Enamorado Del Alfa Kai (libro 1)

Capítulo 26

Por más que intentaba alejarlo de mí me resultaba difícil, en especial al estar en celo, si bien mi lobo siempre había rechazado a otros alfas y las feromonas de otros no tenían efecto en mí, en esta ocasión fue diferente, no del todo pero fue.

Estaba entrando en celo, mi cuerpo se estaba debilitando de a poco, aquello significaba que cada vez más estaba en desventaja.

Esperé y realmente desee que el alfa se apareciera por esa puerta y me quitase de encima a esa aberración que solo me causaba asco.

Sus toques sobre mis piernas y brazos eran asquerosos, como si su piel quemara al hacer contacto con la mía, pero no de una forma placentera y exquisita.

Hice todo lo que pude para regular mi respiración para no entrar en pánico ni nublar mi juicio. No sabía durante cuánto tiempo más iba hacer capaz de mantener la cordura. Mis piernas seguían temblando y el estar de pie, apoyado en la pared me resultaba más complicado.

Giré mi rostro hacia otro lado al ver las intenciones del desconocido de juntar sus labios con los míos, no podía permitir tal cosa, sus dedos fueron desabrochando mi pantalón y sin titubear metió su mano dentro.

Cuando creí que me tocaría subió su mano hasta mi abdomen para dejar leves caricias, rozando mi piel con la yema de sus dedos, con total delicadeza y lentitud. Cómo si estuviera tomándose su tiempo para apreciar y sentirlo todo.

Con cada caricia me estremecía y temblaba más, apreté el bolígrafo con todas mis fuerzas buscando calmarme.

De pronto acercó su cara a mi cuello y comenzó a olfatearme, drogándose con mi aroma como si fuese la fragancia más dulce del mundo.

Estaba buscando la manera de calmar mis instintos, en un rápido movimiento coloqué mi mano derecha sobre su cuello y lo apreté con fuerza.

Se sorprendió debido a lo repentino que había sido aquello, seguramente creía que le haría las cosas fáciles porque estaba en celo, pues estaba muy equivocado el infeliz.

El lubricante comenzó a resbalar por mis piernas provocándome una sensación extraña, mi cuerpo cada vez entraba más en calor y las piernas no dejaban de temblarme.

Me pareció que era un mal momento para que mi celo llegase.

Apretó mi muñeca buscando que lo soltase, aún así no estaba dispuesto a eso, alcé mi otra mano buscando clavarle el bolígrafo en la cara, se separó de mí en un movimiento brusco.

En cuanto lo tuve unos centímetros lejos mis piernas flaquearon y caí al suelo, metí las manos por reflejo buscando regular mi respiración, necesitaba pensar en alguna solución para lo que estaba sucediendo.

—Eres una fiera— comentó sobándose el cuello mientras se acercaba nuevamente.

Le tiré un lancé otra vez y volvió a esquivarlo, me sostuvo de la muñeca agarrándome con una fuerza descomunal, me torció el brazo y en cuestión de segundos solté el bolígrafo junto a un grito de dolor.

Agarró el objeto tirado en el suelo y lo rompió para asegurarse que no pudiera lastimarlo nuevamente, al menos el tipo era consciente de que estaba dispuesto a matarlo.

—No tenemos mucho tiempo así que acabamos con los juegos, niño.

Al verlo acercarse el corazón comenzó a palpitarme de forma descomunal, retrocedí e hice todo lo que pude por ponerme de pie, reuniendo fuerzas de dónde no las tenía.

Otra vez intentó subirse encima de mí pero no se lo permití, le tiré un golpe al rostro y así me mantuve, lo empujé en cuanto lo tuve cerca. Me paré y corrí hacia la puerta buscando abandonar la habitación.

Mi prioridad era salir de allí dado que no tenía armas con las cuales defenderme y ni de chiste iba a poder ganarle si nos enfrentábamos de manera directa.

Ni aunque recurriera a mi forma lobuna, un alfa era más poderoso que un omega.

La puerta cada vez estaba más cerca, en mi cabeza solo podía pensar en salir de allí, como si ese fuese mi única opción. Pero no lo era, de nuevo había confirmado que el estar con Kai me había cambiado por completo. Si no lo conociera y algo así me sucediera las acciones que habría tomado no hubiesen sido esas.

Entonces realmente no entendía ese comportamiento ridículo que estaba teniendo.

Solo pude sentir el como me tomó por el cuello de la camisa y me empujó hacia atrás, me tropecé creyendo que volvería al suelo pero no sucedió, por el contrario mi espalda chocó con su pecho.

Me tomó por el hombro para voltearme y quedar frente a frente, en cuanto nuestros ojos conectaron recibí una mirada mortífera capaz de decirme que ese hombre estaba dispuesto a destrozarme o matarme.

Conocía perfectamente la mirada de un asesino y ese tipo lo era.

Mi piel se erizó del miedo y antes de poder reaccionar me dio un golpe en el pómulo derecho, había sido tan brusco y tan violento que el impacto me hizo caer en el espejo de cuerpo completo.

Quise detenerme pero fue demasiado tarde, el espejó cayó al suelo junto conmigo, los sonidos que hizo el vidrio al romperse fue lo que me invadió al igual que la sensación desgarradora de las partículas del vidrio incrustándose en mi piel.

Solté un grito y un gemido lleno de dolor, apreté mis labios y lamentos salieron de mi boca ante la sensación de mi cara siendo cortada.

Con mis manos temblorosas traté de tocar mi rostro pero opté por no hacerlo, me giré cubriéndome el mismo pensando en lo peor, en que tal vez estaba arruinado.

El dolor fue espantoso, algunas lágrimas brotaron al instante, y el aullido de mi lobo resonó en cada partícula de mi ser.

El espejo estaba roto y los vidrios se encontraban esparcidos por todo el lugar, gateando comencé a dirigirme hacia la puerta de nuevo.

Aquella fue mi reacción ante el miedo.

Que patético estaba siendo en esos instantes.

Aquel sitio que me pareció seguro ahora era el más peligroso, se suponía que afuera corría peligro, entonces no entendía el por qué quería salir con tanta desesperación.




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