"Confusión"
Ella sonrió radiante ante algún comentario chistoso que le dijo el chico frente a ella. La melodía de su risa removió algo en mi pecho y de inmediato supe que tenía que escucharla más seguido para sentirme bien.
Sus ojos marrones se encontraron con los mío mientras seguía riendo, aún ignorando quién era yo. Solo sabía su nombre, y no estaba seguro de si ella conocía el mío.
De lo que sí estaba seguro era que tenía que saber más sobre esa chica nueva. Esa chica que hablaba con todos, y todos tenían algo bueno que decir al respecto.
Se mostraba encantadora, sociable, alegre y con cierto aire juguetón. Kate Cooper era su nombre, y no pasó mucho tiempo cuando esas dos simples palabras comenzaron a resonar por todo el instituto.
Ser nueva la beneficiaba, y ella estaba muy consciente de eso. Agradó a todos la primera semana, pero a mí me puso el mundo de cabeza.
—Comparto clases con ella —comentó Allison, llegando a mi lado, ambos mirábamos a Kate.
—Creo que me gusta —susurré, ensimismado.
—Su encanto te golpeó fuerte, ¿no es así? —ella me codeó, añadiendo más leña al fuego que comenzaba a crecer en mí—. Knockout...
—¿Nunca has sentido esto por alguien? —la miré.
—¿A los catorce? —hizo una mueca de espanto—. No gracias, todavía no quiero sufrir por amor. Ya tengo bastante sufriendo con los exámenes.
—Qué afortunada —dije con sarcasmo.
—Te ayudaré con ella —mi vista se deslizó hacia ella con sumo interés—. Le hablaré bien de ti, tú solo encárgate de jugar al fútbol lo mejor que puedas.
Las horas de almuerzo se me hacían eternas y fugaces a la vez. Disfrutaba ver a Kate, y de vez en cuando me acercaba a ella con intenciones amistosas o amorosas, bromeando sobre cualquier cosa que se me pasara por la mente.
Mi corazón latía por ella... Era la frase más cursi que jamás había pensado, casi me sentí vomitando arco iris, pero era la más representativa para mí.
Su mirada castaña me hacía delirar.
Su forma de ser me enloquecía.
Su risa era música para mis oídos.
No tenía ojos para nadie más.
El color marrón de esos brillantes ojos se transformó en un intenso azul cielo, como una perfecta transición entre ambos colores. La risa cambió, pero seguía pareciendo igual de melodiosa. Seguía sin tener ojos para nadie más, aunque la persona no era la misma.
Ella hizo acto de presencia en el aula donde me encontraba viendo clases, luciendo tan imponente y confiada como una modelo en una pasarela. Apoyó sus codos en mi mesa, inclinándose hacia adelante para conectar nuestras miradas, una sonrisa pequeña adornaba su boca.
—Te quiero mucho —le dije—. Lo sabes, ¿cierto?
Ally asintió, mirando mis labios y agrandando su sonrisa. Se acercó a mi boca, deteniéndose a unos escasos centímetros de mi rostro.
—No me prives de tu boca —casi rogué, recordando la frustración que había sentido veces anteriores por tenerla tan cerca.
—Todo cambiará entre nosotros —su sonrisa se había esfumado, y me miró con una expresión llena de impotencia.
Ella lo deseaba tanto como yo. ¿Por qué simplemente no nos besábamos de una vez por todas?
—Solo déjate llevar —acorté la distancia entre nosotros, llegando a rozar sus suaves labios justo en el momento en que todo se esfumó.
La tenue luz solar que entra por la ventana de mi habitación choca contra mis ojos cuando los abro de golpe. Tengo el pulso acelerado, los pensamientos y los sentimientos revueltos.
Allison es lo primero que se me pasa por la mente, seguida muy de cerca por Kate. Ambas jugaban al tira y afloja entre mi cerebro y mi corazón, y tomo una almohada para colocarla sobre mi rostro antes de soltar un gruñido de frustración.
Odio despertar con las sensaciones creadas por los sueños, todo parece real por un momento y las secuelas pueden durar días. Mi cabeza no se decide por ninguna de las dos; quiero a Ally, pero también quiero a Kate y es en lo único que puedo pensar hasta que recuerdo que Ally se fue enojada conmigo el día anterior.
Muchas veces ha pasado que la he hecho enojar sin razón aparente para mí, esta parece ser una de esas ocasiones. Por lo que decido ir a su casa luego de almorzar, esperando que las horas que faltan para eso sean suficientes para despejar mi mente y pensar con más claridad y raciocinio.
***
Toco suavemente la puerta de la habitación de Ally, anunciando mi llegada. Me adentro poco a poco, viéndola sentada en su cama en la posición de indio y con un cuaderno en las piernas, haciendo los deberes de alguna materia.