cara con Noah.
Lo despierta con suaves caricias en su rostro. Él hace un intento por abrir los ojos, pero los cierra de inmediato a causa de la luz.
—Noah —canturrea mamá, tomando la mano del bebé para moverla de un lado a otro sin ser brusca. Él deja salir un fuerte llanto, como acusando a sus cuidadores por su ineptitud—. Tus tíos son muy malos para cuidarte, ¿cierto? —toma al niño en brazos—. Miren a los bebés mientras lo cambio —nos ordena a Nathan y a mí—. Millie está en el patio trasero con los demás.
Sin decir más, vuelve al piso superior con Ally y el enorme bolso pisándole los talones.
Nos dirigimos hacia la parte de atrás de la casa, encontrándonos con Millie dentro del corral diseñado para ella y Eddy, entretenida con juguetes de bebé y dando pequeños gritos, creando un diálogo que solo ella entiende. Mientras que, del otro lado, están Evy y logan con unas pistolas de agua, persiguiendo a Alissa por todas partes para mojarla.
—Parece una guardería —comenta Nathan en voz baja, dando un vistazo a nuestro alrededor.
Me acerco hacia el corralito, dejando a Eddy con cuidado cerca de Millie. Ella le arroja un peluche a la altura del pecho y él lo mira con curiosidad. Lo toma con torpeza y lo lanza de regreso, pero el muñeco felpudo cae a un lado de mi hermanita.
—No te dejes, Eddy —le dice Nathan en susurros, lanzándole a Millie una mirada suspicaz—. Sigue practicando tu puntería. Sé por qué lo digo. Luego me lo agradecerás.
A mi mente vienen las veces que Ally le arrojaba cosas solo para molestarlo o desconcentrarlo. Era su modo de vengarse de Nathan por las travesuras que él hacía.
—Tú eras el que empezaba —le recuerdo, hablando en defensa de Allison.
—Shh, eso Eddy no lo sabe —sisea entre dientes.
Más allá de nosotros, Evy y Logan gritan, llamando inmediatamente mi atención. Alissa ha tomado una cubeta de agua y es ella quien ahora va detrás de sus atacantes… que parecen siameses, pues, en lugar de tomar direcciones diferente para complicarle la tarea a Alissa, corren ambos en la misma dirección.
Mi hermana se detiene, observándolos con una mirada analítica antes de arrojar el agua en la dirección exacta por donde los dos niños pasan, empapándolos a ambos.
—¡Está helada! —chilla Logan, estremeciéndose.
Es una tarde relativamente soleada, solo unas pocas nubes grises se ven en el cielo, y el otoño no está muy avanzado, por lo que la temperatura no es tan baja, pero eso no quita el hecho de que el agua sí puede que esté fría.
—¡Juego terminado! —les dice Alissa, extendiendo sus brazos para dar énfasis—. Me estoy congelando —se estremece, dirigiéndose hacia una de las toallas que mamá les dejó para cuando terminaran de jugar.
El sonido de un fuerte trueno no muy lejano nos toma por sorpresa. Todos nos miramos con los ojos bien abiertos. Evy y Logan son los primeros en huir al interior de la casa, chorreando agua, mientras que uno de los bebés deja salir un pequeño y tierno estornudo.