Kai no hizo nada más, solo me besó, acarició y me tocó. Pero nada más. Me dolió el corazón al pensar que ya no me deseaba pero me dejó muy en claro que ese no era el motivo.
—¿Ya no quieres hacer nada conmigo verdad?— cuestioné porque ahora su rechazo no me gustaba para nada.
—Claro que quiero pero no voy a tocarte de otra forma— respondió dándome la espalda evitando mi mirada.
—Yo quiero hacerlo.
—No, no quieres— aseguró con un tono de voz duro —Estas haciendo esto solo por impulso y porque te sientes mal. No soy tan estúpido como crees, me doy cuenta de las cosas.
Sentí que mi corazón se detuvo porque tenía razón, muy dentro de mi lo sabía. No quería seguir rechazándolo pero había situaciones en las que no era yo mismo. En mi cabeza seguía Kim muy presente. No importa que tanto quiera borrarlo a veces parece imposible.
No quiero que esto cree problemas entre nosotros.
Ver a Kai darme la espalda no me da una buena sensación. No me gusta. Se ve distante y hace que me duela el corazón.
—No es cierto— mentí en un susurro.
Al no ver una reacción de su parte me acerqué con cautela hasta apoyar mi cabeza en su espalda y rodearle la cintura con mis brazos. Al inicio pude darme cuenta que se había tensado pero ahora estaba un poco más relajado.
Me acomodé y apoyé mi barbilla en su hombro, tomé la liga que mantenía su cabello atado y se la saqué haciendo que su largo cabello cayera por su espalda. Comencé a subir mis manos con temor dentro de su camisa medio abierta pero cuando creí que lo tenía me detuvo.
—No me detengas, ¿No quieres tú también?— cuestioné frunciendo el ceño.
—Sí quiero hacerlo contigo Liam. Lo deseo, la verdad es que desde el inicio eh querido esto y mi lobo está loco porque quiere tomarte de una buena vez.
Bajé mi cabeza mirando hacia abajo porque sabía que había un “pero” en todo esto.
—Te quiero pero no es el momento. No lo quiero hacer así. Voy a cumplir mi promesa de no hacerte nada hasta que tú de verdad lo quieras. Hasta que me lo pidas por gusto y por placer.
Giró un poco su cabeza para verme hacia el rostro y dedicarme una débil sonrisa, parecía decaído pero muy seguro de lo que me decía. Tomó mis manos entre las suyas y entrelazó nuestros dedos haciendo que una emoción me recorriera el cuerpo entero. Acercó sus labios y dejó un casto beso sobre mi frente que me hizo sentir mariposas en el estómago.
—Voy hacer lo que me pediste— susurró de pronto.
No sabía a lo que se refería realmente así que encarné una ceja sin entender, al ver mi expresión soltó un gran suspiro que estaba cargado de cansancio.
—Borraré todos esos malos recuerdos, me los llevaré y crearemos unos mejores, haré que seas feliz conmigo— prometió con una sonrisa en sus labios mientras me miraba con ilusión.
Me quedé callado procesando sus palabras, él siempre estaba pensando en mí pero yo no. Esa era la diferencia que había entre ambos, no me estoy preocupando por el pelinegro como debería hacerlo, entonces en ese mismo instante me plantee algo:
1. Nunca más iba a rechazar a Kai.
2. Iba a confiar en él y haría lo posible por cambiar.
Quería cambiar para hacerlo feliz porque a veces tenía la idea de que entre los dos él es el que más se esfuerza. Kai siempre es el que más pone de su parte y ya no quiero que las cosas sean de esa forma. Quiero ser diferente.
Quise sonreír pero no me fue posible y él pudo notarlo, pudo darse cuenta de que me dolía todo esto, me dolía el estar tan jodido de la cabeza. No me gustaba que eso fuese un impedimento entre nosotros y detestaba la idea de seguirlo lastimando con mi actitud.
—Ya es tarde Liam, hay que dormir— me soltó y después apagó la lámpara de aceite que nos iluminaba adentro de la tienda, al estar recostado dio unas palmadas a su costado indicándome que me acercara y así lo hice.
Lo abracé con fuerzas y oculté mi rostro en su cuello sin deshacer mi agarre porque tenía la sensación de que si lo soltaba él iba a irse.
Agudicé mi olfato buscando sentir sus feromonas a Laurel, el alfa al notar lo que quería comenzó a soltar de ellas haciéndome sentir mejor.
—Omega— susurró mientras me acariciaba el cabello con delicadeza.
—Dime— contesté alzando mi cabeza sin soltarlo y sin dejar de embriagarme con su olor. Al inicio no me gustaba el estar oliendo al alfa pero ahora quería su aroma encima de mí todo el tiempo.
—Quiero que me prometas algo— su voz sonó más ronca de lo que pensé —Prométeme que nunca me vas a dejar sin importar lo que pase.
Me quedé perplejo.
Me esperé de todo menos eso. Realmente me había sorprendido, comencé a cuestionarme sí debía prometerle tal cosa. En el pasado pensé que las promesas de un hombre eran vacías, en especial si de amor se trata. Aún así quiero hacerlo. Deseo hacerlo porque yo tampoco quiero dejarlo.
—Lo prometo— aseguré con firmeza buscando que eso lo hiciera sentir mejor y lo hiciera olvidar lo de hace rato.
No dijo más y me dediqué a observarlo, había algo diferente pero no conseguía saber con exactitud que era. El brillo en su mirada era diferente, hasta su forma de hablar, de respirar, todo lo era y comenzó a preocuparme.
A pesar de ese malestar que sentía no pude evitar pensar que se veía hermoso. Kai era muy hermoso.
—No y que no— se burló mi lobo haciendo presencia.
—Cállate— le dije de mala gana porque sabía que venía a burlarse de mi.
Volví a prestarle total atención a cada una de sus facciones.
Verlo con su cabello suelto lo hacía lucir diferente ya que la mayoría del tiempo se lo ataba o se hacía trenzas, esta era una nueva faceta y me gustaba mucho.
A la mañana siguiente después de un baño en el rio Kai me cambió el vendaje del vientre, al rato me revisó la frente y dijo que no había necesidad de venderla, aún así me puse el pañuelo que me había dado cuando nos conocimos.