"Viaje"
Mis ojeras y mi cara de sueño no han de ser nada normales… Tuve que levantarme a las cuatro de la mañana para poder estar listo a tiempo. Acordamos en que vendrían por mí a las seis, pero me conozco, y levantarme de la cama es una tarea muy difícil que consiste en quedarme sentado media hora mirando al suelo hasta que mi cerebro despierte.
Bajo a la cocina a prepararme algo rápido y hacer un poco más para el viaje, rogando que Nathan no se diera cuenta y amenazara sigilosamente con arrebatarme la taza.
Maddie me avisa con un mensaje que ya está aquí, por lo que salgo de la casa sin hacer mucho ruido para no despertar a los mellizos y a mamá.
Al subirme a la furgoneta, seis pares de ojos me observan. Glenn, Jedd, Maddie, sus padres y ¿Daphne? Hago una mueca de extrañeza, a lo que ella me responde con una sonrisa de «¡sorpresa!».
Sabía que ella estaría con nosotros en el cumpleaños de Maddie, pero no que ya está en tierra londinense.
El vehículo consiste en los dos asientos de adelante; a sus espaldas, un asiento para tres personas —donde se encuentran Daphne y Maddie—. En frente, dos filas de asientos dobles, una detrás de la otra, y, al final de todo, otro puesto triple. Jedd y Glenn están en la primera hilera, frente a las chicas.
Me inclino hacia Madison, besando su mejilla para desearle un feliz cumpleaños para luego saludar a todos los presentes. Tomo asiento junto a la pelinegra, cerrando la puerta para poder emprender el camino a casa de los Hobbes.
—Oficialmente, te presento a Daphne —hace un ademán hacia ella—. La tonta de la que les he hablado.
La susodicha palmea a su amiga con cara de pocos amigos, pero su semblante cambia completamente cuando me mira y me lanza un beso.
—Ansío conocer a tu novio —añade con ilusión, ocasionando que Madison le devuelva el manotazo de hace unos segundos—. ¡Auch! No te lo quitaré, zorra, solo quiero conocerlo.
Jedd y Glenn han aprovechado que no son el centro de atención para acercarse entre sí; él reposa un brazo en los hombros de ella e inclina su cabeza hacia adelante mientras Glenn sube la suya para unir sus labios suavemente.
Aparto la mirada hacia la ventana para no incomodar. Las amigas se ponen al día y los padres de Maddie conversan entre ellos, dejándome a mí solo con mis pensamientos…
El beso que acabo de ver me ha hecho recordar las ganas que he tenido de besar a Ally, y creo que ella me gusta —cada vez me siento un poco más seguro—, pero no he hecho nada para conquistarla.
«¿Cómo esperas que ella también quiera besarte?»
He actuado como un tonto distraído todo este tiempo, pero, de ahora en adelante, intentaré no hacerlo.
Minutos después, el padre de Maddie detiene la furgoneta frente a la casa de los mellizos. Noto movimientos dentro de esta, y me los puedo imaginar peleándose porque aún no están del todo listos… Ally reclamándole a él, para ser exactos.
Seguidamente, abren la puerta principal y ambos hermanos salen de ella. Bajo del vehículo con la intención de ayudarla, besando su mejilla en forma de saludo.
—Te ves linda —murmuro.
Lleva puesta una blusa manga larga color verde agua y unos leggins negros. Aunque lo que más me ha llamado la atención es su cabello; lo lleva recogido en una trenza que nace desde la punta de su frente hasta las puntas, pasando por encima de su hombro. Como adorno, lleva unas pequeñas flores blancas colocadas equitativamente al azar sobre el peinado.
—Gracias —sonríe ligeramente—. Mamá me ayudó con las flores.
—¿Solo con las flores? —elevo una ceja—. Creo que le estás quitando crédito a ella.
Su sonrisa se amplía para convertirse en una inocente.
—Ella hizo todo el peinado.
Dejo que suba primero y se acomode para pasarle su bolso, felicita a su cuñada y se va a sentar.
—¿A mí no me ayudas? —pregunta Nathan, acercándose.
—Tú puedes solo —me encojo de hombros, volviéndome a sentar en mi puesto anterior.
Glenn y Jedd se han trasladado a los asientos dobles de en medio… supongo que para seguir con el flirteo disimulado, por lo que Daphne se pasa al sitio donde estaban ellos, quedando Nathan, Maddie y yo en el asiento triple.
Una vez estamos todos acomodados, volvemos a movernos.
—¿Algo que quieras decirme...? —la pelinegra mira a su novio con una mueca divertida en su rostro.
Él se acerca a ella, pero no la besa.
—Feliz cumpleaños, preciosa —las manos de Maddie rápidamente se colocan en la nuca de Nathan para acortar la distancia entre ellos, sin importarle los que estamos a su alrededor, ni sus padres.
—Te dije que ella también lo busca... y creo que es peor que él —la madre de Maddie murmura la última frase aún más bajo, dirigiéndose a su esposo.
—Ya me quedó claro que es tuyo, Maddie —comenta su amiga, intentando sabotear el beso entre ellos.