"Vestimenta perfecta"
—Ahm... ¿hola? —le hablo a las dos chicas que se encuentran de pie frente a mí.
—Esperaba algo más que un "hola" dudoso —reclama Maddie.
—Discúlpame por creer que tener a tu cuñada y su guardaespaldas de pie frente a la puerta de mi casa a las ocho de la mañana un sábado no sea normal —replico.
—¿Quién es, Ally? —la voz de mamá se oye desde la cocina.
—Maddie y una amiga de ella —respondo, girando el torso hacia un lado y mirando en su dirección.
—El baile es la semana que viene —continúa la pelinegra cuando la miro—. Vinimos a buscarte para ir a comprar lo que nos vamos a poner.
—Lastimosamente, yo no iré al baile —aclara Daphne cuando he abierto la boca para preguntar—. Seré algo así como jurado cuando se prueben los vestidos.
—De hecho... —la pelinegra deja la frase inconclusa, mira a su amiga con una sonrisa inocente en su rostro.
Me hago a un lado para que entren, Madison guía a su amiga hacia la sala mientras yo cierro la puerta y acomodo mi bata de pijama.
Han pasado dos semanas desde el extraño acontecimiento en el piso superior. Todas mis emociones y el desespero que sentí fueron casi en vano, pues todo estaba intacto, a excepción de mi mano y el pantalón.
Mamá y papá no notaron absolutamente nada cuando les preguntamos si escucharon mi grito de dolor por «haberme quemado la mano al cocinar algo porque me dio hambre».
Lo sucedido quedó entre nosotros tres, y no hemos vuelto a sacar el tema.
—Como decía —continúa Madison luego de sentarse—, convencí al director para que te dejara ir. Que empieces a estudiar ahí el año que viene no significa que no seas alumna. Estás inscrita, que es lo importante.
—Será una buena oportunidad para conocer chicos —comenta Daphne, con un brillo en los ojos.
—Otra cosa —interviene Maddie—. Anne también se nos une en la compra de los vestidos.
Todo iba tan bien...
Estas dos semanas casi no he interactuado con Anne, a pesar de que se sienta todos los días con nosotros a almorzar.
No solo ha sido por mí, también por ella. Creo que la negación de Louis a su invitación creó distancia entre nosotras, y más al enterarse de que él le dijo que no para invitarme a mí.
Anne, 0; Allison, 1.
—Bien —gruño por lo bajo, aferrándome a los bordes de la bata antes que pudiera decir algo que sea de mal gusto.
Mi relación con ella no quiere decir que vaya a poner a Madison en su contra...
Mamá entra a la sala, saludando a ambas chicas, siendo presentada oficialmente a Daphne.
—¿Quieren algo de tomar? —pregunta mamá.
Daphne mira a Maddie.
—No me mires así, habla sin pena —ella se acerca a mi mamá, colocándose a su lado—. Es un amor, no te comerá. Por cierto, si hay algo fuera de lo normal, es culpa de Nathan.
Mamá la mira con suspicacia.
—¿Qué hicieron?
—Por ahora, nada —responde la chica.
—Esos dos juntos son un peligro —añade Daphne.
—No ayudas, querida —su amiga le sonríe con cinismo.
—Por cierto, ¿dónde está él?
—Día y hora... —dice mi madre, dejando la frase al aire.
—Durmiendo —Maddie y yo respondemos al mismo tiempo. Ambas nos miramos y reímos levemente.
—Ya no —habla una voz masculina desde la escalera, todas miramos a Nathan mientras se acerca a nosotras, específicamente a la mujer que nos tuvo nueve meses dentro de ella—. Buenos días, ma —besa su mejilla, seguidamente se acerca a mí, desordenando mi cabello—. Buenos días, pulga —me envuelve completamente con su cuerpo, quedando su pecho en mi rostro. Está sin camisa, por cierto.
Le devuelvo el abrazo, haciéndole cosquillas en la espalda. Se separa de mí y se coloca a mi lado, sacude la mano en forma de saludo hacia Daphne. Luego, simplemente se queda mirando a Maddie.
—¿Te vas a quedar ahí de pie sin venir a saludarme? —reclama la pelinegra, cruzándose de brazos y mirándolo con una ceja enarcada.
Él le sonríe.
—Siempre dejo lo mejor para el final, preciosa —finalmente se acerca a ella para abrazarla y depositar un corto beso en su boca.
—Maddie quiere culparte de algo, pero no quiere decir qué es —continúa mamá con el tema.
—Ella me culpa de todo lo malo —se defiende Nathan—. Es una diablilla con cara de ángel. ¿No ves cómo me habló porque no la saludé?
—¡Sí! —exclama Daphne, apoyando a mi hermano—. Con esa carita engaña a todos. ¿No recuerdas la broma que le hiciste a Eric, haciéndole creer que te habían secuestrado y...? —Maddie le lanza una mirada fulminante para que guarde silencio.
«¿Eric?»