Una presencia muy indeseable a decir verdad.
Estaba cruzado de brazos mirando hacia otro lado mientras me decía a mí mismo una y otra vez que debía comportarme, que si el chico no me atacaba entonces yo tampoco lo haría.
Lo único que debía de importarme era ese alfa.
—Kai…no sabes el alivio que siento al ver que estás mejor. Quise pasar a verte antes pero no me lo permitieron— dio un paso al frente, suspiré con molestia apretando el brazo del alfa para mantenerlo cerca de mí.
Ya tenía en claro que la presencia de ese omega no me gustaba nada y que me caía terrible. Lo alucinaba barato, y no era para menos, me quería quitar a mi pareja, razón suficiente para que lo desprecie.
—Agradezco tu preocupación, Dan, pero a partir de ahora quiero que te abstengas de visitarme. Siempre eh sido claro contigo y ahora que tengo mi pareja no quiero malos entendidos, ¿Está claro?— advirtió el pelinegro luciendo bastante serio y frío.
Me le quedé observando comprobando una vez más que sin duda alguna el alfa era cortante, grosero y bastante frío con los demás, conmigo era distinto.
Supuse que era muy obvio, no solo por el hecho de que sea su omega, sino porque ya sabe cómo suelo ser y está consciente de que no voy a permitirle alguna idiotez o que se quiera pasar de listo.
No era como esos omegas a los que podía tratar como se le diera la gana, porque yo estaba dispuesto a matarlo si era necesario, eso lo comprobó el día en el que se cortó la mano con la daga.
Estaba herido y en desventaja, aún así estaba dispuesto a cualquier cosa, excepto a su actitud extraña que fue la que me sacó de órbita. Ambos éramos conscientes de que si hubiese estado en mi mejor momento le habría dado pelea.
Pero eso es algo que ya no tiene caso, quedó atrás en el pasado y ahora éramos pareja, estábamos enamorados y eso lo cambiaba todo. No solo nuestras vidas, sino la de todos los demás.
Mucha gente iba a salir herida de aquella unión tan inesperada.
Estuve metido en mis pensamientos como siempre que no me di cuenta la forma tan brusca en la que el omega apretaba los dientes y en la manera violenta en la que se rasguñaba el brazo.
¿Debía entenderlo?
Le habían dicho que sería la pareja de Kai, a pesar del desprecio del alfa el chico estaba ilusionado. De repente aparece su pareja después de estar desaparecido durante dos meses y lo hace con un omega desconocido, perteneciente a la manada enemiga.
Si lo pensaba de ese modo me parecía lógico que él estuviese enfadado y resentido.
Apreté el agarre sobre el brazo del pelinegro.
De cualquier forma yo no era culpable de ello, era responsable de muchas cosas pero no de esa. Kai era mi destinado y no se podía hacer nada, los lazos no se pueden cortar por más que quieran. Además, el alfa jamás lo aceptó como suyo, solo hicieron un arreglo algo similar al mío con Orión.
El pelinegro jamás accedió a nada.
No iba a responsabilizarme por eso. Estaba harto de cargar con tantas culpas, lo peor es que lo merecía.
—No es justo, Kai. Se supone que yo sería tu omega…no me pueden hacer esto— lloriqueó.
Apreté los dientes para contenerme y seguí al margen de la situación. Cómo si no tuviese nada que ver conmigo.
—Siempre te hablé con franqueza, te dije que no quería nada contigo y que jamás sería tu alfa, no debiste seguir ilusionándote a ti mismo a pesar de que nunca te di motivos para ello, ahora sí me disculpas nos tenemos que ir.
Sin agregar nada más el alfa comenzó a avanzar hacia el pasillo de la izquierda, algo que me resultó extraño porque aunque no conocía la mansión sabía perfectamente que nuestra habitación estaba del otro lado.
—¡Es que no puedo aceptarlo! ¡Me niego!— gritó Dan, llamando nuestra atención —. No es justo que esto me pase a mí, no es justo que un desconocido me quite lo que quiero, eh quedado en vergüenza y todos en la manada se ríen de mí….
Pensé que el alfa diría algo más pero no fue así, fruncí el ceño buscando o tratando de entender, a diferencia del día en el que nos conocimos se veía vulnerable y débil.
Nada que ver con el chico que se atrevió a insultarme.
¿Era por la presencia de Kai o realmente estaba dolido?
Seguramente ambas.
El pelinegro sabía que mientras nos alejábamos yo no dejaba de mirar hacia atrás, el chico siguió en su lugar cabizbajo sin despegar su vista del suelo, su labio inferior temblaba. No sabía si era de rabia o de impotencia.
Tal vez las dos cosas.
No pude seguir mirando atrás porque el contrario giró mi cabeza la frente.
—No pienses en él, estará bien.
—¿Qué te hace pensar que me importa?— repuse enseguida, bastante ofendido, Kai pasó su brazo por mi hombro para apoyarse.
Seguimos avanzando a paso lento.
—Te conozco, Liam. Sentiste lastima por Dan, me di cuenta y también lo sentí— giró los ojos sin dejar de lucir serio y sin despegar su vista hacia el frente.
Tragué grueso sintiéndome expuesto otra vez, enserio debía de acostumbrarme a que el pelinegro sepa cómo me siento, no era de demostrar mis emociones pero era muy obvio que con él eso no se iba a poder.
Era algo agradable y molesto a la vez.
—Enserio no tienes que preocuparte, no va a molestarte y si lo hace yo me encargaré de resolverlo.
—No te necesito para eso, puedo hacerlo por mi cuenta— le aclaré viéndolo mal. Me irritaba y me gustaba que pensara en cuidarme y protegerme.
Era una sensación agradable porque significaba que tenía algo, que tenía a alguien para mí. Pero también era molesto porque no me gusta depender de los demás, y si lo pensaba bien los últimos dos meses había estado dependiendo del alfa.
¿Dónde había quedado ese Liam prepotente?
Supongo que sigo siendo el mismo pero no con el pelinegro. Así como él era distinto conmigo yo también lo era.
—¿Qué más hablaste con Mamá?— preguntó.