Desconsolado lloraba un hombre al pie de una tumba,sollozaba como un perro mal herido y entre su llanto le juraba amor eterno a su amada esposa Magdalena, quien murió por la peste y ni siquiera pudo despedirse como él lo hubiera deseado.
Conoció a su amada esposa cuando ambos eran jóvenes, ambos tenían veinte años y estaban llenos de alegría,amor y pasión y aunque las diferencia de clase no les permitía casarse por qué ella era de clase alta y él un pobre minero, William empezó a trabajar lo más que podía forzando toda su fuerza para resistir las largas jornadas para ahorrar puesto qué los padres de Magdalena no se opusieron a su amor pero querían lo mejor para su única hija, después de un año William regreso con oro y sin más preámbulos se casó con su amada esposa Magdalena.
Pero la muerte es caprichosa y a los dos años de casados le arrebato lo que más amaba en está vida y probablemente en la siguiente, puesto que su amor era puro, apasionado, diferente.
Después de casi veinte años de duelo, él ya Conde William Hartley se volvió a casar con una joven de dieciocho años de edad,de belleza sin igual,delgada,con el cabello rubio como el oro,ojos azules como el mar,piel blanca y suave cómo la porcelana,de dulces labios rosados e inocente mirada y de nombre Roseleine, pero aún así William no dejaba de compararla con su esposa muerta.
La joven y hermosa esposa veía todas las noches a su esposo escabullirse del castillo para ir al panteón a ver a Magdalena a quien le hacía juramentos y promesas de amor que sabía perfectamente que a ella nunca le haría.
Pero aún así se esmeraba en tratarlo como a un rey y comprenderlo pero eso a él no le importa lo único que le importa en la vida es Magdalena su esposa muerta.