Me despierto sobresaltado, en medio de un mar de libros sobre fotografía e imágenes que imprimí en casa de Isabel, mi compañera de universidad, o debería decir ex-compañera, ya que nos hemos recibido hace al menos dos años.
Últimamente me la paso trabajando de sol a sol, pierdo la noción del tiempo con facilidad. Pero en verdad amo dedicarme a esto, no por nada estuve peleando seis años en la universidad para poder obtener mi título de cinematógrafo. Me la pusieron difícil al final, pero es lo normal, este rubro es bastante común que te pongan palos en la rueda para forjarte un poco y desarrollarte carácter en el ámbito profesional.
Y yo que pensé que iban a terminarse mis días de editar... editar y filmar sin parar una vez que me recibiera. OK, voy a ser honesto, no soy tan optimista de pensar que en menos de dos años iba a estar cumpliendo el sueño americano de estar filmando en Hollywood en una súper producción, pero tampoco esperaba estar muriéndome de hambre mientras un estudio de filmación me exprime hasta la última gota de sangre de las venas.
Miro la hora, las cuatro de la mañana, bueno, he dormido un poco para variar, ya veré de recuperarme para la siesta. Por lo pronto necesito una buena taza de café recargado para poder despabilarme. Agarro la taza más cercana a mi mano (sí, tengo varias desparramadas por el minúsculo departamento en el que vivo ahora), no me tilden de descuidado, apenas y si tengo tiempo para el aseo personal. Miro adentro y encuentro que está hasta la mitad de un café que ahora se encuentra helado, lo huelo para evaluar si lleva un par de horas o días ahí. Parece que todavía sirve, me lo trago de un solo envión sin pensármelo demasiado.
Con la cantidad de trabajo que tengo me acostumbré a que el café se enfriara, así que no me molesta tomarlo de esa manera, lo extraño sería que estuviera espumoso y caliente. Lo que me recuerda a los cafés de Levi, mi mejor y maniático amigo. Debería escribirle, no lo veo desde el jueves pasado, estoy seguro que me regañará por el estado en el que está mi departamento.
Admito que sin su ayuda servicios sociales me hubiera clausurado la vivienda por insalubre. Es que cuando algo me apasiona el resto del mundo desaparece y, justamente ahora estoy trabajando en un book de una boda desde hace dos semanas, estoy en el tramo final, y tengo ojos sólo para eso. Saqué unas capturas realmente hermosas, sé que los protagonistas se van a emocionar, siempre lo hacen.
Suspiro al ver a esta pareja, abrazados y sonriendo, como si vibraran en la misma sintonía, me quedo prendado de ellos por algunos segundos, lo que me recuerda mis propios sueños respecto al amor, y entonces arde profundo en mi pecho.
No sé cuánto tiempo paso viéndonos a Anna y a mí en esas fotos. En ese vestido blanco, yo usando ese smoking negro... Me doy cuenta de que estoy soñando despierto cuando mi celular me alarma. Lo agarro para ver que se trata de Levi. Es imposible que no se me escape una sonrisa, sólo pensar en el bastardo es suficiente para que me mande un mensaje.
<Cariño, sigues vivo?>
Le contesto, ahogando una risotada.
<Justo estaba por escribirte>
<A otro con esos cuentos. Parece que me has olvidado. Apuesto que ya estás entre un chiquero de nuevo>
<Mejor no apuesto entonces>, le respondo. Seguro va a enojarse, pero qué más da. Me conoce, ya sabe qué puede esperar de mí. <Hoy podríamos hacer noche de cerveza y pizza, qué te parece?>
Me contesta rápido.
<Está bien, pero ven tú a casa. Han sale con sus amigas esta noche a no sé dónde y ni de broma voy a tu apartamento. Debe oler a ramen y bolas. Te espero a la noche>
Me río y le digo que sí, que me espere, y quedamos en que él prepara las pizzas y yo llevo la cerveza.
Cuando retomo mi tarea recuerdo en qué estaba pensando antes de que Levi me despertase. Anna. Con el celular todavía en la mano dudo en si le mando o no mensaje. Me gana la tentación de saber qué hace, en qué anda, y cuando quiero darme cuenta ya pulsé "enviar".
Sé que no tiene sentido para ella que le insista, pero no lo puedo evitar. El dolor sigue, mientras Anna acumula fotos en su Instagram con Mirko, su nuevo novio...
Suspiro. Veo que, después de haber visto el mensaje, media hora después, incluso, sigue sin responder. Me resigno, sé que no va a contestarme. Me voy al baño, aunque sea a darme una ducha rápida. Vuelvo a sumergirme en la montaña de tareas que tengo pendientes aún después de salir del baño. Un estremecimiento me recuerda que debería prender la calefacción, se supone que estamos a fines de invierno y ya no hay nieve, pero las madrugadas siguen siendo heladas de todas maneras, al menos en mi departamento. No sirve que esté con el cabello húmedo, extraño el sacador de Anna, la verdad debería comprarme uno de una buena vez, aunque ya empezará la primavera... en fin, ya veré.
Decido ponerme una polera de algodón blanca y un buzo azul eléctrico, Anna solía decirme que hacía juego con mis ojos. ¡Joder! Tengo que dejar de pensar en ella. Mi estómago ruge y me distrae de esos pensamientos, por lo que abro la heladera sólo para recordar que un sobre de mostaza no podrá hacer mucho por mi hambre, pero me pongo feliz de ver que aún queda media porción de lasaña que desfricé el otro día... ¿cuándo es que fue?
Abro la tapa y, uf, esto ya no es comestible, lo pongo dentro de una bolsa y lo tiro a la basura. Revuelvo en las alacenas, solo hay una caja a medio consumir de leche en polvo y un paquetito de avena instantánea, ni modo, me las tendré que apañar con eso. Cuando salga para el trabajo compraré algunos croissants en "La Polaine", que me queda en el trayecto. Cada cosa de allí es costosa, pero es el paraíso explotando en la boca y no quiero privarme de ello.
Eso me recordó a una familia que quiso retratar un tour por las panaderías de nuestra ciudad y fue muy divertido acompañarlos. Ah, me he vuelto más melancólico últimamente. No lo niego, extraño a mi familia. Extraño la bruma de Gales por las mañanas, el chocolate que me preparaba mi madre. Creo que por malcriarme tanto es que luego he sufrido el desarraigo, como sea, debo alistarme. La llamaré un momento cuando tome el ómnibus, ¿hace cuánto que no converso con ella? He respondido fríamente a sus últimos mensajes y admito que no le he contado lo de mi ruptura, es que ya me veo venir el sermón respecto a eso y no tengo ganas de dar tantas explicaciones, en fin.