Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 21

Al día siguiente que abrí los ojos me encontré de cara con el pelinegro mirándome, al inicio me sorprendí pero luego solo me acerqué a su cuerpo y lo abracé.

Me fijé con mayor precisión en su expresión y solo pude notar sus ojos color gris viéndome con intensidad.

—¿Cómo te sientes?— inquirí de inmediato.

Antes de responder sonrió y me abrazó de vuelta. Dijo que se encontraba mejor y que no debería preocuparme, aún así eso no fue suficiente para evitar que le dedicara una mirada acusadora. ¿Por qué él sí podía preocuparse por mí y yo por él no? Me enojaba eso. No me gustaba que minimizara su estado.

Rodé los ojos y a los minutos me puse de pie, entré el baño el cual estaba dentro de la habitación, eso me alivió porque así el pelinegro no tenía que salir del cuarto. Comencé a llenar la bañera lo más rápido que pude y al salir me encontré con Kai sentado en la cama y los pies en el suelo. Estaba intentando ponerse de pie.

Al instante me acerqué y pasé uno de sus brazos por mis hombros buscando servirle de apoyo. Me gustaría cargarlo como él suele hacer conmigo pero debido al tamaño y a la fuerza me era imposible.

—No tienes que hacer esto, pequeño. Yo puedo solo— se negó buscando andar por su cuenta.

Estaba loco si creía que se lo iba a permitir.

—Déjame ayudarte aunque estés bien. Siempre soy el que recibe ayuda tuya, ¿Por qué no me dejas hacer lo mismo por ti?— pregunté frunciendo el ceño.

Sus labios se abrieron un poco y en ningún momento dejó de verme con atención, con la misma de siempre. Cómo si para él no existiera nada más que yo.

Parecía estar pensando en mis palabras y era muy probable que supiera cómo me estaba sintiendo al respecto.

Eso era algo a lo que debía acostumbrarme, porque me sentía desnudo al saber que sin necesidad de decir una sola palabra él podría saberlo y sentirlo todo.

—No me mires así, sabes que no puedo negarte nada— sonrió buscando acercar sus labios a los míos pero giré el rostro. Pareció indignado con mi acción —¿Por qué no me dejas besarte? No puedes negarme algo así— se quejó luciendo para nada contento.

Quise reírme pero en cambio seguí caminando con él a mi lado, el alfa no emitía algún sonido de queja con respecto a sus heridas, pero aún así yo sabía que le dolía. Como siempre iba a fingir y a callarse su dolor.

Yo podía llorar, gritar, enojarme y decirle como me sentía. Kai no, ¿Por qué era así? Quería que me dijera cuando estuviera mal o algo le doliese, no le veía la necesidad de actuar de ese modo conmigo. Se suponía que entre ambos no puede haber barreras.

Al llegar al baño emitió un sonido muy bajo, demasiado bajo que me pregunté si me lo había imaginado pero al verle la cara supe que efectivamente se había esforzado para no quejarse.

A duras penas lo ayudé a entrar en la bañera, me sorprendió cuando se quitó la camisa, había algunos moretones en su abdomen evidenciando lo ocurrido la noche anterior.

Las piernas no las metió en el agua debido a que no podía mojar las heridas, solté un suspiro para luego apretar la mandíbula con fuerza. Mis ojos en ningún momento dejaron de verle los pies vendados hasta los tobillos.

Su precioso y caliente cuerpo ahora estaba marcado por culpa del cabrón de Aaron.

—Voy a matarlo…

Susurré entre dientes sin dejar de mirarlo.

—¿A quien? ¿A mí?— preguntó nervioso.

Negué con la cabeza y comencé a desnudarme bajo su atenta mirada, atrapó su labio inferior entre sus dientes sin dejar de verme.

En cuento quedé totalmente expuesto me extendió su mano invitándome a entrar, la observé con detenimiento y la sostuve, era cálida, demasiado cálida, tanto que me reconfortaba.

Me metí dentro no sin antes tomarle la temperatura, estaba un poco caliente, hundió su cara en mi cuello y ahí se mantuvo como si ese fuera su lugar seguro. Sentir la calidez de su aliento contra mi piel desnuda fue todo un placer, me senté sobre él a horcajadas y apoyé mi cabeza en su hombro.

Con mis manos tracé líneas imaginarias sobre su ancha espalda, luego me sostuve de sus firmes y formados hombros. Solté de mis feromonas y comenzó a embriagarse con ellas, también me envolvió con las suyas, dejé uno que otro beso sobre su cuello, clavícula y barbilla.

Lo sentí estremecerse sobre cada uno de mis toques, su respiración era más calmada, estaba tranquilo, su frente se encontraba húmeda y el cabello se le pegaba en la misma. Aparté algunos mechones y me encontré con su cara seria.

No me sonrió, solo pegó su frente junto a la mía y suspiró con cansancio.

—Perdón— murmuró bajito.

Encarné una ceja sin entender el motivo de su disculpa.

—Perdón por no decirte quien era en realidad a pesar de que tuve muchas oportunidades para hacerlo, es solo que…. Tú querías irte. Tú ibas a dejarme y me dio miedo que me abandonaras al saber la verdad— apretó los labios y me rodeó la cintura como si temiera que me fuera de su lado.

Escondió su cara en mi pecho.

El corazón comenzó a palpitarme con fuerza, más de lo debido.

—Ah, es por eso— dije pensando en lo dicho.

—Liam…. Enserio lo siento. Tú querías a alguien normal, sin muchos problemas y dramas, querías una vida tranquila y en completa paz, me di cuenta desde el inicio que yo no soy eso. Carajo, soy el hijo del líder del Norte, en poco tiempo ocuparé su lugar y tú….

—Yo soy tuyo— no le dejé terminar.

Alzó su cabeza para verme, en todo momento no me había observando, quizás por miedo a no poder decir todo lo que estaba saliendo de sus labios, tal vez porque no era capaz de sincerarse de esa forma si lo veía directo a los ojos.

Me miró con sorpresa, no esperaba que dijera eso y yo tampoco, pero fue tan natural, me salió del alma, porque era cierto, yo era de Kai Nortez. Siempre lo fui.

Su labio inferior comenzó a temblar y ese iris gris no dejaba de verme con súplica.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.