Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 22

Me encontraba en otro mundo, uno no tan bello y perfecto, mientras me acercaba al pelinegro me iba debilitando cada vez más, este cayó sentado en la cama balbuceando cosas inentendibles, o más bien no era capaz de escuchar absolutamente nada.

No entendía el por qué mi cuerpo temblaba y el por qué me dolía tanto el pecho, quise arrancarme lo que sea que me hacía sentir así, un lloriqueo salió de mis labios en lugar de una maldición o un insulto hacia el contrario.

—¿Por qué confíe en ti?— se me fue la voz y no pude evitar caer al suelo, perdí las fuerzas en las piernas y me quedé ahí tirado sin poder dejar de derramar lágrimas como un idiota.

—Escúchame, no es como tú crees, pequeño. Deja de imaginar cosas, no hay nada entre él y yo. Cálmate, no llores— me tomó por los brazos tratando de ponerme de pie pero no cedía.

—Mentira, me estás mintiendo, siempre me mientes….

Me negué a creer mientras me tapaba el rostro con las manos y no dejaba de llorar, me sentía tan triste y miserable, no quise actuar de una forma tan patética, quise ser como era, quería enojarme y matar a golpes a ese alfa por haberme mentido de esa manera, quise desquitarme y destrozarlo yo mismo.

Pero no podía, no tenía fuerzas para fingir, no después de tan grande decepción, mi lobo no dejaba de llorar con desesperación y por primera vez actué como él, por primera vez no pude controlarme y rompí en llanto demostrando lo mucho que me dolía.

—No llores, pequeño, no te eh mentido— trató de quitarme las manos de la cara pero no lo dejé, al ver que no cedía y que no me calmaba deslizó uno de sus brazos debajo de mis piernas y otro por mi espalda para luego cargarme.

Me removí pero no conseguí bajarme.

—¡Suéltame maldito mentiroso!— le lancé un golpe a la cara pero la alejó y no pude atinarle, me dejó sobre la cama y me abrazó apretándome contra su torso.

A los instantes soltó sus feromonas pero aún traía impregnado ese olor a uva, en cuestión de segundos ambos olores se mezclaron haciendo que se me revolviera el estómago.

Mi lobo rasguñó en mi interior, en lugar de calmarme empeoró todo.

—¡Quítate! ¡Apestas!— exclamé empujándolo lejos de mí, rechazando cualquier toque por parte suya, en esos momentos su piel quemaba, así lo sentía.

Tras decir eso frunció el ceño confundido, se olfateó a sí mismo y al notar el olor hizo una mueca de desagrado, suspiró y se jaloneó el cabello sin medir su fuerza soltando uno que otro insulto por lo bajo.

Se separó lo más rápido que pudo de mí y se metió al baño, me di cuenta entre llantos que las vendas estaban llenas de sangre, me sentí peor. Froté mi cara con frustración y escondí mi rostro entre mis piernas abrazándome a mí mismo.

Había sido traicionado por un alfa otra vez, me dije que era un idiota por haberme enamorado de él, al pensar en eso, en ese beso y ese abrazo se me estrujó el corazón, fue como si me atravesaran el pecho con un cuchillo.

—Es un mentiroso— balbucee mientras no podía parar de llorar y de sentirme todo un imbécil.

No supe cuánto tiempo pasó pero no me moví ni un poco, mi mente no dejaba de producir esa imagen una y otra vez, odiaba el estar torturándome de esa manera, mi lobo no dejó de lloriquear y de pedir a su alfa.

Mis labios ya estaban resecos y la cabeza comenzaba a doler, froté mis sienes con brusquedad queriendo que el dolor se fuera, hasta que la puerta del baño se abrió y un Kai todo empapado y agitado se dirigía en mi dirección.

Traía el cabello suelto y estaba medio desnudo, aún conservaba las vendas pero estas estaban mojadas y un poco de sangre sobresalía de las mismas.

Con expresión seria se detuvo.

—Dan y yo no somos nada, Liam.

Quise creerle pero mi mente volvía a producir esa imagen que me hacía tanto mal. Desee estar equivocado pero como demonios se supone que le crea si todo el tiempo me está mintiendo, llegué a un punto en el que no sé qué es verdad y qué es mentira.

—Te abrazó y te besó— dije entre dientes con voz rasposa.

—Pero yo no hice nada.

—Exacto— apreté la mandíbula —. No hiciste una mierda.

El alfa se mantuvo callado viéndome con fijeza, el gris de su iris en ningún momento se apartaron, lucía cansado y a pesar de eso se sentó en la cama, sus ojos buscaron los míos, pero siendo sincero no quería verle. Era capaz de creer cualquier cosa que saliera de su boca y no quería seguir actuando de forma tan patética.

—Dan es el omega que tenían preparado para mí, aún así jamás le correspondí, Liam. Nunca lo hice y nunca lo haré porque ni mi lobo ni yo lo queremos— acercó su mano con cautela hacia la mía.

Fruncí el ceño atrapando mi labio inferior entre mis dientes, los dedos de Kai fueron dejando una que otra caricia, estaba actuando con calma y sigilo.

Tal vez esperando que reaccione de forma violenta, lo cual no estaba nada lejos de la realidad porque así era como quería reaccionar. Sí hasta el momento no había hecho más era porque mi lobo estaba teniendo mucha influencia en mí.

No me había sucedido eso antes, hasta ahora.

Su cuerpo ya no estaba nada cálido como al principio, estaba frío y su rostro se notaba pálido, con calma fui alzando mi vista para verlo mejor. Notando la palabra “culpa” palpable en su cara.

—No te mencioné nada sobre él porque pensé que no tenía caso, al fin y al cabo nunca hubo nada entre nosotros, no sé que demonios hacía aquí…— con su otra mano alzó mi mentón para que lo viera directamente —. No soy su alfa, soy el tuyo. ¿Después de todo lo que ah pasado lo dudas?— cuestionó hundiendo el entrecejo.

Tragué grueso e hice todo lo posible por dedicarle una mirada dura y sería, pero me quedé corto e ido en cuanto la expresión de tristeza de su cara pareció empeorar.

Me quedé callado unos segundos sin dejar de mirarlo, podía notar lo ansioso que lo ponía mi silencio y en ese instante comprobé que él prefería que lo insultara y lo golpeara porque al estar callado no sabía qué esperar de mí. Eso lo ponía mal.




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