Ya estaba cansado de tanto patalear y de maldecir al alfa. En unos segundos ya nos encontrábamos en la tienda de nuevo y había caído la noche. En el transcurso no me dijo nada, cada vez que luchaba por irme me tomaba con más fuerza y no hacía caso a nada de lo que le decía.
Hasta me dolía la garganta de tanto gritar que dejé de hacerlo, mi lobo me estuvo regañando como si de un niño se tratase y discutí con él. Por lo tanto no nos hablábamos.
Entró en la tienda y me tiró sobre las mantas sin nada de delicadeza y tuve ganas de golpearlo pero me aguanté.
Su rostro seguía igual de serio y molesto —Tú….
Susurré con algo de rabia.
—Vamos a curarte— ni siquiera me miró y comenzó a sacar cosas de su bolsa que no sabía que había traído consigo. Se acercó de forma extraña hacia mi y puse mis manos cubriéndome dándole a entender que no quería que me tocara. Entonces sin nada de delicadeza las apartó y comenzó a destrozar mi camisa hasta que quedó hecha trizas.
Estaba siendo demasiado salvaje en estos instantes.
—Maldit— no pude terminar la frase porque me había cubierto la boca con su mano.
—Después me sigues insultando todo lo que quieras— ejerció más fuerza que comenzó a dolerme, hundí el entrecejo y lo golpee en el hombro —Descarado. Yo debo estar molesto, no tú.
Sacó algunas pomadas extrañas y algunas vendas, se acercó y también tuvo la intención de romper mi pantalón para revisar mi herida en el muslo pero lo aparté.
—Suficiente— lo detuve. Mis viejas heridas estaban bien.
No me dijo nada y me tomó del brazo para enderezarme, ni siquiera midió su fuerza y sentí un gran dolor en el vientre. No me gustaba el estar semidesnudo ante él. Aunque ya me había visto la vez que nos bañamos juntos en el rio.
Me jaló del brazo para acercarme hacia él.
—¡Contrólate animal!— le regañé pero me ignoró. Me quitó la venda que tenía en el hombro y mi herida estaba casi cicatrizada.
Ahora tenía dos heridas más, la de la frente y la del abdomen. A este paso no sé que será de mi.
Admiró la zona y comenzó a limpiar el lugar haciendo que soltara quejidos de dolor, el ardor que sentía era horrible. Realmente no lo soportaba y hacia las cosas más insoportables por la brutalidad con la que me limpiaba.
—¡Más suave que me duele!— grité arrugando mi cara porque sabía que lo hacía adrede.
—Pues te lo mereces— soltó con sequedad en su voz.
No tardó mucho en ponerme un parche y vendarme para comenzar a recoger las cosas del suelo, estaba por salir pero se frenó para decir lo siguiente:
—Liam, tienes prohibido escaparte de aquí— me miró con dureza —No me importa si te molestas y me maldices, tampoco me importa que hagas un berrinche. Te estaré vigilando— salió del lugar haciendo ruido al caminar lo cual me daba a entender que seguía furioso conmigo.
Las horas pasaron y ya era muy tarde, Kai seguía molesto conmigo y entiendo perfectamente el motivo, aún así me costaba mucho el hablar con él y pedirle disculpas.
Salí de la tienda y lo observé sentando cerca de la pequeña fogata que seguramente había hecho. Mantenía la mirada perdida en el fuego.
—Kai, ¿Podemos hablar?— pregunté con cautela acercándome y sentándome al lado suyo.
—Toma— me lazó un bolso el cual pude atrapar a duras penas.
—¿Qué es?— lo miré con curiosidad.
—Lo traje para ti. Si hay algo que no te guste me dices, me iré a dormir— se metió a la tienda dejándome completamente solo.
Arrugué el entrecejo, no me gustaba esa actitud que tenía. Prefería al otro Kai. Era obvio que me estaba evitando porque cada que me acerco se va.
Solté un suspiro y abrí el bolso encontrándome con varias mudas de ropa y algunos productos de aseo personal. Volví a cerrarlo y me quedé viendo hacia la fogata de forma embelesada pensando en como arreglar las cosas. Estuve de esa forma unos minutos debatiendo sí debía disculparme o no.
¿Debería disculparme con él? No quiero hacer eso pero si no lo hago mi lobo no me dejará en paz y Kai seguirá evitándome. Me salvó la vida tres veces, eso solo hace que esté en deuda con él.
Me levanté decidido y con la mochila en mano me dirigí hacia la tienda, al entrar me encontré con el pelinegro semidesnudo, abrí mis ojos en grande y mi vista viajó hacia ese abdomen marcado que tenía.
Salí de nuevo —Lo siento— dije con algo de vergüenza. Ya lo había visto desnudo también y había sentido su miembro rosándome cuando nos bañamos pero aún seguía incomodándome con estás cosas. Me hacía sentir extraño.
—Pasa— habló desde adentro con una voz despreocupada.
Hice caso a lo que dijo y al entrar dejé la mochila a un lado, después me giré para encararlo.
—Ven aquí— me indicó estando sentando. Me acerqué con algo de cautela y al estar lo suficientemente cerca me jaló del brazo con fuerza haciendo que cayera acostado, en un rápido movimiento y sin darme tiempo a reaccionar se subió encima de mi aprisionándome.
—Mañana vamos a mi manada— informó.
—¿Por qué tan pronto? Aún falta para que llegue el líder— mencioné confundido.
—Debemos estar allá cuánto antes, pensaba ir y ver cómo estaban las cosas y luego llevarte. Pero con lo que pasó hoy me queda clarísimo que no puedo dejarte solo— respondió sin abandonar la seriedad en su rostro. Algo me dice que jamás volverá a dejarme solo.
—Por lo visto sigues molesto— sonreí un poco —Mira….no soy mucho de obedecer ni de portarme bien, aún así prometo hacer un esfuerzo de ahora en adelante.
No sabía si mis propias palabras eran ciertas, de alguna manera las sentía faltas y creo que el alfa también lo percibió así.
—No puedo confiar en tu palabra— contraatacó poniendo su rostro más duro. Es lógico, en su lugar yo tampoco confiaría en mi mismo puesto que eh pensado en dejarlo y solo le eh causado problemas.
—Ay, eso dolió— fingí con dramatismo —Aún así entiendo, pero enserio es difícil dejar los viejos hábitos— solté un gran bufido porque estaba por sincerarme —Sabes que nunca había tenido un alfa y eso de agachar la cabeza y obedecer no va conmigo.