Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 17

Pasaron cinco días en los que no hacia nada más que dormir, comer y hablar con el alfa; también darnos cariño. Siempre había llevado una vida muy vaga en el Oeste pero me gustaba la calma y la sensación de tranquilidad que había en el sitio. 

El contrario solía leerme uno de sus tantos libros durante las tardes, disfrutaba de ello y yo también, de esa forma sí me parecía interesante la lectura, siempre y cuando pudiera escuchar su voz. 

En esos días pasados intenté seducir al pelinegro pero este siempre se alejaba de mí y alegaba que tenía una que otra cosa que hacer, de sobra sabía que solo eran excusas, y aunque me molestara en el proceso no podía evitar el reírme por su actitud. 

Me parecía gracioso la forma en la que siempre huía de mí, me gustaba la sensación de intimidación que tenía sobre él. De cierta manera llegaba a parecerme tierno y adorable y era entonces que despertaba de mi burbuja y me reprochaba a mi mismo que dejara de dar tanta vergüenza ajena. 

—Quiero salir— interrumpí su lectura, este se detuvo y me observó con suma atención con el entrecejo hundido, la convivencia de ambos sirvió para que lo fuera conociendo y es por ello que sabía de sobra que le molestaba que le interrumpiera mientras leía. 

Poco me importó su irritación e insistí en lo mismo, al ver que no tenía alguna intención de retroceder accedió ante mi pedido. 

—Me parece que ya es un poco tarde— comentó observando hacia la ventana admirando el cielo anaranjado. Pronto anochecería. 

—Por eso mismo quiero que salgamos a pasear un rato de noche, mañana podemos hacerlo al medio día, pero justo ahora quiero salir. 

—Como tú quieras— se puso de pie y se fue rumbo a la biblioteca, lo seguí hasta dicho lugar para verlo colocar el libro en su sitio. Se giró sobre su propio eje y trabó la puerta tras salir tomándome por la cintura. 

En un inicio, cuando recién nos conocíamos no me dejaba salir de la cabaña diciendo que era peligroso y que primero debía recuperarme, aún así siempre sospeché de ello. 

Y por fin lo había admitido. Después de tanta insistencia por mi parte mientras dejábamos la cabaña atrás. 

—Tienes toda la razón, no quería dejarte salir, me gusta tenerte… solo para mí— apretó mi mano con más fuerza mientras caminábamos por el bosque con suma calma —. Me daba miedo que te fueras y me dejaras, que cambiaras de opinión. 

Solté un suspiro lleno de frustración porque había mucha veracidad en lo dicho, yo enserio quería irme, iba a escaparme luego de utilizarlo como mejor me convenía. Sin embargo, todos mis planes se fueron por la borda al descubrir que éramos destinados. 

Sabía que después de haberlo conocido no podría solo irme y dejarlo, mis planes ahora eran otros. 

Ya no quería huir solo, quería irme con él. 

—De hecho sí quería escapar pero en aquel entonces no soportaba el encierro, estaba acostumbrado a mantenerme en movimiento y siempre hacer algo, en mi antigua manada causaba problemas todo el tiempo….— rodé los ojos recordando los sermones que solían darme, justo cuando iba a continuar con mi relato me detuve al ver la expresión del contrario. 

—Me consta, desde que te conocí me has dado problemas— suspiró. 

Me mordí el labio inferior con nervios pensando en el significado detrás de esas palabras, al verme tan pensativo agregó: 

—No te lo tomes a mal, no lo dije con esa intención. De hecho podría decir que le haz agregado más drama a mi vida— se detuvo al momento de estar en un gran jardín lleno de flores las cuales no supe distinguir muy bien. 

El cielo ya estaba oscuro por completo y fuimos capaces de apreciar las estrellas y la luna, la vista era preciosa y me gustaba el poder compartirla con él, era perfecto. Una brisa helada hizo que me abrazara a mi mismo y al ver lo afectado que estaba me rodeó con sus brazos liberando de sus feromonas, al tenerlo tan cerca comencé a sentir su calor corporal. 

Lo inhalé lo más que pude para drogarme con su fragancia, en un lento movimiento nos sentamos en medio de ese inmenso jardín aplastando algunas flores en el proceso. 

—Una vez Levi dijo que yo era de muy mala suerte, tras todo lo que ha sucedido últimamente comienzo a pensar que tiene razón— mencioné sintiendo como un nudo se me formaba en la garganta. 

El alfa sonrió un poco y dejó un suave beso en mi mejilla negando con sus cabeza lo susodicho por mí. 

—Él está equivocado, porque para mí fue toda una suerte poder encontrarte— entonces besó mis labios de forma lenta y calmada, le correspondí al instante sintiendo a nuestros lobos aullar contentos —. Sabes…. hay muchos que no logran encontrar a su pareja predestinada, yo tuve la suerte de encontrarte, algunos mueren sin haberla conocido, así que no vuelvas a decir que eres de mala suerte porque no es verdad. 

Me quedé viéndolo fijo analizando sus palabras, él tenía razón, habíamos tenido las mejores de las suertes al encontrarnos mutuamente, como dijo: Muchos morían sin conocer a su pareja predestinada. 

Yo sí encontré a la mía y eso me llena el pecho de orgullo y felicidad. 

El malestar que sentí al recordar a mi padre fue desapareciendo, tenía que comenzar a olvidarlo por más difícil que fuese. 

Alcé mi vista hacia el cielo otra vez y una sonrisa se dibujó en mi rostro porque el sentir a Kai me hacía darme cuenta de que todo estaba atrás. Todos esos horribles recuerdos del pasado los sentía ajenos a mí. 

—Me gusta verte así— admitió en un susurro.

Me giré a verlo en el instante. 

—Jamás pensé que iba a encontrar la felicidad a tu lado— me sinceré aunque sabía que aquello podría molestarlo e incluso ofenderlo. 

Frunció el ceño pero al ver mi sonrisa de oreja a oreja guardó silencio y pensó mejor lo que iba decirme, al final suspiró con pesadez y no dijo nada. 

—Sé que eso no sonó bien, pero la verdad es que pensé que para ser feliz debía ser libre y estar lejos de los alfas— ladee la cabeza mordiéndome la mejilla interna —. Pero al conocerte me di cuenta de que ya soy feliz, me siento bien a pesar de que aún siga teniendo miedo. 




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