Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 11

Llegamos al baño y Kai se metió conmigo pero una vez mis pies tocaron el piso lo empujé para sacarlo del sitio, él se resistía pero aún así logré sacarlo a empujones. Coloqué el seguro y solté un suspiro de alivio. 

—Liam, que cruel eres— mencionó del otro lado soltando una que otra risa. 

—Voy a bañarme primero y después tú, mientras me ducho quiero que te deshagas de los lobos, no quiero verlos cuando salga— le ordené con firmeza. No quería ver esos cadáveres, necesitaba olvidarlo lo más rápido posible de mi mente por más difícil que sea. 

—Claro, lo que tú digas— balbuceo. Escuché la madera rechinar y sus pasos mientras se alejaba. Una vez que no sentí su presencia solté el aire que no sabía que estaba conteniendo. 

Comencé a quitarme la venda empapada en sangre para luego arrojarla en el bote de basura y desnudarme con mucho cuidado. 

Cuando salí del baño me dirigí hacia la habitación y agarré mi mochila para empezar a vestirme. Salí afuera y me di cuenta de que Kai no estaba, caminé hacia la puerta y la abrí, sentí la caricia de la brisa sobre mi rostro y puse un pie afuera. Una emoción comenzó a invadirme al estar fuera de la cabaña pero esa sensación duró muy poco cuando el pelinegro hizo presencia saliendo de los arboles y se acercó, me tomó por el brazo y me adentró de nuevo a la casa cerrando la puerta detrás de él de un portazo. 

—¿Ibas a irte?— cuestionó frunciendo el ceño.

—No— respondí pero él pareció no creerme —Hablo enserio— rodé los ojos al ver que aún no cambiaba de expresión.

—No te creo— soltó receloso. 

—Problema tuyo— susurré, Kai me rodeó y colocó sus brazos alrededor de mi cuello —Vas a volver a ensuciarme— dije irritado. Después de unos segundos me soltó y me tomó por la mano para caminar más adentro de la casa —¿Qué pasó con los cuerpos?— le pregunté buscando cambiar de tema. 

—Los enterré en el bosque, iré a dame un baño— pasó por mi lado pero luego se giró —No vayas a salir, es peligroso— advirtió. Hice una mueca para luego darle la espalda, me acerqué a los muebles y comencé a recoger las fichas de ajedrez que estaban por todo el lugar, me agaché y pude ver que el tablero estaba roto por la mitad. 

Que lastima. 

Me recosté sobre el respaldo del mueble y cerré los ojos mientras escuchaba el sonido del agua caer en el baño, abrí mis orbes y crucé mis piernas para luego tomar una cinta y atar mi cabello en una coleta porque me fastidiaba tenerlo suelto. 

Al rato apareció Kai y se posicionó a mi lado mientras se secaba el pelo con una pequeña toalla. 

—Yo te ayudo— le dije jalándolo del brazo, sin rechistar se sentó sobre el suelo y tomé un mechón entre mis manos analizándolo, era suave y se veía bien cuidado —¿Has pensado en cortarlo?— trate de hacer una conversación porque me sentía un poco incómodo con la situación. 

Si en el pasado me hubieran dicho que estaría secándole el pelo a un alfa me habría reído a carcajadas hasta ahogarme con mi propia saliva.  

—No, me gusta tal y como está— se giró para verme —El tuyo también está muy largo Liam— comentó.

—Lo cortaré después.

—No lo hagas, me gusta como se ve— se puso de pie y me quitó la toalla —Ya fue suficiente— mencionó al ver mi mirada molesta y luego recorrió toda la sala de la cabaña con el rabillo del ojo. 

—¿A dónde vamos a ir ahora?— le pregunté con desánimo. 

—Con mi familia— respondió con simpleza poniéndose de pie. 

Bajé mi cabeza y pensé en todo lo que había sucedido el día de hoy, vinieron a atacarnos y estoy seguro de que esos lobos eran de su manada, eso me hace pensar que todo esto pasó por mi culpa, descubrieron que me estoy quedando en este lugar.

Acabo de ponerlo en peligro, él que de seguro vive en paz al ser parte de la familia del líder está metido en esto por mi.  

—Sea lo que sea que estés pensando será mejor que lo olvides, no es culpa tuya— me tomó por el mentón haciendo que lo mirase, realmente había adivinado lo que pasaba por mi mente aunque dudo que haya sido una adivinación, fue algo más y no tengo dudas. 

—¿Qué estás diciendo? Todo esto pasó porque soy del Oeste— rebatí relamiendo mis labios con desespero —Esto volverá a pasar si sigo aquí, tal vez sea mejor que me vaya— mencioné mientras me ponía de pie, el pelinegro frunció el ceño y tiró la toalla al suelo. 

—No irás a ningún lado, te quedas conmigo— pronunció firme apretando la mandíbula —Se que te asusta todo esto pero no tienes que temer, me haré cargo de todo— aseguró mostrándose muy confiado. 

Suspiré con cansancio, me gustaba salir de la rutina pero lo que pasó hace rato fue muy arriesgado y pudo costarnos la vida a ambos. 

—Debemos irnos de la cabaña, está claro que todo fue una advertencia— volvió hablar el contrario y lo miré de inmediato. 

—¿Advertencia?— musité. 

—Esos lobos fueron enviados por gente de mi manada— informó soltando un bufido para luego pasarse la mano por la cara con frustración.

—Fue por mi— asumí bajando la cabeza. 

—No Liam— susurró pero supe que mentía. Eso me hizo sentir molesto. Estaba arruinándolo y dándole problemas a Kai, desde que me salvó en el bosque solo eh sido una molestia, mi omega está encariñado y si a él le sucede algo también me pasará lo mismo a mi porque somos predestinados. 

—¡Claro que sí! ¡Saben que estoy aquí y por eso pasó todo esto!— exclamé con irritación —¡Todo porque soy del Oeste, se enteraron de nosotros y por eso vienen a matarme!— grité colérico porque odiaba que él quisiera verme la cara de tonto. No necesitaba que me mintiera de forma descarada para no hacerme sentir mal. 

—¡Ya te dije que no eres del Oeste, ahora eres del Norte!— exclamó molesto y luego elevó su vista hacia arriba buscando calmarse —Eres mío ahora. Ya no perteneces a ese sitio— soltó con rabia viéndome con dureza. Mordí mi labio inferior con desespero y cambié el tema, en este momento no era adecuado discutir. 




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