7 SUBTENIENTE RUBÉN BILBAO DE LA TORRE
Rubén Bilbao De La Torre era y seguía siendo un niño bastante especial, él estaba dotado de más cosas buenas que de malas, era un joven carente de egoísmo en todo momento del tiempo, amaba y quería con un profundo amor de hermanos a su princesita Delfina, a su hermanita, Delfina.
Rubén era un niño que tenía una chispa en la mejilla de su rostro, tenía una llama centellante en su mirada morena oscura, de sus ojos negros brillantes, todo esto te mostraba la hermosura de su alma, pues su alma se manifestaba a través de los rasgos físicos de él, de Rubén Bilbao de la Torre.
Rubén siempre fue un niño capaz de entregar y de dar todo, o casi todo, a otra, a otro, e incluso a otros, era un niño que ya de niño estaba lleno de ideales en su cabecita de pequeño hombrecito, él era así, pues él lo había aprendido del comportamiento, y de la actitud, y de las actitudes, porque no decirlo así de su señor padre Alejandro, del contador Alejandro, A quién nunca pudo ver como su héroe, el joven Rubén, cosa que su padre Siempre busco ser para él, y busco ser eso una especie de héroe, una especie de personaje protagónico en la vida de su único hijo varón, del contador Alejandro, en el corazón, en la mente, y en el alma de Rubén siempre esto buscó su padre Alejandro, Y si este nunca consiguió esto de su hijo, fue por la sencilla razón qué el contador Alejandro nunca supo en qué ángulo llegarle, a su hijo para conseguir esto que tanto anhelaba de él, que lo respetara y que lo viera cómo su héroe, cosas que todo padre persigue de sus hijos tanto de las nenas como de los niños.
Rubén era cómo era gracias y primero cómo punto de partida, debido a su carácter Y en segundo plano debido a su padre, puesto que Rubén en todo momento del tiempo buscaba el comparar lo bueno y lo malo, que para él eran las cosas de la vida, qué la vida tenía, con lo bueno y lo malo de su señor padre, siendo así de esta manera qué el contador Alejandro nunca de los nunca, pudo salir bien librado, de las comparaciones que en la mente fresca y nunca cochambrosa de su hijo, él era que tenía, que tenía el joven Rubén, acerca de su señor padre.
Rubén se dirigía, se movía, y se conducía ante la vida haciendo siempre todo aquello que el consideraba, no debía de hacer sí tal cosa o tal proceder en la vida, fuese a ser algo que se podía parecer o igualar en semejanza, a la forma de ver, de conducirse, de manejarse, y de ser, ante la vida de su señor padre, Rubén pues lo tenía bien claro en su mente, en su alma, y en su corazón, pues si él quería ser feliz, sí quería ser visto con buenos ojos por Dios, él solo debía de hacer todo lo contrario con respecto a los actos de su señor padre, del contador Alejandro, y no porque a Rubén le interesara lo que la gente opinara de él, hablara, o pensase acerca de él, del mismo Rubén aún ni estando en esa edad en la que a todo mundo le duele, le lástima, qué la opinión que tengan los demás acerca de uno no sea la mejor del mundo, todo mundo a esa edad tenía miedo de no ser aceptado, todo mundo a esa edad tenía miedo de no contar con la aprobación de los demás, a todo mundo a esa edad le importaba “el qué dirán los demás de mí”, no, Rubén no era como los demás, a él lo que le importaba realmente era el qué dirán haya en los cielos, el qué dirá Dios acerca de mí, de mi persona, de mi comportamiento como hombre y cómo ser humano, esto era lo que realmente a Rubén le importaba le podría y le podía frustrar solamente eso, Rubén era un joven correcto en todo momento de su tiempo.
Rubén muy desde pequeño había aprendido que si uno tenía metas en la vida, que si tenía planes de vida basados y reforzados con ideales, valores, y principios morales, la vida se disfrutaba doblemente en aquellos momentos fantásticos y maravillosos cuando uno lograba, el conseguir sus objetivos en su vida, cuándo esto era que sucedía y cuando se tenían ideales, que defender a capa y espada, basados en principios y valores morales, esta experiencia de conseguir las cosas se volvía más gratificante, Rubén había aprendido esto de la vida desde muy niño, no de su señor padre solamente, más bien lo había aprendido porque lo había visto en su hermanita Delfina, en su madre, en sus amiguitos, en sus profesores, en lo que él hacía cada día de su vida.
Rubén siempre se le ponía al tú por tú a su padre Alejandro, cada que se podía esto entre ellos era qué sucedía, y Rubén enfrentaba a su padre cada que esté trataba de imponer su voluntad, a él, a Rubén.
Rubén había desarrollado aquellos ideales, valores y principios morales que alguna vez sus señores padres les inculcaron, a su hermosa hermana Delfina y a él, y justo esto había sido en el mejor momento del amor, que se tuvieron y que se profesaron en matrimonio, el contador Alejandro y Bianca su mujer, y gracias a él también, a Rubén, y a su forma de ser, a su carácter, gracias a su forma de pensar y de actuar, también, fue que Rubén desarrollará y tuviera dentro de él mismo ideales gracias a los valores y principios morales, regalo de sus padres en la etapa más bella de su matrimonio, en aquella epoca de la felicidad, en aquella etapa de lo mejor de su amor, puesto que al parecer ya se había acabado, él era un muchacho que se manejaba de una manera adecuada, correcta, válida, y no buscaba la validación de los demás, él era muy él y su hermana, su madre, e incluso su padre le respetaban mucho este punto a favor de Rubén.
Aquello de los ideales el joven Rubén los tenía muy metidos y bien acomodados en su alma de buen mozo, hablaban mucho de quién era, inclusive era fácil predecir qué podría estudiar, A qué se podría dedicar profesionalmente, pues pocas profesiones tenían que ver con tales cuestiones, pocos seres humanos tenían ideales elevados a cómo los tenía Rubén, A su corta edad él era un joven que siempre los había tenido en su alma, era así Rubén, aquel a quién no le gustaba solo soñar sino más bien él vivía, sus sueños, él los hacía realidad, por eso siempre estaba en pleito y en pugna con su padre, pues este quería que su hijo Rubén hiciera lo que el señor Alejandro tuviese como voluntad, y pensado para él, para el joven Rubén, quién batalla tras batalla contra de su señor padre nunca se había dejado doblegar, y esto había generado una muy sincera admiración por parte de su hermanita Delfina, para con él, los dos se apoyaban fuertemente, los dos se miraban como hermanos, Delfina siempre lo había apoyado en todo sobre todo cuando tenia, esas pugnas con su señor padre, fue de esta manera Y gracias al carácter mismo y tan propio de Rubén, que él comenzó a acumular, en su alma ideal tras ideal, no había odio ni envidias, en él, el sencillamente estaba ocilando en otro nivel.