Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 8

Una semana había pasado en la que me mantuve encerrado en la cabaña del alfa sin salir, sentí los días tan largos, mi única actividad era leer, jugar al ajedrez y hablar con Kai, también se había hecho costumbre el mirar por la ventana hacia el bosque añorando el poder salir y correr en este mismo al igual que antes.

Aún así él pelinegro se negaba rotundamente a dejarme poner un pie afuera, varias veces le dije que él podía acompañarme si no confiaba en mi, aún así su respuesta siempre fue un rotundo “No”. 

Ahora podía moverme con más libertad y no necesitaba que Kai me estuviera cargando para llevarme a algún lado, ya podía caminar por mi cuenta y dar leves paseos por la casa. 

Algo de lo que también debo hablar es que no me a puesto una sola mano encima, habíamos quedado en ser pareja pero en todo este tiempo él no ha hecho nada, desde la última vez que nos besamos no se a acercado a mi con otro tipo de intenciones. Además, duerme en la sala y yo en la habitación, me parece que su actitud es muy extraña a comparación a la de los otros alfas. 

Kai había dicho que en algún momento tocaría mi cuerpo pero hasta ahora no a hecho algún movimiento, tal vez este esperando a que baje la guardia para poder aprovecharse. 

—¿Otra vez mirando por la ventana?— preguntó cruzándose de brazos, al no obtener una respuesta se acercó a mi lado —Liam, no puedes salir, debes entenderlo. 

—Me siento como un prisionero, no me gusta estar encerrado, me asfixio, me siento tan solo— le dije girando mi rostro para ver el suyo.

—Me tienes a mi, ¿No te basta conmigo?

—No. 

—Me hieres con tus palabras— dramatizó. 

—Mentiroso— el contrario alzó una ceja sonriendo —No puedes mantenerme encerrado por siempre— me quejé. 

—Si no te dejo salir es por tu bien, aún es muy pronto, saldrás cuando te mejores por completo y fin del tema— finalizó para luego darse la vuelta e irse, me puse de pie para seguirlo. 

—Eso es lo que tú dices, ya estoy bien, puedo caminar sin cojear, quiero salir— detuve su paso poniéndome enfrente suyo. 

Kai se acercó unos pasos a mi y poso su mirada hacia abajo, se inclinó un poco y con su mano derecha apretó mi pierna haciendo que soltará un quejido y retrocediera. 

—¡No hagas eso!— grité arrugando la cara. 

—Ya ves que no estás bien— sonrió de lado. 

—Sí estoy bien, si no logro mejorar como se debe es por tu culpa— le reproché frunciendo el ceño y mi pecho comenzaba a subir y bajar con rapidez. 

—¿Por qué por mi culpa?— preguntó con inocencia fingida.

—No dejas de lastimarme, es tu culpa que me tarde en sanar.

—Liam, creo que estas exagerando— soltó un bufido. 

—Exagerando una mierda— bramé molesto —Me siento enjaulado— manifesté. Kai colocó sus manos sobre mis hombros y comenzó hacer mayor presión en el hombro lastimado —Déjalo ya— hice una mueca. 

Unos segundos pasaron y entonces se alejó de mi. 

—Ven, vamos a comer— comenzó a adentrarse a la cocina, al ver que no me movía volvió hablar —Debes alimentarte bien si te quieres recuperar— sonrió.

En esta semana que llevo con él me eh dado cuenta de que es un mentiroso en algunas cosas, hay algo de su persona que no me agrada todavía. Sé bien que me oculta su identidad y muchas cosas más, no le eh preguntado nada porque tampoco puede saber sobre mi. Aún así hay cosas que me intrigan y que quiero averiguar por mi cuenta. Eso si es que logro salir de aquí, Kai últimamente le gusta hacer fuerza en mis heridas casi todo el tiempo, me dedica esa linda sonrisa que haría estremecer a cualquiera, incluso a mi, pero cuando veo esos ojos grises que parecen querer devorarme o me ven con diversión puedo darme cuenta enseguida de que actúa de forma hipócrita. Hace las cosas a propósito. 

Estuve pensando que él no quiere que salga de aquí, me dice que es por mi estado de salud pero no le creo, algo trama y yo lo voy a averiguar.

 

***

 

 

Al día siguiente después de terminar unas partidas de ajedrez me senté al lado de la ventana mirando hacia el bosque. Kai se sentó en el sofá y cruzó sus piernas mientras me dedicaba una mirada un tanto peculiar. Había olvidado mencionar que él también tiene una nueva costumbre, la cual se basa en que se siente en el sillón a observarme con detenimiento. Se queda horas viéndome como si quisiera algo de mi pero no sé atreve a decirlo, tiene la mirada de un depredador, tanto así que algunas veces me llega a incomodar y a poner nervioso, como en estos momentos. 

—Kai— le llamé porque no soportaba esa pesada mirada que me daba, el mencionado alzó una ceja —Ven acá— indiqué. Él no muy convencido se puso de pie y caminó hasta quedar al lado mío. 

—¿Qué quieres?— preguntó viéndome serio y pude notar que su atención estaba puesta en mi cuello.

Me quedé unos segundos pensando en que decirle hasta que se me ocurrió algo, una sonrisa se dibujó en mi rostro y solté un bufido.

—Quiero practicar— dije. Él sin entender ladeó la cabeza—¿Lo olvidaste? Dijiste que íbamos a practicar porque beso terrible— le expliqué. Fue entonces que esos ojos grises comenzaron a iluminarse y la comisura de su boca se elevó. 

—No entiendo a que viene esto ¿ Enserio quieres que te bese?— bajó su rostro hasta quedar muy cerca del mío, nuestras respiraciones chocaron, él se acercó lentamente y cerré los ojos apretando mis manos mientras esperaba sentir sus labios pero estos nunca se acercaron a los míos —¿Qué tramas omega?— susurró en el lóbulo de mi oreja, al sentir su aliento me estremecí y abrí los ojos topándome con una expresión de burla por parte de él. 

Kai se reincorporó mirándome con diversión. 

—No estoy tramando nada, quiero que me beses, eso es todo— afirmé carraspeando mi garganta. El pelinegro soltó una risa no muy divertida y puso su mano sobre mi cabeza. 




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