Enamorado de una rara.

Capítulo 2

Michael.

Golpean la puerta de mi habitación haciendo que despierte. Sabiendo de quien se trata digo.

-Adelante.- Mi madre entra con su suave sonrisa expandida por su rostro y su mirada cálida fijada sobre mí.

-Buen día cariño.- Me saluda dulcemente acercándose a mi, dejando abierta la puerta tras de ella.

-Buen día mami.- Le respondo abrazándola. -¿Cómo está la mujer más maravillosa del universo?-

Mi madre ríe leve y contesta.

-Bien, hijo.- Le sonrío. -Y bien, este es tu primer día de clases. ¿Estás emocionado?- Pregunta con su mirada interrogante.

-No lo sé. Es el primer año sin papá...- contesto sin mirarla.

-Hijo- Mi madre toma mi mentón para que la miré a los ojo. Observo su mirada triste y melancólica. -Sé que esto es difícil, créeme que para mí también es complicado- Hace una pausa. -Pero confío en que lo harás bien. Eres un chico espectacular, inteligente y de buen corazón. No dejes que lo que ocurrió te destruya.- Me besa en la frente y se acerca a la puerta para salir. Pero antes de hacerlo, dice. -Quien sabe; tal vez hasta encuentres a alguna chica interesante- Me mira divertida. Le devuelvo el gesto. -Ve a darte un baño, estaré en la cocina preparando el desayuno.- Asiento y le sonrío, viendo como sale del cuarto.

Son las 6:30 AM, las clases comienzan a las ocho en punto. Éste es mi primer día de clases aquí en California. Vivía en New York con mi madre y mi padre. Pero luego de un gran accidente, que le costó la vida a mi papá, nos trasladamos a esta ciudad, donde vive la prima de mi mamá. Compramos una casa modesta con los ahorros de la familia y ahora tenemos cajas llenas de cosas dispersas por todo el lugar. Llegamos hace dos semanas y apenas tuvimos tiempo di instalarnos por la mitad. Sólo armamos las camas, armarios, mesa y dos sillas alrededor de ésta.

Entré al baño y me dí una ducha. Volví a mi habitación, abrí el guardarropa y escogí una camiseta amarilla, un jean azul oscuro y una campera negra junto  unos tenis deportivos del mismo color.

Peino mi cabello de color castaño y me aplico un poco de desodorante con perfume.

Bajo a la cocina, abrazo a mi madre y veo que está cortando en fetas una torta de zanahoria y chocolate. Mi preferida.

Sirve una feta en el plato de cada uno y me sirve un vaso con jugo de pera, el más rico de todos, mientras que ella se sirve un café muy azucarado para mantenerse despierta durante doto el día. Buscando trabajo, lo único que consiguió, fue el puesto de secretaria en una agencia de informática. Es un trabajo bien pagado, pero lo malo es que la obliga a estar ausente todo el día. De 7:15 AM. hasta las 13:00 que tiene una hora para almorzar y a las 14:30, tiene que volver hasta las 21:00 PM. por lo que cuando vuelve a casa está cansada. Empezó a trabajar hace una semana. Parece que le está yendo bien y eso me alegra mucho.

Terminamos de desayunar, cogí mi mochila y el móvil y mi madre su bolso, carpetas y celular. Salimos al garaje para subir al auto. Es uno bonito pero no muy caro, de color blanco. Entramos en su interior y mamá comenzó a conducir en dirección al Instituto.

Habíamos acordado que me dejaba a unos trescientos metros de él, porque en esa esquina ella debía doblar en dirección a la agencia donde trabajaba, que quedaba a un kilómetro del colegio.

                                   🌸🏵️🌸

En cuanto llegamos a la esquina y me bajé del auto, estaba por darle un beso a mi mamá para despedirme de ella, pero ocurrió algo inesperado.

Un fuerte golpe resonó por el lugar, haciendo que las pocas personas que estaban transitando, gritaran. Nos volteamos asustados y pude visualizar una mujer anciana tumbada en el suelo perdiendo sangre por la panza.

Mi madre y yo nos dirigimos hacia ella, que estaba inconsciente en el suelo. Recordé los ejercicios que hice en un curso de primeros auxilios, cuando vivía en New York. Alejé a todos y cumplí con los pasos a seguir.

Resulta que un auto la chocó. El señor que manejaba llamaba a la ambulancia, pero le dijeron que estaban yendo en la dirección contraria porque se había producido un gravísimo incidente.

El auto de quien la botó a metros de distancia estaba roto. Sujeté a la señora, de alrededor de unos cincuenta años, y la subí en la parte trasera de nuestro auto, recortándola delicadamente. Me percaté que mi madre está en shock, temblando sin poder reaccionar. Estoy seguro que está recordando el accidente que sufrió con mi padre. La levanto a upa y la meto dentro del auto en el asiento del acompañante. Puse el auto en marcha y ubiqué en el GPS la dirección del hospital más cercano. Manejé lo más rápido posible. Al llegar, tomé a la señora entre mis brazos y bajé, para luego entrar al lugar.

-¡Ayuda! ¡Por favor! Ayúdenla.- Pedí desesperado corriendo hacia un grupo de médicos con una camilla que se dirigían hacia nosotros. La recosté sobre la camillita y la miré preocupado. Sé que no la conozco, pero es una persona como todos, y además de estar sufriendo ella, sufrirá su familia al saber de su condición.

Uno de los médicos que la rodeaban me hizo las preguntas de rutina que hacen a todos.

-¿Nombre y apellido de la paciente? ¿Edad? ¿Dirección de casa? ¿Familiares? - Empujaba la camilla hacia una sala de emergencia.

-No lo sé, no la conozco.- Respondí mirando la señora.

-Está bien. ¿Cómo sucedió todo?- Preguntó palmando los bolsillos de la campera que ella llevaba puesta, creo que buscando su móvil, si es que posee uno. Sacó al fin un teléfono de los viejos y me lo pasó. -Busca algún contacto de familiares. Alguno que diga hijo, hija o amor, algo útil para informarle a algún familiar o persona cercana.

-Si.- Busqué un número que sea de utilidad y encontré uno que decía hija. Le mostré al médico y lo tomó de mis manos. Llamó pero nadie contestó. -Iba con mi madre en auto en dirección al colegio y la golpeó un carro. La trajimos mi madre y yo.- Le informé contestando su anterior pregunta.




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