El alfa me acostó sobre el colchón para seguidamente volver a besarme y en el momento abrir mis piernas para meterse entre las mismas, con ellas le rodee la cintura mientras que mi corazón no dejaba de golpear con fuerza.
Mi lobo y yo no podíamos estar más que satisfechos y felices por como estaban las cosas.
Me dejé tocar todo lo que él quería hasta que con lentitud agarró su miembro y sin despegar la vista de mí lo fue metiendo, cuando lo sentí ingresar cerré los ojos y apreté sus hombros buscando calmarme para recibirlo como era debido, el ardor que me invadió me hizo soltar algunas lágrimas y el contrario se detuvo.
Con sus manos acunó mi rostro y plantó un leve beso.
—Respira….cálmate— me aconsejó apretando la mandíbula sin dejar de verme con aquellos ojos que me devoraban. Me limpió las lágrimas y al verme algo calmado siguió introduciéndose.
Entonces solté un gritó, le dije que se detuviera.
—Espérate…Kai me duele….espera un segundo, por favor— susurré con mi corazón a punto de salírseme del pecho, él comprendió y unió nuestros labios no sin antes soltar un “lo siento” y meterlo todo sin previo aviso.
—Tan estrecho…..— musitó con voz grave y ronca que me erizó la piel.
Con sus labios fue capaz de callar el grito que solté al sentirlo todo dentro, me sentí lleno y el alfa al ver que me faltaba el aire fue alejando los cabellos que traía pegado a la frente, una fuerte brisa entró por la ventana y en eso abrí los ojos encontrándome con ese iris gris.
—No me voy a mover hasta que tú quieras….— se mordió los labios para seguir apartando el resto de mechones y se mantuvo quieto, estábamos tan cerca que podía sentir sus latidos, inclinó aún más su cara hasta juntar nuestras frentes y acariciar mi nariz con la suya.
Volvió a besarme, ladeó la cabeza buscando profundizar el beso todavía más, traté de seguirle el ritmo todo lo que pude hasta que me fui calmando, entonces estando ya seguro me alejé de sus labios.
—Ya puedes moverte, alfa…— avisé para luego rodear su cuello con mis brazos y pegar mi cara a su pecho, el alfa comenzó a sacarlo un poco y luego volvió a meterlo, en el proceso se me escapaba uno que otro jadeo.
—Más fuerte y….más profundo— le pedí tomándolo por las mejillas y uniendo mi boca con la suya, me correspondió al instante.
Entonces me hizo caso y comenzó a moverse más fuerte y más profundo dentro de mí, con cada estocada arqueaba mi espalda, me sentía increíble, no había pensando en lo grandioso que podía ser tener sexo, sobre todo si lo hacías con la persona que tú amabas.
El alfa siguió con los movimientos fuertes y aumentó la velocidad fundiéndose en lo más profundo de mí, en poco tiempo la habitación ya no solo se encontraba llena de las feromonas de ambos, también se escuchaba el sonido obsceno de nuestras pieles chocado y los gemidos y gruñidos de ambos debido al placer que estábamos experimentando.
Me desconocí por completo en cuanto comencé a pedirle que fuera más lejos, que me la metiera hasta lo más hondo que pudiera, realmente no sabía quién era en esos momentos de lujuria.
Kai hacia todo lo que pedía, ya fuera lento, rápido, duro y profundo, el alfa me escuchaba atentamente y me complacía para que yo me sintiera a gusto y lo disfrutara tanto como él lo hacia.
Sus embestidas continuaron igual de intensas y fuertes hasta que volví a desconocerme y a soltar palabras inentendibles en cuanto encontró mi punto dulce nuevamente, la sensación fue más placentera porque no eran sus dedos los que estaban dentro de mí, en esta ocasión era su glande y por lo tanto se sentía mejor.
La cama golpeaba la pared con fuerza debido a lo brusco que estaba siendo el pelinegro, sus manos apretaban la cabecera y me deleitaba al verlo tan sexy. Sus venas sobresaliendo y su oscuro y abundante cabello cayendo como una cascada sobre sus hombros.
Me aferré a su espalda para luego enterrar mis uñas sobre esta misma llegando a sacarle quejidos de dolor y de placer, él no parecía tener ningún problema conque lo lastimara de ese modo, todo lo contrario, le gustaba porque cuando se quejaba sonreía sin dejar de verme.
De vez en cuando callaba mis gemidos y gritos con su boca, en más de una ocasión me mordió los labios y continuó dejando chupones en mi piel el cual solo seguía entrando en calor.
Le rogué por más sin vergüenza alguna porque mi cabeza estaba en otro lado disfrutando de todo lo que le hacía a mi cuerpo.
Sin previo aviso el alfa salió de mi interior para voltearme y dejarme boca abajo, alzó mi cadera para que de esa forma quedara mi trasero alzado a su disposición.
Volvió a introducirse para luego colocar una de sus manos en mi espalda y seguir con los movimientos rudos. Mi cara quedó enterrada en las almohadas las cuales amortiguaban un poco los gritos llenos de placer. Atrapé las sábanas entre mis puños y las apreté lo más que pude.
Kai siguió en la misma posición hasta que me tomó de los brazos y tiró de ellos hacia atrás, como consecuencia mi pecho quedó alzado, ambos nos quedamos arrodillados hasta que una corriente en mi vientre me indicó lo que se avecinaba.
En el momento en el que estuve a punto de correrme agarró mi miembro y lo envolvió en su mano para seguidamente masturbarlo, con su otro brazo seguía sosteniéndome por el pecho sin detener sus embestidas.
Parecía contento con la forma en la que mi culo se tragaba su polla, a veces sin poder evitarlo terminaba apretando mi trasero, al hacer eso jadeaba más ronco y soltaba una maldición diciendo lo mucho que le encantaba.
Eché mi cabeza hacia atrás apoyándola sobre su pecho buscando sostenerme de algo, su piel estaba tan sudorosa y caliente como la mía, sus ojos volviéndose más brillantes hasta que el tono gris volvió a aparecer, solo que esta vez eran diferentes.
Jamás habían brillado de ese modo, mi vista estaba nublada debido al placer que no lograba distinguir que era lo distinto en aquel brillo, entonces me di cuenta de que estaba a punto de correrme, ya no era capaz de aguantar más y las piernas me temblaban.