"Castigo"
Observo a Ally con detenimiento, con la cabeza ladeada, los ojos entrecerrados y los brazos cruzados, mientras acomoda las cosas en su casillero. Es lunes a la hora del almuerzo, y estoy esperando a que ella termine de acomodar lo que llama “desorden” —su casillero siempre está impoluto, aunque ella diga que no—.
Pero esa no es la razón de mi mirada inquisitiva. Normalmente usa el cabello suelto y sin ningún adorno en él, hoy ha traído puesto un cintillo, sin embargo, hay algo más. La noto diferente, de una buena forma, pero no logro dar con los detalles.
—¿Por qué tanto acoso? —pregunta ella sin mirarme, tendiéndome dos de sus libros para que los sostenga,
—Te ves linda hoy —respondo con sinceridad, bajando mi mirada hacia lo que lleva puesto: la versión abrigada de nuestro uniforme de instituto—. El otoño te sienta bien.
—¿Quieres decir que los demás días no me veo linda? —sus ojos se encuentran con los míos bajo una mirada y una leve sonrisa pícara, el azul de estos resaltando, viéndose más llamativos y brillantes.
—Ehm… sí —toma los libros de mis manos para luego proceder a acomodarlos—. Solo que hoy te ves… distinta, en el buen sentido.
Un par de manos cubren los ojos de Ally, mientras que otro par punza su cintura con los dedos. Jedd es el culpable de que ella no pueda ver y Nathan se encarga de hacerle cosquillas. Maddie está de pie al lado de su novio, observando con gracia.
—¡Suéltenme! —exclama Allison con tono alargado, riendo a más no poder a la vez que se remueve—. ¡Esto es una tortura!
Con movimientos rápidos, toma los dedos de Nathan entre sus dedos sin que él se lo espere, doblándolos hacia atrás. El castaño se queja, pero no la suelta. Ally continúa tirando de los dedos mientras forcejea para huir del agarre de ambos.
Nathan y Jedd ceden al mismo tiempo, dejando que el impulso lleve a Ally hacia al frente y en diagonal, entre los casilleros y mi persona. En acto reflejo, estiro mis brazos para tomarla y acercarla a mí, evitando que se dé un mal golpe contra el metal.
—Gracias —apenas sube su cabeza para mirarme.
—Tranquila —le sonrío levemente y, por alguna razón, quedo embelesado con su mirada.
¿Sus ojos siempre se han visto de esta forma tan… atrayente, y nunca antes lo había notado?
Un carraspeo de parte de alguno de nuestros acompañantes me saca de mis pensamientos antes que pueda profundizar más en ellos. Ally también reacciona, dando un leve brinco entre mis brazos para luego zafarse y alisar su ropa.
—Los estábamos buscando para ir a comer juntos —nos informa Jedd.
De camino a la cafetería, noto que Maddie lleva puesta una prenda similar a la de Ally, solo que ella la porta en la división que hay entre el flequillo y el resto del pelo.
—¿Se pusieron de acuerdo Madison y tú? —señalo la prenda en común en ambas.
La pelinegra sonríe orgullosamente, lo contrario de Ally, quien gira los ojos con cierto fastidio.
—La convencí de traerlo —comunica Maddie—. ¿Verdad que se ve linda? Más de lo normal —vuelvo a mirar a Allison, acomodándose el cabello alrededor de la prenda.
—Son más de tu estilo que del mío —le dice ella.
—Pero admite que se te ve bien —señala, mirándola acusadoramente.
—Me siento extraña…
—Es cierto —interviene Jedd—, te ves bien.
—Y Maddie tiene razón —opino, ganándome una mirada fulminante de parte de mi amiga.
—¿Tú de qué lado estás?
—Solo digo que se te ve bien —muestro mis manos en señal de inocencia. La abrazo por los hombros y ralentizo nuestro caminar para quedar más atrás del resto.
Es más que evidente que está incómoda, ser el centro de atención no es su actividad favorita, pero lamentablemente es algo que ha tenido que aprender a sobrellevar solo por el hecho de ser mi amiga.
Soy capitán del equipo de fútbol, y por eso tengo un estatus alto dentro del instituto. Me llevo bien con todo el equipo, sin embargo, no tengo una relación estrecha con ninguno de ellos; no en comparación con Ally, Nathan y Jedd.
La inclusión de Maddie aún está muy reciente.
Debido a todo eso, Allison tiene cierta fama aquí dentro, y hasta hace poco creía que nadie se atrevía a meterse con ella… solo no lo hacen cuando estoy con ella.
—Sabes que no te mentiría con algo así —le digo en voz baja—. Te ves linda, me gusta tu nuevo look.
—De hecho, tiene tiempo conmigo, pero nunca me había animado a usarlo —se encoge de hombros—. Maddie lo vio cuando fue a casa este fin de semana para hacer un trabajo juntas y me convenció de traerlo hoy.
—¿Segura que fue solo a hacer ese trabajo? —añado con cierta curiosidad, teniendo la intención de alejar un poco su mente de lo referente al cintillo.
—Ignoró a Nathan todo el tiempo que estuvimos ocupadas… —me mira con ojos juguetones—, nosotras sí nos concentramos en lo que tenemos que hacer. Él insistió e intentó persuadirla, pero luego de media hora se rindió.