Enamorado de una rara.

Capítulo 7.

Camille.

Estamos yendo hacia la cafetería que anteriormente le comenté a Michael para comprar unas frutas de torta, y si es posible jugo.

Nuevamente estamos tomados de los brazos.

Es tan lindo estar con Michael. Me da paz y tranquilidad. Y mucha seguridad, porque estoy segura que él no se burlaría de mí por ningún motivo.

Entramos a la cafetería y nos posicionamos en lo último de la fila, ya que hay bastantes personas esperando su turno para comprar.

-Wow, debe ser bueno lo que venden, hay mucha gente.- Dice Michael viendo la cantidad de gente que hay en el lugar.

-Buena calidad y excelentes precios.- Respondo sonriendo.

-Me imagino. Mejor así.- Alega y sonríe. Mira a su alrededor en busca de algo, pero no encuentra lo que quiere.

-¿Qué buscas?- Inquiero viendo su rostro.

Es hermoso.

-Una heladera con refrescos, así compramos jugo.- Eso me hace acordar que la primera vez que vine con Liv aquí, teníamos intención de comprar gaseosa de naranja y tampoco encontramos refrigeradores con bebidas. Las dan en caja si las pides.

-Pues no busques más porque no sirve de nada, creo que es invisible.- Bromeo haciendo que los dos nos riamos. -Es que nadie sabe dónde están los refrigeradores, pero venden refrescos si los podes en la caja. Con Livi tampoco las encontramos nunca.- Explico y él asiente sonriendo.

-¿Y qué quieres tomar?- Pregunta y pienso un poco en algo que nos pueda gustar a todos.

-No lo sé, ¿Qué te gusta a ti?- Ahora quien se queda pensando es él.

-Ahhmm, jugo de pera, Coca Cola, Fanta, Sprite, batidos, jugo de frutilla... Elige lo que a ti te guste.- ¡Amo el jugo de frutillas!

-Pues, me encanta el jugo de fresas.- Le digo sonriendo.

-Jugo de fresas será entonces.- Concluye haciendo la mímica de un martillo golpeando la mesa, cómo se hace cuando se cierra un juicio.

Reímos y llega nuestro turno.

-Buenos días, ¿Qué desean?- Pregunta una chica con el cabello pelinegro atado en un moño que atiende con una gran sonrisa plasmada en su rostro. Muestra tener la misma edad que nosotros.

-Buenos días.- Saludamos Michael y yo al unísono, haciéndonos sonreír. La chica detrás de la barra sonríe aún más.

-Que bella pareja, hasta tienen conexión para hablar al mismo tiempo.- Dice y nos mira al uno y luego al otro.

Michael se tensa y yo me ruborizo.

-En realidad... No somos pareja.- Responde mí amigo. 

La chica sonríe nerviosa y aparta la mirada hacia el block de notas que sostiene entre sus manos para luego volver a fijarla en nosotros.

-Lo siento... Pero debo admitir que parecen ser pareja. - Dijo y sonrió nuevamente. Se formó un silencio incómodo en el que sólo se escuchaban al resto de las personas hablando y el tráfico de afuera. Luego de unos cinco segundos que se me hicieron infinitos, la chica vuelve a hablar. -Bueno chicos, mí nombre es Annabelle, y seré quién los atienda. ¿Qué deseaban buscar?- Pregunta y toma un lapicero que tenía detrás de la libreta. Lo abre y nos mira inquisitiva.

-Es la primera vez que vengo, pero Camille ya vino varias veces, así que ella elige hoy.- Me da un toque en el codo y le sonríe a Annabelle. Ella le corresponde y me mira ensanchando su sonrisa.

-Bien, soy nueva, éste es mí primer día aquí, pero ya me estoy acostumbrando, aunque no te puedo aconsejar según mis gustos porque no soy de aquí y todavía no he comprado nada en ésta cafetería. Y es el colmo porque es donde ahora trabajo.- La pelinegra se ríe leve sonrosándose y me mira esperando el pedido. Debo reconocer que es simpática.

-Ohh, no sabes lo que te pierdes, todo de aquí es exquisito, sobre todo los pasteles, y es por eso, que queríamos saber cuáles tienen hoy.- Digo bastante animada ya que Annabelle me parece una chica como se debe, gentil y simpática.

-Pues entonces los probaré, y hoy tenemos el pastel tres leches, la torta oreo, de frambuesas y el pastel atrapa marido.- Indica una vitrina repleta de tortas, todas tan tentadoras como para que dentro de la boca se nos forme agüita.

Oh sí tortas, aguarden a ser mías y las saborearé como si no hubiese un mañana.

Quedamos los tres contemplando las delicias tan bien presentadas, con una decoración de las mejores, y luego de unos segundos nos miramos los tres. 

Levanto los hombros en señal de indecisión y miro a Michael que está con una mueca que representa lo mismo que yo, mientras que la vivaz chica nos mira con decisión en sus ojos de color azul oscuro. Miró hacia el pastel de frambuesas y estiró sus labios rosados naturalmente mostrando sus dientes blancos.

-Las frambuesas son mis preferidas así que el pastel de ese sabor me llama la atención. ¿Qué dicen?- Se dirigió hacia la vitrina, la abrió por detrás y sacó un par de guantes, una espátula de forma triangular y una bandeja de cartón que tenía sobre la superficie plana un papel para que el pastel no se pegue contra la bandeja. Alza las cejas y luego de que Michael y yo nos echamos una mirada como preguntando si estamos de acuerdo, asentimos sonriéndole a Annabelle. Ella dió una palmaditas riendo y luego de hacer ese gesto de felicidad cortó medio pastel y colocó cuidadosamente sobre la bandeja. La envolvió con un papel amarillo muy bonito y le pegó un moñito rojo que decía: Gracias por su compra. Lo apoyó sobre una mesada y lo puso dentro de una bolsa en papel madera.

-Bueno chicos, ¿Deseaban algo más?- Mira hacia los muebles con pastelillos, masitas y bocaditos.

-Sí tienen jugo, llevamos el de frutilla.- Respondo. Ella levanta un dedo hacia arriba y sonriendo hace una mueca de "¡lo tengo!". Nos mira sonriente y se voltea para agacharse. Luego de unos momentos, se levanta y aparece frente a nosotros con una botella de jugo de fresas fresquito.

-Justo es la última que queda. Tuvieron suerte.- La pone en otra bolsa para evitar que cuando se forme la condensación del envase, ésta moje la torta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.